Taylor había accedido a que Tate la llevara a casa en su auto, solo para tratar de conversar con él, o quizás solo para tratar de que la dejara en paz, había un silencio incomodo, solo se podía escuchar el molesto sonido del limpiaparabrisas, ella apoyó su cabeza en la ventana, mirando como llovía, por un momento se había perdido en sus pensamientos, hasta que Tate detuvo repentinamente el auto, esto la asustó un poco y más aún porque se detuvo en un lugar bastante solitario, de pronto sintió como él puso su brazo alrededor de sus hombros y se acercó para besarla, ella trató de alejarlo, pero el la sujetó con más fuerza
- Suéltame Russel, en serio - se quejó la chica
- Nunca, tu eres mía y lo sabes bien - dijo acercándose a su cuello
- Eso no es cierto ¡Aléjate de mi! - exclamó empujándolo
Tate al ver esto, la miró fijamente, notó que Taylor estaba tratando de bajarse del auto, entonces se acercó rápidamente a ella tirandole el cabello, la chica se quejó
- ¡Déjame en paz Russel!¡Te odio! - gritó la chica entre lagrimas
Al ver que Taylor estaba gritando demasiado y alguien podía oírla, le cubrió la boca con sus manos, la chica estaba sollozando
- Cállate maldita perra, deja de tratar de llamar la atención - susurró Tate furioso
Taylor estaba desesperada, necesitaba salir de ese auto, no sabía en que lugar estaba, pero eso no importaba, solo necesitaba estar lejos de él, así que sin pensarlo mordió la mano de Tate, este se quejó y al notar que su mano sangraba, abrió la puerta del auto y la empujó con violencia hacia afuera, la chica cayó de boca contra el lodo que había allí, él posteriormente cerró la puerta y se fue rápidamente del lugar, laa chica se puso de pie como pudo, llena de lodo y mojada por la lluvia. Ya había anochecido, había una tormenta y no sabía donde se encontraba, sacó temblorosa su celular del bolsillo de su chaqueta, llamó a su madre pero esta no contestó, nerviosa llamó a la empleada de su casa, pero ella tampoco contestó, cada vez se desesperaba más, parecía que todos la habían olvidado, caminó siguiendo el camino donde se había ido el auto de Tate, el lugar parecía un bosque, los arboles se movían bruscamente con el viento, lo cual asustaba mucho a Taylor, intentó llamar a sus amigas, pero tampoco contestaron, solo le quedaba una opción, no era la mejor, pero era la única que tenia, llamó a su padrastro.
Aquel día en que todo iba a cambiar, tenía 7 años cuando su madre le presentó al señor Myers, el vestía elegante y parecía ser un hombre amable, la madre de Taylor sabía que ese hombre las sacaría de la pobreza, ya no tendrían que seguir vendiendo los pocos muebles de la casa, ni tampoco seguir viviendo de la poca generosidad de la gente, él se agachó para quedar a la altura de Taylor y le estrechó la mano, mientras sonreía.
- ¿Taylor que ocurre? - preguntó el padrastro al otro lado del teléfono
Eran las 11:30 pm, Taylor ya se encontraba en casa, por primera vez se había sentido bien al ver a su padrastro, entró caminando lentamente hacia la sala de estar y se puso de pie frente a un espejo que allí se encontraba, su cara tenía manchas de lodo y su rubio cabello estaba totalmente despeinado y sin brillo, sus ojos celestes parecían perdidos en el vacío y sus labios estaban resecos, al ver su reflejo allí, una lágrima corrió por su mejilla
- Taylor cariño, deja de mirarte en ese espejo y ven a conversar conmigo - dijo su padrastro desde el sofá, mientras bebía un vaso de whisky
Ella sin decir nada, obedeció y se sentó junto a él, el hombre colocó uno de sus brazos en el respaldo del sofá, justo atrás de Taylor, mientras que en la otra mano sostenía el vaso
- ¿Qué hacías allí sola? - preguntó él hombre
- Estaba perdida, y nadie contestaba mis llamadas - respondió ella con la vista fija en el piso
El padrastro dejó el vaso ya vacío sobre la mesa de centro y miró a su hijastra, tomando su mentón con delicadeza
- Estas muy sucia, tienes la cara manchada ¿alguien te hizo algo?
- No - respondió cortante ella
La mesa siempre estaba llena de comida deliciosa, cuando la madre de Taylor se casó con el señor Myers, la sonrisa de su madre era cada día más radiante y todo el tiempo tenía ropa nueva, Taylor ya no tenía que jugar con aquella vieja muñeca que le había regalado su abuela, ya que tenía juguetes nuevos y caros, el señor Myers las llevaba a pasear todos los fines de semana a lugares hermosos y siempre le compraba un helado a Taylor , con chispas de chocolate y de 2 sabores, la vida parecía haber mejorado
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EL CLUB DE LOS SILENCIOSOS
HorrorUn extraño profesor de filosofía decide crear un club después de clases para conversar en más profundidad con sus alumnos, con la idea de aconsejarlos y ayudarlos con sus problemas, pero no todo es tan bueno como parece.Los problemas de sus alumnos...