Amor Distante en la Cercanía del Corazón
Rubius todas las mañanas le mandaba un mensaje para saludar a Vegettita y saber sobre él, el moreno le respondía con mucho cariño que el chico de cabello blanco y ojos verdes se emocionaba muchísimo, después de todo, no le era indiferente al chico que le gustaba. Solían reunirse por lo menos tres veces a la semana, yendo a minar, construir o a matar enemigos para ir "limpiando" el pueblo de Karmaland. El albino no era fan de salir por las noches a eliminar monstruos, era de los que preferían quedarse en casa, en la seguridad de su hogar y no salir de ahí hasta que el sol volviera a salir. Pero Vegetta siempre le preguntaba con suma emoción que le acompañara a la aventura nocturna, y además... el moreno siempre se quedaba horas minando con él en busca de diamantes, así que se lo debía.
Pero de pronto, todo cambió.
El chico de ojos lilas y cabello negro ya no respondía los mensajes de la mañana, ni lo buscaba para hacer aventuras juntos. Rubius al principio pensaba que quizás estaba muy ocupado, luego se comenzó a preguntar si había hecho algo que pudiera haber hecho molestar al moreno, sin embargo, no lo encontró. Aún así, el albino nunca le preguntó a Vegetta el motivo de su distanciamiento, solo lo dejó estar, sin entender bien por qué.
Triste y confundido, estaba el albino tirado sobre su sofá, pensando todas las opciones por las que de pronto Vegetta ya no le respondía ni buscaba como antes, cuando vio por la ventana un chocobo verde descender del techo de su casa vikinga en las alturas. Willy se bajó de su ave voladora y golpeó la puerta del hogar del único chico que llevaba una sudadera con capucha de oso. Rubius lo saludó por la ventana, y se desperezó para ir a abrirle.
-¡Willy! ¿Qué te trae por acá? -contestó un sonriente Rubius, saludando a su amigo. Sin embargo, el chico de ojos rasgados y cabello igual del blanco que el suyo, lo miró con seriedad.
-¿Tienes idea de lo mucho que me tenías preocupado? Está bien que pueda ser muy bromista y pesado al hablar, pero si te desapareces de las reuniones de la Hermandad Oscura por un mes y sin avisar, obviamente me voy a empezar a preguntar donde estás, ¿sabías?
La sonrisa del chico oso se desvaneció. Willy dio un paso hacia él, haciéndole retroceder. El visitante avanzó cada vez más, haciendo que Rubius caminara hacia atrás hasta que se tropezó con una punta de su escalera de caracol, provocando que el otro albino se inclinara rápidamente para sujetarlo por la cintura y evitara que se cayera. La acción fue tan veloz y poco calculada que Willy jaló al chico con tanta firmeza que hizo que sus rostros quedaran sumamente cerca, Rubius pudo descubrir una faceta que jamás había visto en su compañero, una que duró menos de un segundo, y aún así, nunca la olvidaría: Willy se había sonrojado, y en un parpadeo había soltado al osito de Karmaland para darle la espalda.
-P-perdón.
¿Qué le pasaba a Willy? Jamás lo había visto siendo tan tímido y... tierno. Algo dentro de Rubius se removió, y una involuntaria sonrisa se le escapó.
-Perdóname tú a mí, pero si no te me acercaras tan de repente, sí vería por donde camino.
Esa frase tan inocente causó en el amante del verde una carcajada ronca y repentina, eliminando de su cuerpo todos los nervios que había sentido al tener a Rubius tan cerca suyo. El contrario, en cambio, sintió su cuerpo vibrar cuando Willy rió. Automáticamente se llevó la mano al corazón, deseando -tontamente-que eso ayudara a que se la calmara, y Willy no pudiera escuchar cuan fuerte estaba latiendo, y ni hablar de la velocidad con la que iba.
Casi como si lo hubiera llamado con el pensamiento, Willy se volteó a ver nuevamente a Rubius, encontrándose con la sorpresa de que el albino estaba sonrojado, apretando su sudadera en la zona del corazón, y al parecer contenía su respiración. El joven con ojos rasgados no pudo creer que era posible sentir más amor por Rubius, porque sí, lo amaba.