Capítulo XXII

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Entro en mi cuarto para cambiarme aquel uniforme por uno más cómodo y guardando dos cambios más de ropa junto con mi neceser. También tuve que bajar a la armería del edificio por un par de pistolas y un arco de cacería junto con el carcaj para dirigirme hacia la entrada del bosque donde ya habían unos pocos reunidos.

—Esto será divertido —habla Kellan y pude notar que traía una mochila extra.

—¿Es en serio? —pregunto viéndolo con el rostro serio.

—Será divertido.

—¿Estás recordando los momentos de nuestra ceremonia? —interrumpe Ereth con sus cosas listas y el resto de los nuevos miembros detrás de él.

—No me den problemas, ¿quieren?

Comienzo a internarme en el bosque guiando a los reclutas y escuchando a Kellan y Ereth hablar sobre su graduación más que un festejo era un poco de supervivencia en el bosque a excepción de la cerveza que aquellos dos traían. Hacia dónde íbamos a una zona que era estrictamente de la élite o bueno, más bien era mía.

Se había designado aquella zona para que aprendiera a vivir sola en aquel lugar, a conseguir mi propio alimento y hacer mis propias armas, después de un mes regresaron por mí creyendo que había muerto pero no fue así. Al entrar al claro donde nos quedaríamos tras horas de caminar me detengo dejando mi mochila sobre la hierba.

—Dejen sus cosas aquí. Kellan, agua, Ereth, una fogata.

Los dos hacen sus equipos con los nuevos compañeros para realizar lo que había pedido mientras yo veía a los demás antes de decidir qué hacer.

—Ustedes tres, conmigo —enuncio tomando el arco para comenzar a caminar.

—¿A dónde vamos? —pregunta Leena detrás mío.

—Hay que traer el almuerzo.

Dejo a Ereth a cargo mientras me llevaba a los tres alejándonos del grupo e internándonos aún más en el bosque y dejando algunas trampas y, con suerte, atraparíamos un conejo o dos.

—¿Hiciste esto en tu graduación? —pregunta Leena al terminar su trampa.

—Yo no tuve una graduación —respondo con una flecha en mi mano—. Tenía trece cuando me gradué del entrenamiento y en cuanto acabó la ceremonia me pusieron en un avión y me mandaron a una misión.

Al notar el silencio volteo a verlos para darme cuenta de aquella mirada de incomodidad que los tres tenían, en otra vida ver aquellas miradas me habría hecho sentir vergüenza pero realmente no lo hacía.

—Te puedo decir que, en la graduación de ellos sí hice todo esto —hablo en un intento de relajar un poco el ambiente cuando escucho un ruido a mi derecha haciendo que deje de hacer ruido—. Nadie se mueva.

Acomodo la flecha en la cuerda para tensarla mientras veía a aquel ciervo, casi sin pensarlo dejo escapar el aire al mismo tiempo que suelto la flecha atinando de manera perfecta a mi objetivo. Me acerco hacia donde corrió el ciervo herido sacando un cuchillo de cacería hasta encontrarlo, me inclino para abrirlo en canal.

—Necesito que hagan un hoyo para meter esto, chicos —pido mientras sacaba las vísceras..

Las manos al instante se mancharon de sangre mientras hacía mi labor y viendo de reojo a Leena alejarse para poder vomitar, era algo completamente comprensible, sea un animal o un humano las primeras veces era algo verdaderamente asqueroso. Les doy las vísceras a los chicos para que pudieran enterrarlas y no llamaran la atención de algún depredador.

—¿Estás bien?

—Sí, lo siento —responde rápido y sonriendo de manera forzada.

Entre Aster y Kieron toman al animal para llevarlo de vuelta al claro donde ya todo estaba listo para nuestra corta estadía. Ereth se acerca a ayudarlos mientras yo seguía mi camino para ir hacia un riachuelo donde pude lavarme las manos para quitarme los rastros de sangre seca. Estos dos días serían los únicos que tendríamos paz antes de ser ingresados en las misiones.

—¡Ziel, date prisa!

Dejo escapar un suspiro levantándome y regresando con el grupo que estaba sentado frente a la fogata con varias latas de cerveza pasando de mano en mano, tomo la lata que me ofreció Kellan haciendo que todas las miradas se posaran en mí, expectantes a lo que diría.

—Sólo quiero darles la bienvenida al equipo élite! —hablo con cierto orgullo abriendo la cerveza y levantándola. 

—¡Lo mejor para nuestro futuro! —gritan al unísono brindando con las cervezas.

Sonrío gustosa al oírlos celebrar, era la primera vez que tenía gente que realmente estaban cómodos con mi presencia y mi autoridad. En cuanto la carne estuvo lista, Silas y Kellan comenzaron a repartir la comida, tomo mi plato sentándome sobre mi bolsa de dormir aunque todos se detuvieron por unos momentos al ver a Jack y a Leena comer juntos en su propio mundo.

—Pierden si se ponen celosos —exclama él con una sonrisa mientras acepta la comida que ella le ofrecía.

Unos rieron, otros se quejaron pero la plática tomó un giro extraño centrándose ahora amores que se han tenido.

—¿Y tú, Ziel? —pregunta Othell haciendo que el pedazo de carne que estaba comiendo se sintiera como cemento bajando por mi garganta—. ¿Has tenido algún enamorado?

—No —sentencio firme e inclinándome hacia delante como si fuese a revelar un secreto—: Todos son una pérdida de tiempo.

Vuelven a reír al escuchar mi comentario mientras yo sonreía con facilidad adquirida de años de fingir porque ellos jamás tendrían por que enterarse de que realmente había llegado a amar a alguien pero que ahora se encontraba muerto. Levanto la mirada notando a Aster mirándome fijo, ladeo la cabeza como si estuviese preguntando qué ocurría pero él sólo negó con la cabeza de forma discreta antes de enfocarse en la plática.

A medida que avanzó la noche decidí ser quien montara guardia para que todos pudieran dormir, me acomodo el arco en mi regazo para jugar con una de las flechas entre mis dedos comenzando a pensar que sería una noche tranquila. Horas después, Ereth se levantó para hacer el cambio de turno aún cuando le había dicho que podía hacerlo yo sola pero antes de que pudiera hablar para reclamar nuevamente escucho el sonido de ramas romperse bajo el peso de alguien acercándose a nosotros.

—Despierta a Kellan, que se lleve a los reclutas a un lugar seguro —pido en susurros sabiendo que ellos no portaban armas aún—. Si vienen por mí, no quiero que se pongan en peligro.

Alma de AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora