Cap. 15: El beso más dulce.
El reflejo del espejo a media noche, ilusiones insuficientes para liberarte
Plegarias al cielo, a mi dios, cuanto le odio, aun sangras, aun sufres
Nos extinguimos poco a poco, y nadie llora, nadie nos extraña
Y separados, intentados alejarnos, pidiendo que olvidemos
Y ahí alejados, nuestras heridas nos invaden de pronto
Como si fuésemos uno, como extintos seres míticos
Mientras sangramos lloramos pidiendo perdón
Rogando por el alivio del otro, su salvación
El perdón al maldito..., al no querido
.*.
Nada era como antes en ese lugar, ahora si había frío y dolor.
— Yi es más divertido que tú, ahora Wei sólo te la pasas acostado, y aun no puedo torturarte, porque Yi lo notara antes de lo debido...
— ¿Qué notará? — Un hilo de voz, del alegre chico de hacía apenas unos días, no quedaba nada, ahora sus ojos brillosos encerrados entre sus ya más largos cabellos castaños,
— Todo a su tiempo.
.*.
Cada día el intentó de entablar la relación como la había dejado, el emperador resultó ser más promiscuo de lo que llego a pensar, siempre evadiéndole, mirándole con indiferencia, tristeza o enojo, sus intentos de acercamientos nulos, ya no encontraba nada para solucionar las cosas.
—Pero yo a ti no, yo amo a Wei, y él a mí.
— Eso no es cierto, mintió, él no te ama. Me lo dijo.
Comienzo a querer llorar de rabia
Descontrolados mis estribos, mis ilusiones
— Lo siento, ahora mis sentimientos más claros que nunca, por favor, regresa a Wei a mi lado.
— ¡NO, NO, ¡NO! ¡WEI SE HA IDO, NO VOLVERA! ¿ENTIENDES? DESDE AHORA Y POR SIEMPRE SEREMOS TÚ Y YO...— Intentó acercarse al emperador y él retrocedió sin vacilar, sin tratar de disimular su repulsión hacia Yi.
— No te atrevas a tocarme, no intentes hablarme de nuevo, no deseo ningún contacto contigo, — El rechazo mal acostumbró sus sentidos, creyó ofender a Yi, lo único que consiguió fue enfurecerlo.
— Bien lo haremos a tu modo, hermoso emperador— Una mirada antes oscura ahora escarlata— Todo acto mío es resultado de tu crueldad.
No hubo tiempo para reaccionar, para intentar huir, ni para gritar, ahora el emperador, aprisionado entre la pared y el cuerpo de Yi.
— No, te dije que no me tocaras—
— No, no, no— una de sus manos en el mentón del emperador asustado— Hay que ser severos, para que mi hermoso emperador aprenda a comportarse, a ser coherente y maduro a aceptar lo que tiene sin pedir otra cosa.
Sin delicadeza alguna Yi posó sus labios en los del emperador cerró sus ojos, estrujó con fuerza, con enojo, más fuerza. Esos labios no eran suyos.
ESTÁS LEYENDO
Placeres del melocotón mordido • FINALIZADO |BL|
RomantizmUna leyenda de la dinastía Zhou, hacia el año 500, habla de: Un emperador, un súbdito y un melocotón.