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→˚₊· xlix  ܴೈ ¿POR QUÉ? ❞

▬▬▬▬▬▬ Después de que Voldemort y Caos se dieran un caluroso reencuentro Voldemort empezó a examinar su propio cuerpo. Las manos eran como grandes arañas blancas; con los largos dedos se acarició el pecho, los brazos, la cara. Los rojos ojos, cuyas pupilas eran alargadas como las de un gato, refulgieron en la oscuridad. Levantó las manos y flexionó los dedos con expresión embelesada y exultante. No hizo el menor caso de Colagusano, que se retorcía sangrando por el suelo, ni de la enorme serpiente, que otra vez había aparecido y daba vueltas alrededor de Harry y Hanna, emitiendo sutiles silbidos.

Hanna todavía seguía moviendo sus ligaduras, tratando de deshacerse de ella y dar una distracción para que Harry huyera. Pero le era imposible.

Voldemort deslizó una de aquellas manos de dedos anormalmente largos en un bolsillo de la túnica, y sacó una varita mágica. También la acarició suavemente, y luego la levantó y apuntó con ella a Colagusano,  que se elevó en el aire y fue a estrellarse contra la tumba a  la que Harry y Hanna estaban atado. Cayó a sus pies y quedó allí, desmadejado y llorando.

Caos soltó una risa y miro a Hanna, con sus ojos negros iguales a los de sus hijos que tanto miedo le daban a la morena.

—Padre... ¿Por qué la criatura de Apolo?

Caos le respondió sin apartar la mirada de la morena.

—Lo entenderás algún día cariño.

—¿Y mi hermano? ¿Por qué no está aquí? —pregunto Jade, por un momento pareció recorrerle un mareo porque Alabaster tuvo que atraparla para que no cayera— se supo...

—Se supone que primero tiene que haber un sacrificio —le gruño Caos a su hija—. Además, si yo veo conveniente de que no vuelva, no volverá.

Jade agarró la espada de su hermano y empezó a avanzar hacia Hanna, quién se removió entre sus ataduras.

—¡Jaden! —la regaño su padre— no la vamos a matar todavía. Primero, que escuche el porque. Todos merecen saber porque han muerto.

—¡Me lo prometiste! ¡Me prometiste que traerias a Jace de vuelta!