Capítulo VI

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Cuando comenzó el segundo mes y tenía planeado cada paso que darías así que no dejaría que nadie estuviera por encima de mí, por fortuna Aster y Leena se mantenían cerca de mí e incluso mejorando más rápido en los entrenamientos tanto así que ya no les costaba seguirme el ritmo siendo parte del grupo líder cuando nos tocaba seguir corriendo cada mañana y para cuando nos dieron el permiso para aprender el manejo de armas logre sacar la mayoría de la frustración que guardaba lo sacara disparando hacia las figuras de metal frente a mí.

—¿Cómo lo logras, Lai? —pregunta Leen bajando el arma—. No logro darle al centro.

—De cualquier manera, con tu puntería ya deberías de haber acertado aunque sea por error —se burla Aster.

—Sé que a esta distancia podría darte a ti —responde ella alzando el arma y apuntando hacia él—. ¿Intentamos?

Por más que Aster pedía mi ayuda para evitar que le disparara pero sabía que con la puntería en Helena en un objetivo tan cercano lograría darle pero noté como se acercaba Kieron con su séquito dispuestos a su actividad favorita.

—¿Por qué no los usamos a ustedes de blanco? —habla con una sonrisa—. Tal vez sería más divertido.

Desde aquella pelea en la regadera Kieron se había dedicado a buscar la forma más efectiva de sacarme de mis casillas e incluso en cada entrenamiento donde siempre lo felicitaban a él. Bajo el arma colocando el seguro y sólo doy vuelta ignorando su presencia decidiendo ir ya a comer por lo que dejo el arma en la mesa y comienzo a caminar con los chicos detrás mío. Si lo que Kieron quería era pelear, lo haría cuando llegara el momento oportuno pero no antes.

—Leena, ¿no han tenido problema con la hora de los baños? —pregunto tratando de distraerme.

—No tantos, a veces unos chicos deciden quedarse pero hemos logrado sacarlos.

—He oído que en los entrenamientos anteriores han llegado a violar a las chicas —habla Aster a mi lado.

—¿En serio? —pregunta ella con un poco de miedo.

—Mejor no te preocupes por ello —hablo entrando al comedor para tomar mi charola—. Si pasa, el primer golpe va a la entrepierna.

Claro que había llegado a escuchar sobre las violaciones que ocurrían dentro de las instalaciones pero la mayoría no eran reportadas y a veces los chicos que ingresaban traían detrás de sí fuertes conexiones con algunos rangos altos por lo que las chicas preferían no hacer una demanda. Me sirvo mi comida yendo a nuestra mesa habitual casi al fondo del comedor, mientras comía me pongo a pensar en cómo evitar que aquello sucediera en mi pelotón hasta que mi mirada se posa en el reloj que le había dado a Aster hasta que una idea comienza a formularse en mi cabeza mientras pensaba en el mecanismo que yo había incluido en ellos, extiendo mi mano para tomar su muñeca haciendo que tirara el tenedor.

—Podemos mejorarlo —hablo viéndolo a los ojos—. Este reloj tiene un sensor de ritmo cardiaco y si detecta que aumenta manda una señal al mío.

No le dije exactamente que había instalado aquel sensor para cuando tenía misiones en equipo y así tenía controlado a todos los soldados en caso de que se pusieran en peligro ya que lo que hacía el sistema era mandar las coordenadas al gps incluido por eso mi invento era uno de los mejores en su categoría; Aster al entender mi idea de lo que quería hacer comienza a hacerme preguntas haciendo que Leena nos viera confundida pero sin decir nada. 

A la mañana siguiente teníamos el día libre por lo que estuvimos en en el techo del edificio para evitar que la gente nos interrumpiera en nuestro trabajo, así que modificamos el programa que había metido en el reloj aunque más que nada lo hizo Aster usando mi computadora, en pocas palabras hicimos que existiera un botón de pánico en los tres relojes para que enviaran la señas de auxilio al resto de los relojes aunque sabía que no podía proteger a todas las chicas pero al menos lo podría lograr teniendo a Leena vigilando así que en la tarde cuando de lo entregamos le hicimos jurar que no le diría a nadie de donde lo había sacado y que sólo lo usara en caso de emergencia.

—No creí que realmente te preocupen ellas.

—Si esta en mi poder evitar que les pase algo lo haré —respondo con calma encogiéndome de hombros.

—Mañana comienza el combate cuerpo a cuerpo —señala Aster volteando a verme—. Y sabes que nos emparejan por puntos.

—No tengo problema con ello además de que nos dejan elegir el arma que usarás.

—Aún así, va a ser un problema si de por sí la mayoría aún no se acostumbra a las armas.

—Entonces será más fácil desarmarlo —señalo casual—.Si lo haces tendrás ventaja.

Ahora mismo nos encontrábamos sentados en las gradas como siempre hablando de cualquier cosa, quién sabe qué ocurrirá mañana aunque lo más probable es que emparejen a Kieron con Aster y a mí con alguno de su séquito. Normalmente hacían este ejercicio para que nosotros conociéramos las fortalezas y debilidades de todo el grupo y así mejorarlo en el cuarto de inmersión para que cuando tengamos que hacer los ejercicios en equipo todo este mejor.

Miro la arena con los cruzados cruzados viendo los duelos que se estaban llevando, normalmente el de las chicas no duraba demasiado ya que ellas eran de tomar la pistola y sólo dispararse a las distancia aunque bueno, no podía decir mucho de ellas ya que desde el momento en que eliges el área a la que te irás en cuanto acabe el entrenamiento es el rigor y la exigencia que te pedirán por eso el sargento no era tan exigente con ellas a diferencia de las personas que habíamos elegido la élite, la patrulla fronteriza o espionaje aunque principalmente era por la importancia de los puestos.

—¡Siguientes! —grita el sargento quien hace poco descubrí que su apellido era Cowell—. Jensen y Deckford.

Aster contiene la respiración al escuchar con quién pelearía y voltea a verme bastante sorprendido aunque a mí no me parecía gran cosa ya que sabía que esto ocurriría tarde o temprano así que al fin él tendría el gusto de pelear conmigo. Dejo escapar un suspiro y subo a la arena atándome el cabello, me acerco a la mesa viendo cada arma que habían dejado a nuestra disposición, desde las pistolas hasta dagas y cuchillos de caza aunque hubo un arma en especifico que captó mi atención, Kieron se para junto a mí con una sonrisa burlona entre los labios para voltear a ver al sargento.

—Dejaré que la dama decida —anuncia para voltear a verme—. Pelearé con la misma arma que tu escojas.

Debí suponer que Kieron esperaba que tomara una de las pistolas ya que eso evitaría que me enfrentara de cerca con él así que extiendo la mano hacia el arma que había atrapado mi atención. La espada brilló cuando la empuñe para levantarla de la mesa. Tenía una buena hoja: fuerte, lisa y ligera. Por un segundo pude notar el rostro de sorpresa de Kieron antes de que se recuperará y se acercara a tomar la otra espada, detrás de él noti a Aster quien se esforzaba por mantener un rostro serio pero sabía que estaba pensando que mi decisión era una locura pero realmente no lo era, parte de mi entrenamiento consistía en poder usar cualquier cosa como arma así que esto no era ningún problema para mí.

La espada me colgaba en una mano. Acaricio la empuñadura cerrando los dedos sobre la superficie fría sintiéndola como una extensión de mi cuerpo, me alejo de la mesa parándome en el centro de la arena mientras tomo mi posición alzando la espada frente a él, esperando el sonido del silbato que me dejaría atacarlo sin problemas aún cuando sabía que no podría hacerle más daño del que planeaba. 

Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora