Capítulo VIII

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—¿Sabes? Si realmente quieres intimidar a tus soldados con algo así, jamás vuelvas a usar a aquel idiota —hablo sin demostrar emociones mientras dejaba caer la cuerda que antes me ataba las manos—. En serio, hasta un niño sabría que recorrió el mismo lugar dos veces.

Miro el reloj notando que ya había pasado una hora desde que amaneció y dejo escapar un suspiro sabiendo que me perderé la introducción sobre el cuarto de inmersión, el me mira fijamente aunque sin lograr que me sintiera intimidada, había estado tanto tiempo bajo aquella mirada y su presencia que no me afectaba de la misma forma en que lo hacía con el resto de los soldados.

—Este trabajo te está envejeciendo muy rápido —hablo refiriéndome a las canas que sobresalían de su melena castaña—. Tal vez ya es hora de que te des un descanso.

Me dejo caer en el sillón viendo como se acercaba a mí, aunque ya estaba preparada para lo que iba a pasar no pude evitar que las lágrimas amenazaban con salir cuando siento su mano impactar mi mejilla.

—¿Qué carajos haces aquí, Haziel? —exclama claramente molesto—. No debías de haber regresado, te asigne una vida perfecta para evitar esto.

—Bueno, por desgracia no era tan perfecta —respondo tocándome el labio para asegurarme de que no tenía sangre—. El hermano de Kay estaba armando nuevos movimientos de resistencia y me encontró saliendo de mi trabajo perfecto. No te preocupes, ya me encargué de eso y por cierto espero una paga por ello.

Garret se presiona el puente de la nariz mientras deja escapar un gruñido, por más que lo conociera de una vida sabía que haría lo que fuera para dejarme fuera del ejército, era tan fácil como sacar la pistola y dispararme en la frente.

—¿Por qué regresaste?

—¿Por qué no iba a hacer? —pregunto encogiéndome de hombros—. Necesitas a tu mejor soldado ya que en un año todo se fue directo a la mierda.

—Te dejé ir porque ya te tenían como objetivo —habla con cansancio—. Por eso hice todo el trabajo de darte una nueva vida.

—¿Realmente crees que podrían matarme? Mejor no contestes eso, quiero ofrecerte un trato.

Sus ojos brillan ante mis palabras, sabiendo que tenía justo en la palma de mi mano al hombre más importante del ejército, me inclino hacia el frente recargando mis codos en mis rodillas. La única forma de recuperar todo era simplemente darle algo tentador. 

—Me vas a transferir el poder para entrenar a los reclutas —hablo con seriedad.

—¿Qué se supone que gane con ello? Tú nunca has trabajado en equipo y no es que suene tentador tener a más gente como tú.

—¿No es más fácil controlar el país y a sus aliados con más de sólo una persona de la élite?

—¿Qué es lo que quieres a cambio?

Sonrío sabiendo que había ganado el terreno perdido, si todo iba de acuerdo a mi plan pronto tendría todo devuelta.

—Volveré a usar mi identidad real, mi posición, mis instalaciones y mis privilegios —enuncio con firmeza—. Y moveremos a los reclutas al cuartel general.

—¿Por qué haríamos eso?

—¿Vas a cuestionar mis condiciones?

Tras seguir dialogando sobre cómo se haría aquel trato veía cada vez a Garrett más convencido de que podía hacerlo así que terminó aceptando e incluso pidiendo a informática que mis datos fueran reactivados al igual que hizo una llamada al cuartel general para que prepararan mi edificio para que pudiera ir esa tarde por mi uniforme de la élite e inclusive estuvimos hablando de tiempos pasados. Por más que el se comportara de esta manera sus amenazas no me afectan en absoluto porque sabía que no siempre podía jugarle a su lado bueno así que mientras aún podía me levanto un poco torpe y caminó hacia la puerta para detenerme un segundo.

—¿Qué me delató? 

—Sólo tú escogerías la espada para los duelos armados.

Sonrío de lado saliendo el fin del cuarto, desde que llegué supe que estaba en la oficina privada del Coronel que no se encontraba en la zona militar sino en el centro de la ciudad aunque es casi más apropiado decir que esta era su casa. al bajar las escaleras y el sujeto que me trajo primero arrastrándome por todos lados.

—A la próxima vez que me trates, así te mato —anuncio con voz fría.

Abre la puerta principal encontrando un coche negro y el chofer que bajó de el me dio el aviso de que me llevaría el cuartel general para recoger mi uniforme y revisar que todo estuviera perfecto. 

Miro a mi alrededor durante unos segundos antes de ir directo a las cortinas para abrirlas de golpe viendo el bosque atendiendo santini abrazo por unos segundos disfrutando de aquel paisaje una vez más. mi cuarto se llene el mismo estado en el que lo dejé hace un año me acerco al ropero para abrirlo viendo mi ropa limpia y pulcramente doblada, tomo una mochila para meter un uniforme junto y también tuve que examinar las nuevas instalaciones para el equipo que pronto tendré e incluso me detuve a comer en el comedor del edificio donde tuve que admitir que la comida aquí era mil veces mejor que la del anexo.

Cuando regresé al anexo, siendo traída por el chofer del Coronel ya estaba comenzando a anochecer por lo que supuse que todos estarían aún despiertos así que di un pequeño rodeo para platicar con el sargento que no se inmuta demasiado con la noticia de mi nuevo estatus y agradeció que me llevaron los chicos bajo mi comando. Cuando al fin regresé al edificio entre por la segunda puerta que daba acceso directo al sótano y así no despertaría a nadie, abro mi casillero sacando mi toalla antes de detenerme en seco al escuchar ruidos saliendo de las regaderas, camino buscando la fuente hasta encontrar a tres sujetos que tenían a una de las chicas que iba a enfermería. La estaban violando.

—Son muy valientes para hacer eso cuando claramente dije que no —hablo tocando mi reloj sólo por un segundo—. Déjenla ya.

Los tres se detienen un segundo y se miran mutuamente y parece que decidieron hacerme parte de su acto ya que se acercaron a mí mientras Saya se escondía en la esquina. Sabía que ellos eran parte del séquito de Kieron, dos de ellos eran hermanos y el otro era Marz. Cuando el primero se lanza sobre mí yo ya estaba golpeándolo en la garganta y aprovechando la fuerza para darle un codazo en el rostro al de la izquierda, para cuando el tercero se digno a atacarme me di cuenta de que traía una navaja en la mano así que al evitar uno de los golpes me lleve un corte en el brazo antes de que pudiera desarmarlo y lo golpeara en la entrepierna, cuando volteo noto a Aster sobre uno de los chicos y a Leena ayudando a Saya.

—Trae una cobija para ella hay que llevarla a enfermería —ordeno hacia Leena y volteo a ver a Aster—. ¿Puedes encargarte de ellos?

—Tienes que ir a enfermería también —habla tomándome de la mano.

—Se necesita más que esto para matarme, regresamos en un rato —volteo a verlo con el cansancio tirando de mi cuerpo.

Al final salgo para escoltar a Saya, a quien se acercaba a la cobija como si su vida dependiese de ello.

Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora