Cap. 8: Ven conmigo.
Bajo el sol bajo la luna
Estoy a solas contigo... Estoy tal lejos de ti
La realidad que no mata, duele y me invita a criticar de lejos
Nunca sonreí ante el frío en mi ser no sonreí ante el olor de jazmines
Ostentoso, y llamativo, casi real el pesar al tratar de recordarte otra vez
Sólo tristes, Sólo muertos, Sólo perdidos y los sentidos de mi ser
Un sueño simple y el chico de orbes azules que sonríe
Pon sólo un poco de atención, no es lo mismo
Oscuro bosquejo, no puedo gritar
Al que ahora extraño, le pido
Me rompa el hechizo
Ayúdame...
R
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Indescriptible, hermoso y tentador, Ling miraba fijamente desde la ventana de la habitación de su madre a Wei, sentado a la orilla del estanque mientras hundía sus pies en el agua fría y cristalina, «es extraño» pensó el emperador, últimamente el castaño resultaba ser más observador, más atento a los olores, al tacto, a los aromas, ahora sonreía con más frecuencia, antes sólo le había visto postrado entre lágrimas en aquella habitación, añorando, escondido, sumergido en sus pensamientos. Frente al espejo conversando con Yi y ahora, se había olvidado completamente de su maldición al otro lado del espejo. Wei con tantos cambios y qué decir de las atenciones, eran contadas las ocasiones en el que el castaño se alejaba del emperador, siempre servician, atento y cariñoso...
— Emperador...— gritó el castaño al notar al emperador mirando por la ventana— ¿Puede venir por favor? He encontrado algo.
— Wei...— Las mejillas del emperador comenzaron al tornarse rojizas cuando se supo descubierto y tras un leve respingo regresó a su tensa posición— Voy enseguida Wei. — Dijo en un murmullo y tras un ligero suspiro emprendió su camino hacia el súbdito.
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Sin aroma ni sonido; una gran nada. Los intentos desesperados de sus sentidos y la terquedad de su corazón: «esto era lo que él quería» se repetía una y otra vez en aquella oscuridad. «Era lo que tanto había deseado». Estaba solo en un lugar en dónde nadie podía herirle, en un lugar en donde los sentimientos no eran necesarios, en donde los temores se desvanecía. Se sentía tan liberado su cuerpo. Había intentado olvidar mientras dormitaba pero siempre aparecía su voz y la de Yi mezclada «esto es lo que más quiero».
— «No hay nada para mí allá. Y aquí no hay nada, pero todo es mío...»
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— ¡Mire! — El súbdito extendió la palma de su mano para mostrar al emperador un gusano oscuro que se retorcía amoroso sobre sus dedos. — Le he encontrado dentro del estanque y lo he llamado mío porque se ha adherido a mí en cuanto le he visto.
— Wei — Bajó su mirada para observar al curioso "gusanito". Ling le reconoció y con brusquedad lo arrebató de las manos del súbdito para arrojarlo sin piedad al sueño. Frenó en intento de Wei por recogerlo nuevamente y mirándole de manera severa retó en silencio.
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Placeres del melocotón mordido • FINALIZADO |BL|
Roman d'amourUna leyenda de la dinastía Zhou, hacia el año 500, habla de: Un emperador, un súbdito y un melocotón.