Capítulo XIII

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Desperté de golpe por el sonido de pisadas afuera de mi habitación cosa que no debería de existir por lo que me levanto de la cama tomando la pistola que dejaba siempre sobre la mesa de noche pensando en que había ocurrido ya que nadie tenía permitido quedarse en el edificio aparte de mí y las puertas estaban aseguradas por contraseña. Abro la puerta de cuarto avanzando unos pasos  aprovechando lo oscuro que estaba el lugar mientra le quitaba el seguro y ponía el dedo en el gatillo.

—No dispares.

—¿Qué mierda? —pregunto encendiendo la lámpara de la pistola.

Ereth estaba frente a mí, se sostenía el vientre con fuerza y pude notar los rastros de sangre seca pero aún así logró conseguir una sonrisa como si su maltrecho cuerpo no le doliera en absoluto. Bajo el arma poniéndole el seguro y lo obligo a pasar su brazo por mis hombros para ayudarlo a entrar a la habitación y dejarlo en el sillón para buscar el botiquín que tenía en el baño.

—Creí que tu nunca perdías una pelea —comento mojando un algodón en alcohol—. ¿O es que siempre piensas que eres un supersoldado? 

—Es lo mismo que tu haces, Ziel —responde con cierta indiferencia pero sin evitar hacer una mueca de dolor—. La diferencia entre los dos es que tú si lo eres.

Detengo mi movimiento para ver el corte que se extendía por su mejilla pensando en sus palabras por unos instantes hasta que logro murmurar:

—Si lo fuera no tendría ninguna marca, ¿no crees?

Siempre que volvía de alguna misión, a veces en el mismo estado en el que él estaba o peor dejaban horribles cicatrices sobre las anteriores que se habían desvanecido o que brillaban junto a las muy visibles como la que tenía en el hombro izquierdo o en la espalda pero cada una dejaba en claro quién era y de lo que realmente era capaz de hacer en este mundo.

—¿Te puedes mover o te quedas ahí?

—¿Me dejas quedarme? —pregunta con un murmuro—. No creo poder llegar a mi cuarto.

Termino de limpiarle las heridas para ir a mi armario y sacar un edredón y quitar una almohada de mi cama, también le acerqué un vaso con agua junto con algo para el dolor para regresar a mi cama.

Las misiones de campo que había acordado con el capitán de escuadrón me darían a conocer mejor cómo trabajan los reclutas en equipo y bajo presión, así que me acerco a uno del escuadrón quien al verme hace el saludo militar.

—Teniente, todo listo y esperamos su orden.

—Excelente, tomen posiciones —respondo volteando a verlo con una sonrisa—. Qué todo salga bien.

Me alejo de él para acercarme a los reclutas quienes recién salían con su traje de termosensor para analizar las reacciones de su cuerpo en batalla y ver si eran elementos viables o no para las misiones, hubiera deseado que Ereth estuviera aquí pero tuvo que reportar lo que ocurrió a inteligencia así que estaba sola.

—¡Reclutas! En unos minutos ingresamos a la zona así que alguien díganme el propósito de estos ejercicios —miro a todos y señalo—. Silas, responde.

El chico alza la mirada al escuchar la mención de su nombre, él iba a ir al área de cibernética y en las simulaciones no le estaba yendo tan mal pero no era mucho de hacer aportaciones por lo que era ese mismo motivo por el que le pregunté.

—Para tener un manejo de estrategias y trabajo en equipo, teniente.

—Ah, otra cosa que deben saber —hablo tomando una de las pistolas que habían puesto en la mesa—. Cada una cuenta con sólo 12 balas y no hay opción de recarga así que, ¿cómo planean ganar contra dos escuadrones que cuentan con suficientes municiones?

—¿No nos dará usted la estrategia?

—Deben desarrollar aquella habilidad por su cuenta, Janine —respondo jugando con la pistola—.Tienen cinco minutos, decidan.

Entre ellos comienzan a debatir qué deberían hacer mientras yo notaba los errores que iba haciendo conforme formaban su estrategia pero no los dije en voz alta así cuando finalmente terminaron mandaron a dos parejas primero después un chico en medio y el resto eran cuatro parejas y yo en la retaguardia siendo clasificada por ellos como “último recurso”. A cada uno se les dió un auricular para mantener el contacto y saber nuestras posiciones, mientras los segundos se extendían lentos a la vez que el sonido del bosque nos rodeaba pero aún en ese momento me di cuenta de que su plan fallaría.

Miro hacia el suelo cuidando mis pasos para evitar hacer cualquier clase de ruido que haga notar mi presencia pero alguien a mi izquierda no lo hizo y aquel ruido de ramas romperse bajo el peso nos obligó a abrir fuego con sólo 15 balas y ningún blanco exacto. 

—¡Posición comprometida! —escucho a Leena gritar—. ¿Qué hacemos?

—Perdimos a dos —grita otra voz masculina.

—Trepen a los árboles —habla la voz de Aster—. Necesitamos acomodarnos una vez más.

Sonrío al darme cuenta de que él ya había entendido lo que se debía hacer por lo que guardo el arma y subo por las ramas del árbol hasta llegar a las copas siendo cubierta por el frondoso follaje. 

—Bien, el primer plan falló —anuncio con voz tranquila escaneando el área—. ¿Quién tiene otra idea? 

La línea se queda en silencio por varios segundos por lo que dejo escapar un suspiro de molestia. No podía culparlos de todo porque era su primera vez pero al menos ya deberían haber pensado otra cosa así que comienzo a hacer la división de equipos dando las órdenes necesarias.

—Tengo 10 balas así que espero que los que aún conservan las 12 realmente las hagan valer —hablo respirando hondo mientras avanzaba por las ramas—. Raynold, cúbreme.

Aprendí a sobrevivir en el bosque prácticamente desde el inicio así que me podía mover por entre las ramas con suficiente agilidad y casi sin emitir ruido alguno por lo que cuando encontré al escuadrón sólo me dejo caer tomándolos por sorpresa y sacando la pistola. 

Cuando los disparos se hicieron sonar me di cuenta de que quien debía cubrirme no estaba ahí así que decido terminar las balas para después correr usando a los del escuadrón como escudos hasta tomar a uno por el brazo pasándoselo por la espalda y obligándolo a inclinarse para golpearlo con la rodilla varias veces y dejándolo caer sintiendo el escozor de algo en mi antebrazo debajo del hombro pero para cuando acabó prácticamente empujé a la mayoría de los reclutas para acercarme a uno de ellos. 

—¿Qué carajos estabas haciendo? —grito tomándolo por el cuello para obligarlo a inclinarse a mí—. Tenías que cubrirme. 

—Podías sola —responde con calma.

—¡Claro que podía sola! —reclamo como reflejo de mi entrenamiento anterior—. Pero somos un maldito equipo y si no vas a ayudar en nada lo mejor sería que renunciaras y volvieras con tu mamita.

—Teniente —volteo en dirección a la nueva voz notando a Cox quien me señala—. Está sangrando. 

Lo miro un poco confundida y él sólo me toma de la mano con mucho cuidado y cierto respeto para mostrarme el corte que recorría mi brazo y soltarme temiendo que lo regañara pero en cambio quien se llevó el golpe en la cara fue Raynold haciendo que tropezara.

—Estás fuera de mi equipo —sentencio para tomar mi equipo y salir de ahí dejando a los reclutas solos.

Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora