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La menor después de recibir su informe de notas, saltó de emoción, soltó el sobre y corrió escaleras arribas para ir a su habitación, agarró su mochila y metió algo de ropa, se acercó a su escondite para el dinero y también lo dejó dentro de la mochila.

Quitó un hoja de uno de sus cuadernos y agarró un bolígrafo.
Papá, mamá:
Me fui está mañana, recuerden, los llamaré en mi primera parada. Tal vez haga una escala en Texas y vea al tío Tom.
-Los amo, Q.G.

Ps: Iré con una amiga, como siempre.

Terminó de alistar sus cosas y volvió al piso de abajo, caminó a la cocina, se acercó al refrigerador y tomó un imán para que sujetara la nota.

Salió de la casa, notó que su vecino estaba por salir en su auto, alzó su mano para llamar su atención.

-¡Hey, Steve!-llamó, el joven se giró y le sonrió-, ¿me llevas?

-Claro, ¿dónde vas?-preguntó mientras encendía un cigarrillo.

-New orleans, de hecho-respondió, el chico alzó sus cejas sorprendido-, pero podrías dejarme en la carretera. ¿Dónde iba, por cierto?-cuestionó, se sentó en el asiento del copiloto y dejó su mochila en los asientos de atrás.

-Oh, está bien. Revisa esa compartimiento-ordenó, botó las cenizas por la venta, la menor frunció el ceño, él le volvió a insistir-. Vamos, Gallagher. Es un regalo, no estarás por mucho tiempo y bueno...

Quinn soltó un chillido de emoción, tomó la bolsa de marihuana y la acercó a su nariz, olía bien.

-No lo puedo creer-murmuró. Se acomodó mirándolo y apoyando su espalda en la puerta-. Bien, Vamos, eres mi amigo, ¿qué dices, quieres ir acompañarme? -preguntó.

Asintió, cediendo ante su joven vecina.
Le dio una calada a su cigarrillo y la señaló con éste.

-No somos amigos, sólo soy al que le compras hierba-dijo divertido mientras giraba el volante y ella negó inmediatamente.

-No es cierto. Eres mi amigo, Steve-aclaró. El chico asintió y le sonrió.

-Hoy te puedo dejar en la autopista, en unos días te alcanzaré, debo ver con quién dejo mi tienda.

La chica asintió. Estaba emocionado su amigo iría a nueva orleans con ella, ella jamás había ido ahí, que mejor que conocer esa ciudad con alguien.

Dejó apoyar su frente sobre el vidrio de la puerta. Pronto llegarían a la avenida, Quinn volvió a abrir el compartimiento y sacó un bolígrafo, alargó su mano hacia atrás y tomó su bolso, lo abrió y sacó unos pósit.

-¿Qué haces?

-Escribo el número del hospital de mi tío.

-Oh, ¿es enfermero o medico?-preguntó, le dio una última calada a su cigarrillo y lo deja en el cenicero del auto.

-No, está internado ahí-dijo sin pensar, estaba concentrada en escribir en número. El joven frunció el ceño-. Estaré allí en menos de un día si tengo suerte. En Texas-apretó los labios-. Dejaré la bolsa, no quiero tener problemas. Tú podrías llevarla.

Abrió la puerta cuando se detuvo el auto, pegó el papel sobre el tablero, salió y se despidió una seña militar, él tocó la bocina y partió.

Quinn acomodó bien su bolso sobre su hombro, comenzó a caminar, oyó el motor de un auto, se dio vuelta y alzó su dedo pulgar. El auto no se detuvo. Bajó la mano y siguió caminando.
Volvió a hacer lo mismo y está vez si pararon.

-¿A dónde?-preguntó una mujer bajándose los lentes de sol.

La menor se apoyó sobre el marco de la ventana.

-Hola. A Texas, ¿pero que es lo más cerca que puedes dejar?

La mujer apretó los labios, asintió y abrió la puerta, volvió a colocarse bien los lentes.

-Oklahoma. Entra.

Gallagher sonrió y se sentó, dejó su bolso bajo sus piernas, la mujer encendió un cigarrillo.

-Me llamo Jo, ¿y tú?-preguntó. Señaló su cajetilla-. Por cierto, saca uno si quieres.

-Me llamo Quinn. Y gracias-murmuró encendiendo el cigarro.

-Y dime, Quinn, ¿por qué una chica de dieciséis querría ir a Texas cuando acaba de comenzar el verano?-preguntó divertida.

-Iré a visitar a un tío, pero planeo ir a Nueva Orleans y pasar allí el verano--

-Espera, ¿y tus padres? Tienes como ¿14? ¿15?-interrumpió extrañada.

Rió divertida, era una de las preguntas que más oía.
Extendió su mano hacia la ventana, le dio un par de golpecitos a su cigarrillo para botar las cenizas.

Se encogió de hombros.

-Tengo dieciséis, mis padres son bastantes liberales-respondió con simpleza-. Ellos ahora-bostezó-... deben estar leyendo mi nota.

La mujer asintió, miró una flecha que marcaba la falta de gasolina, golpeó el volante levemente con sus dedos con nerviosismo. Quinn frunció el ceño al notar eso.

-¿Sucede algo?-preguntó, exhaló el humo y lo apagó en el cenicero del auto.

-Eh, sí, sólo debo pasar a una gasolinera-respondió-. ¿Podrías mirar en tu celular sin hay alguna cerca?

-No tengo-mencionó, la mayor la miró extrañada, se encogió de hombros-. Preferí que me dieran dinero y así ahorrar para mis viajes-explicó-. Lo siento.

𝘼𝙐𝙏𝙊𝙎𝙏𝙊𝙋, outer banksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora