I.

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Los fuertes rayos del sol dieron en su adormilado rostro, una molesta y ruidosa melodía daba con sus oídos cuando abrió los ojos y vio a su compañero de cuarto, John Bonham, buscando entre sus miles de discos de vinilo, mientras sonaba uno en el tocadiscos.

— Te recuerdo que no vives solo—. Reprochó Robert, levantándose apenas de su desordenada cama.

— ¿Deberiamos ir a la escuela hoy?—. Dejó de lado sus discos y porquerías para sentarse al lado de Plant—. Ya sabes... hoy seguramente no pasará nada divertido y no haremos nada.

— John, escucha —. El chico se levantó y se dirigió al baño para quitarse el olor a alcohol y cigarrillos de la noche anterior—. Aunque no pase nada divertido debemos ir, no sé de qué te quejas si de cualquier forma no haremos nada, solo diremos "presente" y nos quedaremos dormidos.

John junto a su mejor amigo eran chicos populares, de buen perfil, ambos eran jugadores del equipo de básquetbol de su escuela, sus calificaciones eran perfectas (no por ellos) y las chicas morían por salir una vez en su vida con ellos. Salían cada fin de semana con sus compañeros a embriagarse quien sabe dónde para luego volver tarde a casa y despertar con un inmenso dolor de cabeza.

— Oigan, el fin de semana Bowie hará una fiesta en su casa, sus padres no estarán ¿van a ir? Habrá alcohol, chicas, piscina, chicas —. David pasó sus brazos sobre los hombros de ambos chicos, apoyándose en ellos para caminar.

John y Robert se miraron, ninguno de los dos estaba seguro ya que sabían que esas fiestas de Bowie siempre terminaban con la policía en la puerta del mencionado. Hace unos meses los uniformados terminaron interrogando a ambos chicos, casi pierden su marihuana y botellas de cerveza por eso, y no querían estar en la misma situación una segunda vez.

— Seguro, ahí estaremos —. Habló Robert y le sonrió a David, aunque ni el estaba seguro de cumplir su palabra—. ¿No es así, John?

Bonham miró extrañado al rubio, comprendiendo lo que quería hacer en la fiesta —. Oh, seguro, sabes que las fiestas no son nada sin nosotros.

— Bien, a las 10 en la casa de Bowie, no olviden llevar cooperación y condones —. David soltó a los chicos y se fue quien sabe dónde, dejando a los dos jóvenes con sonrisas en sus rostros.

Ambos sabían que la noche de la fiesta aprovecharían para robar algunas cosas del hogar del anfitrión, eso hacían casi siempre, ya tenían algunas cadenas, decoraciones pequeñas para sus habitaciones y sobre todo vinilos, así los ganaban. En cada fiesta se llevaban al menos 3 o 4 discos y luego en su ordinario departamento los escuchaban como si ellos hubiesen gastado de su dinero.

— ¿Algunas veces te sientes mal por hacer lo que hacemos? —. Preguntó Plant, llevando un sándwich a su boca.

— ¿Te digo la verdad? —. pausó un poco y miró a Robert—. Si, pero solo algunas veces, recuerda que siempre que lo hacemos estamos borrachos o drogados, entonces no involucro mis sentimientos en eso.

— Claro, tienes razón—. Robert sonrió y llevó otro pedazo de sándwich a su boca—. Va a estar genial la puta fiesta.


Luego del almuerzo ambos jóvenes fueron a la cancha de básquet a practicar un rato para su partido. Ambos estaban cansados, sentían que sus músculos ardían debido al esfuerzo físico pero aún así no se detuvieron en mucho rato. Sabían que sí eran malos en el salón de clases al menos debían ser buenos con un balón.

You could be mine; JimbertDonde viven las historias. Descúbrelo ahora