Capítulo X

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Sabía la fama que cargaba mi nombre, sabía cómo la había adquirido y lo que significaba para todo aquel que se relacionara con el ambiente militar aunque también estaba por como se hablaba entre los rebeldes de mí. Era una especie de leyenda, una asesina que evitaba los movimientos rebeldes, que hacía espionaje, misiones de rescate y que se infiltraba en los otros gobiernos con facilidad.

—Los entrenamientos serán más intensos de ahora en adelante para todos ustedes —hablo y señalo a las chicas—. No me importa si son de archivo o de enfermería tendrán el mismo nivel de exigencia que todos. Además, si me entero que cualquiera de los hombres les hace algo, quedan en automático fuera del programa y no se les será permitido regresar. 

—Tú no puedes hacer eso —exclama una voz que identifiqué bastante rápido.

Detrás de mí escucho a Ereth reír, él era la prueba viviente de mi estilo, y entendía el porqué se burlaba ante las palabras de Marzo. Camino siendo seguida por él hasta detenerme frente al séquito más leal de Kieron, volví a notar la diferencia de estaturas mientras él baja la mirada para verme.

—Lo primero que les enseñaré es la técnica para lanzar cuchillos ya que no siempre contarán con una pistola y ya que este recluta tiene muchas agallas para desafiar mi autoridad, haré una demostración de lo que aprenderán bajo mi mando —hablo sin quitarle la mirada, extiendo el brazo para tomarlo por el cuello haciendo que se incline ante mí para llevarlo a la zona de tiro y empujarlo—. Te vas a quedar ahí, si te mueves apuntaré a tu frente.

Camino hacia la mesa tomando cinco cuchillos, tomo mi posición acomodando los pies y relajando la muñeca para proceder a lanzar el primer cuchillo clavándose cerca de su hombro izquierdo, sin siquiera dar tiempo hago el segundo lanzamiento, justo a centímetros de su cuello.

—Justo como te recuerdo, Ziel —escucho a mi segundo al mando detrás de mí—. Qué mejor que una experiencia donde podrías morir bajo tu mano para aplacarte.

—Toma —hablo extendiendole uno—. Al mismo tiempo.

La sonrisa que se extendió en su rostro me hizo entender lo feliz que estaba de ser parte de algo tan sencillo como esto. Toma el cuchillo con la misma técnica que yo le había enseñado, en un segundo ambos hacemos el lanzamiento haciendo que Marz dejará escapar un sonido de susto y con gran razón ya que ambos cuchillos se clavaron bastante cerca de su entrepierna.

—Marz, regrese a la fila —ordeno viendo como corría para hacer caso—. Comiencen a tirar, Ereth y yo los corregiremos de ser necesario.

Cada uno de los reclutas se acercan a la mesa para tomar los cuchillos y comenzando a hacer los tiros algunos haciéndolo mejor de lo que esperaba, incluso cuando voltee a ver noté a mi segundo al mando con una de las chicas según ayudándola pero conociéndolo sabía que estaba coqueteando con ella.

—Leena —hablo al verla fallar—. Estás mal colocada y la posición de la muñeca es incorrecta.

La veo bajar los brazos para voltear a verme cuando tomo la postura correcta.

—Con las piernas así —añado. Ella me mira durante varios segundos para adoptar la misma posición—. Flexiona un poco las rodillas. Echa los hombros hacia atrás y relaja la muñeca, lanza el cuchillo cuando hayas expulsado el aire.

Hago una demostración y el cuchillo se clava en el centro de la diana. Leena se toma su tiempo haciendo el movimiento repetidamente sin soltar el cuchillo pero cuando lo hace reprime un grito de triunfo al ver que había logrado entrar a la diana.

—Sigue así —comento dándole una palmada en el hombro.

Volteo sólo para ver a Aster lanzar el cuchillo logrando que se clave en el mango de otro sin siquiera notar mi presencia, sigo el recorrido de la línea dando las indicaciones necesarias.

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