Doce

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Odiaba a Félix, realmente odiaba a Félix, aún le resultaba difícil creer que su primo hubiera podido quitarle a la chica de sus sueños sin importarle nada, quería que Félix regresará lo más rápido posible a su casa en Londres y tan grande era su deseo de que eso sucediera que había terminado por pedírselo... en realidad sugerírselo a su padre esa mañana.

- ¿Ya te dijo la tía Amelie cuando planean regresar a Londres? - le había preguntado Adrien casualmente a su padre mientras Gabriel trabajaba en un hacer el terno para un cliente.

- No lo ha hecho - le dijo mientras trazaba en la tela el boceto de los cortes que haría más adelante.

- Pero si le preguntaras quizá se fueran más rápido - comentó Adrien.

- Lo dudo, esa mujer está empeñada en conseguir de vuelta mis anillos, mira que ha dejado de lado su trabajo para venir a buscarlos ¿Es que ya te cansaste de tenerlos aquí?

- Extraño tener el cuarto solo para mí - dijo Adrien encogiéndose de hombros, se sentía algo reacio a contarle a su padre la verdadera razón por la que quería a Félix muy lejos de Francia, muy lejos de su Marinette.

- Yo también extraño tener la casa solo para nosotros - murmuró Gabriel pero aparte de eso Adrien fue incapaz de conseguir una firme resolución de su padre para que enviara de vuelta a Londres a su primo y a su tía.

Félix no parecía en lo absoluto afectado con que Adrien hubiera dejado de hablarle, eso molestaba muchísimo a Adrien aunque no lo admitiría nunca en voz alta, está solo y muy triste, se pasaba largas horas en su cuarto, ahora que Félix pasaba mucho tiempo fuera junto a Marinette, Adrien disponía de su habitación completamente y lejos de agradarle el cambio, preferiría tener a Félix allí, donde pudiera vigilarlo.

La imaginación es uno de tus peores enemigos cuando uno está celoso, cada que Félix salía de casa mil y un posibilidades se habrían en la mente de Adrien y se encontraba pensando durante horas en lo que la chica de sus sueños y su primo estarían haciendo.

¿Fueron a la heladería de André? ¿Qué les dijo el heladero cuando entraron a su local? ¿Les preparo helados que se correspondiera el uno con el otro? ¿Habrían pedido que les pusieran sus nombres en los helados con caramelo? ¿Se habrán sentado uno frente al en la mesa mirándose fijamente a los ojos mientras comían los helados o prefirieron sentarse al mismo extremo de la mesa y Marinette colocó su cabeza sobre el hombro de Félix mientras conversaban y comían helado? ¿Habrán entrado al local tomados de la mano? ¿Habrán salido del local tomados de la mano? ¿Se habrán besado ya? ¿Se habrán besado cuando estuvieron en la heladería de André? ¿El heladero les habrá dicho que hacen una pareja maravillosa?

De tanto pensar Adrien inventaba historias de dignas de ser convertidas en películas mientras su primo estaba fuera, en la mayoría Félix y Marinette terminaba felizmente casados y Adrien asistía a su boda muriendo de tristeza, en otras su primo llegaba saltando de felicidad a casa y le pedía que fuera el padrino de su boda y en otras, en menor cantidad y al mismo tiempo en todas y cada una de sus especulaciones, Marinette parecía darse cuenta de repente que no amaba a Félix y de una manera u otra regresaba corriendo a sus brazos pidiéndole que la perdonara y que la amará siempre.

Para empeorarlo todo Ladybug estaba más extraña de lo que ya había estado las últimas semanas, la heroína parecía más reacia a contarle lo que hacía y habían visto muchos testigos que afirmaban verla haciendo rondas también en la mañana, más de una vez había atrapado los akumas antes de que akumatizaran a sus víctimas y ahora Cat Noir se sentía completamente desplazado, Ladybug había sido siempre su compañera, en teoría su igual femenino como superhéroe, pero en la práctica ella era más su asistente que otra cosa, era Cat Noir quien hacía los planes, era Cat Noir el favorito de las cámaras y era Cat Noir el que siempre estaba al mando de su pequeño grupo de dos, pero ahora con Ladybug tan independiente y decidida, sentía que ya no lo necesitaba, era ella quien podía purificar akumas, sin ya no era él quien pensaba los planes y dirigía al equipo, sentía que comenzaba a estar de más.

Aquello inherente a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora