Pétalo ocho

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El silencio gobernaba en todo el local. Dante disfrutaba de una abrasadora tranquilidad y su hermano Vergil también. En solo tan poco tiempo se habían acostumbrado a una vida junto a las dos chicas.

Al principio creían que tener a dos niñas bajo su cuidado, iba ser un desastre. Las muchachas podrían ser insoportables o peor aún impostoras, algo que a Vergil no se le quita de la cabeza. Sabe que esas dos niñas tienen algo y es extraño.

Pero el momento de ahora era más que bueno, tranquilidad. Relajación total, todo producto de las chicas. Lograron calmar sus peleas y mantenerlos entretenidos en otra cosa que no sea en buscar pelear entre ellos.

-¡DANTE!.-una pequeña rubia con un vestido rosa entro al local de un portazo. El cazador la miró de reojo y suspiro pensando, "allá va mi paz". Dante miro a su hermano y este entendió lo que se venía.-Te estuve llamando y ni una llamada de regreso.-la rubia se apoyo en su escritorio y estaba roja de irá.

-Patty, no contesto el maldito teléfono porque estoy ocupado.-el mayor se le ríe en la cara y la chica tenía más ganas de matarlo.

-¿Haciendo qué? ¿Contando cuántas porciones de pizza puede tragar?.-

-Más o menos, pero tranquila. Estoy vivo, respiro. Ahora vete.-Dante se vuelve en su posición inicial y la chica estaba a punto de saltarle encima. Pero la puerta del baño se abrió de golpe, Ivon sostenía un calzoncillo rojo. Desde lejos se veía que hace semanas estaba tirado por ahí y eso la morocha lo sabía muy bien.

-¿Qué te dije sobre esto?.-Ivon se paró enfrente del cazador y este abrió los ojos en grande. La chica joven puso su mano en su cintura y esperaba una respuesta sincera de su parte.

-Por favor, te pido y te ruego que no trates de meter eso atrás de mi cuerpo. En esa parte soy tan virgen como una monja y quiero seguir de la misma forma.-él levantó las manos y vio que la chica se le seguía acercando. Tragó en duro y vio furia en los ojos de Ivon.

-Te lo dije, ponte a barrer ahora si no quieres terminar con esto metido en todo tu recto anal.-el corrió a la cocina y busco sin preguntar mucho la escoba.

La rubia no podía entender como el mismísimo Dante, el gran cazador de demonios este barriendo el piso. Solo porque una pequeña chica le dijo que lo hiciera. La rubia miró de arriba a bajo a la chica, Ivon hizo lo mismo.

-Ay Dante jamás vas a aprender.-Victory miró toda la escena desde el balcón del segundo piso. Miró a la rubia quien parecía más que confusa por su presencia.-Hola, me llamo Victory.-

-Patty.-

-Ivon.-la rubia se dió la vuelta y miró a la morocha con intriga.-Somos amigas de los pendejos estos.-

-Ey.-Dante se quejó e Ivon le callo la boca con solo levantar la mano.

-No somos de este lugar.-

-Más que nada extranjeras.-Victory bajaba las escaleras y se acercó a la rubia que parecía un pedazo de papel. "¿Qué está pasando aquí?".

-Explico mejor, somos de un mundo donde toda tu vida, incluyendo al animal este. No existen, son inventos de una compañía para crear un juego.-la chica quedó peor. Patty no sabía que decir y ni tampoco que pensar.

-No te preocupes mucho, no estaremos mucho tiempo. Supongo.-Ivon miró a su amiga extraña, "¿Desde cuándo empezó a dudar de su regreso?".

-Bien, ehm. Esto es bastante raro.-

-Te acostumbras.-Dante pasó su brazo por los hombros de Ivon y está le metió su calzon asqueroso dentro de su remera.-Ey loca.-

-Muevete.-Ivon se va al baño otra vez y deja ahí a su amiga. Victory se sentó a lado de Vergil. Él ni la miró solo se concentró en leer.

Pétalos de una RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora