Aquello inherente a ti

Veintiséis

Lo primero que noto en la mano de la amiga de Adrien fue que esta llevaba uno de los anillos que pertenecían a su familia, debería obligadamente ser aquel que su tío le había confesado haber perdido, este último detalle había enfurecido a toda la familia Graham de Vanily, pero allí estaba el anillo ahora, en los dedos de una de las amigas de su primo.

Mantuvo la compostura todo el tiempo que estuvieron en esa cafetería tan incómodamente concurrida junto a esa chica, de vez en cuando mandaba alguna rápida mirada al anillo que tranquilamente colocado sobre la mano de la chica brillaba como provocando, él mismo llevaba en su mano la pareja exacta de ese anillo, el mismo grabado que comenzaba en el anillo de la chica terminaba en el que llevaba puesto o al contrario si se lo veía desde otro ángulo, pero era su anillo, de eso no había duda.

Ella parecía consciente de sus miradas furtivas al objeto en su mano y sus ojos se clavaban sobre él con una mezcla de sentimientos que Félix, en su nada sociable naturaleza, no se esforzó por aclarar, aun así sabía que lo miraba, que cada que desviaba la mirada al anillo o hacia a algún gesto, ella sonreía, no coqueta, como solían hacerlo todas las mujeres que se le acercaban, y atraídas por su aspecto, poco les importaba lo que él pensara, hiciera o dijera; no, esa sonrisa denotaba familiaridad, una familiaridad que él no le había dado.

Entonces terminaron el café, Adrien se levantó porque tenía una sesión de fotos dentro de poco y Félix sabía que sería demasiado raro no acompañarlo, así que se levantó también y la chica, que había terminado su café hace tiempo hizo lo mismo dejando apilados en la mesa sus cuadernos de bosquejos.

- Bueno Marinette, te veo luego - dijo Adrien con el celular en la mano, se acercó para darle una rápido beso en la mejilla y se dio la vuelta hacia la caja para pagar lo que habían pedido, Félix pareció no darse cuenta de las acciones de su primo aunque vio por el rabillo del ojo todo lo que Adrien estaba haciendo, extendió la mano hacia la chica y le regaló una de esas sonrisas deslumbrantes que tenían un efecto casi hipnótico en las chicas que lo miraran, ella le devolvió la sonrisa, no coqueta, hasta ese momento no había actuado coqueta, sino divertida, Félix disimulo con maestría la molestia que le causaba esa reacción.

- Un gusto haberte conocido Marinette - dijo extendiendo la mano, quizá le diera un simple apretón de manos, tal vez le besaría la mano como un caballero de tiempos pasados, aún no lo había decidido pero la respuesta era; cualquier forma que se le acomodara mejor para quitarle el anillo de la mano como hace años había hecho con su tío.

- Lo mismo digo Félix - dijo ella sonriendo, en sus ojos se reflejaba la nostalgia y cierta tristeza pero él no lo noto, no estaba acostumbrado a percatarse de los sentimientos de las personas que no requirieran que se percatara de ellos, tenía los ojos clavados en los ojos de ella, azules, junto a una boca rosada y una nariz pequeña y delicada, era más bonita de lo que había notado en ese video donde la había visto años atrás, pero para alguien tan ligado al mundo del cine, la moda y el dinero, una belleza así no era tan destacable, había visto mujeres más hermosas, más curvilíneas, más seductoras, no como ella que era más bien tierna en lugar de candente, no, era bonita pero de no tener el anillo en su mano se olvidaría de ella en cuanto saliera del local, aunque sus ojos habían capturado los de ella solo le estaba dedicando la atención suficiente para ponerla nerviosa, así que lo que paso a continuación lo tomó por sorpresa, ella, volvió a sonreírle con esa diversión de quien vuelve a encontrarse con un viejo amigo, una sonrisa que le dio escalofríos y rechazando su mano le puso las manos un poco más arriba de los codos y poniéndose de puntillas le dio un beso en cada mejilla, como Félix se había quedado tieso y era más alto que ella los besos fueron más en su mandíbula que en donde se acostumbra normalmente, entonces ella se alejó y le dio una sonrisa risueña.