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No dejaba de ver su número registrado en la pantalla de mi móvil.
Amaba verlo, sabía que por tanto ver aquellos números arábigos, terminaría aprendiendo su número telefónico. Lo cual no me disgustaba.

-TaeMin, devuelve esas muletas a la escuela. No las necesitas. Dijiste que estabas bien.

-Por favor madre, has visto muchas series, ya deberías saber que pasa cuando alguien finje estar enfermo.-A veces me gustaría meter un bollo a la boca de mi hermano para que guardara silencio.

-Entonces, una chica está cuidando de ti.-Mi madre parecía que no le incomodaba aquel hecho, ya que sonreía mientras llevaba un bocado de comida a su boca.

-O tal vez, un chico.-TaeSun tomó la palabra para molestarle, a lo que yo rápidamente le di un golpe debajo de la mesa con mi pie.

Aquel se quejó en silencio y sonrió para sí mismo. Sin embargo no dijo nada más en la mesa.

-TaeSun, no digas tonterias. TaeMin si de verdad te duele te llevaré al médico a que te revise.-Parecía que a mi padre no le agradaba la situación ya que su rostro serio lo expresaba todo.

-¡No!, es decir... La abuela era enfermera, ella puede curarme y revisarme. Iré con ella. ¡Cómo si fuera mi médico privado!.

Al decir aquellas palabras tratando de salvar mi pellejo. Escuché como todos en aquella mesa había soltado una carcajada.
Pues bien, era de esperarse, cuando tu abuela no te toma aprecio. (o aparenta no hacerlo).

-Min, de verdad necesita un médico. Pero mental.-Decía entre risas mi hermano mayor tomando agua para dejar de reír.

Mi padre simplemente le siguió la corriente, mientras mi madre solo trataba de contenerse.
Pues bien. Éramos los mosquitos de la familia, aquellos a los cuales no los deseaban. Y preferían que volaramos a otra dirección, lejos de ellos.
Sobre todo de la abuela, quien era la del pensamiento de esa manera. Ya que no había nadie más en la familia.

No dije más en la comida y trate de hacer mi ejercicio de actuación para hacerme el indignado.

-Puedes ir con la abuela, si crees que quiera curarte.

-Gracias madre. ¡Iré en cuanto acabe la comida!.

Estaba decidido a darle aquella visita, sin embargo ni se debía sólo a ella, sino que quería ir, para ver si lograba encontrarme a MinHo.

Cuando terminé mi comida, me coloqué ropa cómoda y volviendo al vendaje y muletas me dirígia con cuidado a la calle con rumbo a casa de la abuela.

Todo el tiempo había llevado las muletas cargandolas, ni las tenía puestas. Pues era difícil usarlas y bastante cansado.

-¡Abuela! ¡Soy yo!.-Grité desde fuera de la puerta de su casa, esperando que con eso MinHo escuchara y saliera a verme.

Tal vez había visto muchas series animadas japonesas románticas y me imaginaba que mi vida sería como la de los protagonistas de esas historias.

Mi plan fracasaba, pues bien, nadie abría la puerta. Ni mi abuela ni MinHo. Por lo que solté un suspiro y me recargue en la puerta aun hablándole a mi abuela a pesar de que no contestara.

Diez minutos exactos había estado esperando. En el momento que di vuelta ya rendido, fue cuando escuché la voz de mi abuela acercándose a mí.

-¿Qué haces aquí?.

-Gracias abuela, también le quiero.-A pesar de que había sido bastante grosero por responderle con sarcasmo ella no me golpeó con su bastón, simplemente sacó la llave de su casa y comenzó a abrirla para poder entrar.-¿a donde había salido abuela?.

Ella levantó una ceja y se acercó a ver mi rostro para luego negar con movimientos de cabeza y acomodarse sus gafas.

-Eres igual de entrometido que tu madre.

Hice puchero al escucharla y tomar asiento en su sofá, dándome cuenta que la única ventana que había al pasillo lograba ver al departamento de MinHo.

Una mujer de lindo aspecto y muy bien arreglada, se había acercado a su propia ventana y abrirla. Dejando ver un poco de su interior, al parecer ellos iban a comer por lo que la familia Choi se sentó en la mesa.

Sonreí al ver que desde ahí podía mirar a MinHo a lo lejos.
Era tan adorable comiendo, y a diferencia de mi familia aquellos no hablaban para nada.

-¿Qué miras tan embobado?.-Habló mi abuela acercándose a la ventana y acomodar sus lentes de vista. Para después darme un zape bien merecido con su bastón. En cierta parte agradecía aquello ya que me hizo volver a la realidad y dejar de estar tan mirón.

-Espías a los vecinos, ¿qué clase de persona eres? ¡Un psicópata! Lo que me faltaba.

-Abuela tranquila.-Era inevitable no reír por lo cual lo hice.

-Fui a comprar algunos camarones, ayúdame a quitarle la cáscara.

Asentí poniéndome de pie y seguirla para sentarme en la mesa de su comedor y ayudarle a separar aquello que no se comía de la carne del crustáceo.

-TaeMin... ¿Eres tonto o por qué traes esas cosas contigo?.-Habló rompiendo el hielo mientras señalaba con su mirada a las muletas que las había dejado junto a la puerta.-Tu herida no es muy grave.

¿No puedo cargarlas sin ningún motivo?, ¿por qué todo el mundo me pedía una explicación lógica?

Realmente no sabía que decirle o cómo contestar a su pregunta, sin embargo varios mensajes comenzaron a llover en mi teléfono celular. Por lo que me dirigí a este y comencé a revisarlos.

"¿Quién te crees para denominar te como el encargado del grupo de escenografía?"

"Ya que eres el líder, dinos ¿Qué hacer?"

"¿te parece si hacemos efecto especiales con agua simulando moverse?"

"Lo siento Tae... 😳 Una persona me pidió tu número telefónico y como no contestabas se lo dí"

Al parecer todo el mundo se enteró de que había ido con MinHo a decir que era el líder. Sí que me había metido en un gran lío.

El último mensaje se debía a SunYoung quién como ella dijo anteriormente, me había pedido permiso para difundir mi número.

-Ahhh abuela, ¡soy tonto!.-Dije desesperado golpeando mi frente contra la mesa.

Ella solo soltó una risita y caminó a su refrigerador donde sacó un mango y lo colocó frente a mí.

-Tengo dos nietos tontos, uno que lo es por no visitarme y el otro que lo es por visitarme. Anda, come ese mango que te hará bien.

Al escucharla sonreí, tomando la fruta tropical y comenzar a comerla. Mientras le contaba a mi abuela aquel asunto acerca de ser el líder de la escenografía.
Ella daba varios comentarios que hacían reír, por lo que evitaba que me sintiera mal.

Mirándote Desde Lejos (2MIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora