16. Muestras de humanidad

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—No nos hables de ese modo, recuerda tu lugar —la anciana con su severa mirada se dirigió al hokage

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No nos hables de ese modo, recuerda tu lugar —la anciana con su severa mirada se dirigió al hokage.

El hokage soy yo, aunque en el fondo ustedes solo me vean como un monstruo que asumió el mando —Naruto se llevó una mano al estómago porque Kurama le estaba hablando y su tono delataba su rabia.

Déjame hablar con ellos —insistió el zorro de nueve colas furioso de cómo trataban a su jinchuriki, en los ojos de los sacos de hueso vio ese desprecio al rubio.

Yo puedo solucionar las cosas por mi cuenta Kurama —murmuró el Uzumaki quien cerró los ojos, esto hizo que pasara inadvertido el temor de esos ancianos quienes temblaron al darse cuenta de con quién estaba manteniendo una conversación.

Unas gotas de sudor se deslizaron desde la frente arrugada hasta el mentón de cada uno, ambos trataban de mantener su compostura; era cierto que no veían a ese joven como su hokage porque tenía un demonio en su interior, una bestia que años atrás se llevó vidas ajenas. Respeto no le tenían, solo miedo. Saliendo de su trance el de ojos azules miró fijamente a los dos viejos los cuales retomaron sus semblantes calmados al ver que el chico no planeaba hacerles daño.

Piensa en lo que dirán las demás aldeas de esto, seremos el hazmerreír y todos perderán el respeto que te tienen —la mirada decidida del hokage a no poner fin a su relación obligó al hombre mayor decir algo que sabía le dolería—; incluso pondrás en riesgo tu puesto, si mucha gente deja de aceptarte como su hokage nosotros solo cumpliremos con nuestro deber y le daremos a Konoha una verdadera persona como líder.

¿Verdadera persona? Él era un ser humano como cualquier otro. Enfurecido por lo manipuladores que eran esos ancianos sin temor los tomó del cuello a cada uno alzándolos un poco del suelo.

Dejen de intentar que ceda por medio de su veneno, serpientes; si tanto valor tienen por qué no me matan ahora mismo... sé que me odian y les daría gusto hacerlo —ninguno de ellos le respondió nada, tan solo lo miraron con pánico.

Tranquilizándose el hokage los devolvió al suelo; no lograría cambiar su manera de pensar, pero al menos trataría que los más jóvenes no fueran como ellos. Cansado mentalmente ya no les dijo nada a las reliquias de Konoha, tampoco es que ellos desearan quedarse más tiempo ahí porque simplemente se fueron.

Calor abrazador caía sobre sus cabezas y pieles, las cuales acostumbradas a esto no encontraban ninguna especie de incomodidad en tan poco gentil clima; apenas si almorzaron por volver a la oficina de Suna, con la una marcando el reloj los recibió inmediatamente un jounin que suspiro de alivio al ver a su kazekage de retorno. Se hizo hasta ese entonces lo posible porque solo determinadas personas estuvieran al tanto del asesinato de este shinobi; siempre fueron una aldea por debajo de las demás en varios aspectos, desde el número de habitantes hasta su poder militar, algo que enserio afectaba es que hubiese menos interesados en ser shinobi debido a los riesgos que conllevaba.

Los dos kagesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora