Mi perdición.

I

Hace un mes que regresamos de nuestra luna de miel, ha sido maravillosa, Ramiro es el hombre perfecto, me trae hipnotizada se podría decir, hemos tenido una boda inigualable sin duda a pesar de los que nos querían separar debido a la diferencia de edad y clase social, solo nos llevamos diez años, y él me ama tal como soy al igual que yo a el, no entiendo porque oponerse, pero me siento muy feliz de a ver encontrado a este hombre que hoy me acompaña, admito que tuvimos altas y bajas en nuestra relación, pero me siento orgullosa de decir que las superamos y estamos felizmente casados. Me encontraba en la cocina hablando con la cocinera de la casa, estábamos decidiendo juntas lo que cenaríamos, el hermano menor de Ramiro viene a la casa por problemas con sus padres y no es seguro pero probablemente viva con nosotros, no me molesta en absoluto, solo que desde que vivimos juntos, no ha pasado mucho tiempo, y realmente me hacía ilusión vivir solo con él, pero no soy quién para negarle ayuda a su familia. Una vez que tenemos todo listo me retiro dejándola hacer su trabajo, es una mujer grande, en este poco tiempo me he hecho muy amiga de la señora Andrews, ha sido muy buena conmigo y yo lo intento con ella. 

Me dirigí a nuestro cuarto donde él aun dormía plácidamente, afortunadamente esa mañana podía entrar más tarde a su trabajo por lo que me levanté más temprano para poder ayudar a la Señora Andrews con el desayuno, ya que ni bien nos instalamos en la casa él ya había contratado la servidumbre y nunca me había dejado hacer algo por él, como el desayuno. Me acerqué a él y le di un suave beso detrás de la oreja para que se despertara apoyando la mano en su torso desnudo. 

Rama...-dije bajando el tono de voz- Esta listo el desayuno, levántate cariño, iré a ducharme lo más rápido que pueda y espero te hayas levantado cuando regrese.-continúe al ver que entreabría levemente los ojos. 

Tomé la ropa que había preparado anteriormente y entré al baño con ella, la dejé sobre el cesto de la ropa sucia y abrí el grifo para luego meterme en la ducha, me quedé unos minutos sintiendo como el agua caliente recorría mi cuerpo para luego continuar bañándome, no quería demorarme mucho, si perdía mucho tiempo Ramiro se iría a la empresa sin desayunar como siempre. 

Una vez que salí me rodeé el cuerpo con una toalla bordo, tomé una igual y comencé a secarme el cabello con la misma para luego colocarmela en la cabeza para así poder secarme el cuerpo. Me puse un conjunto de ropa interior blanco con bordado negro y lunares del mismo color, una musculosa blanca, que resaltaba de gran manera mis tatuajes de brazos y cuello, algo escotada dejando a la vista el bordado negro de mi brazzier, un short de jeans oscuro con tachas en los bolsillos traseros y gastado en la parte delantera. Me quité la toalla de la cabeza y comencé a peinarme, Me até el cabello en una coleta alta y salí del baño descalza, al ver que Ramiro estaba ya con el traje puesto anudándose la corbata sonreí y me senté en la cama. 

Buenos días.-saludé mientras me colocaba una zapatillas largas, me llegaban un poco más debajo de las rodillas, con gran plataforma, me encantaba usar el calzado alto, me ayudaba con mi escaza altura que se hacía más notoria con la exagerada altura de mi esposo. 

Buenos días.-contestó él y cuando terminó con su corbata se acercó a mí y me dió un fugaz beso en los labios- Te espero abajo, veo que tienes para rato.-dijo sonriendo al ver lo largo que eran los cordones de mis zapatillas.-Dale.-le respondí sonriendo mientras me ataba las zapatillas, abré tardado uno cinco minutos, bajé las escaleras rápidamente y me reencontré con Ramiro en la sala del comedor donde me esperaba con el desayuno servido, me senté junto a él para que pudiéramos comenzar a comer. 

¿Cómo te ha ido ayer?, has llegado tan tarde que me quedé dormida.-sonreí- ¿Pudiste arreglar todo con tus padres? 

El suspiró y bebió un sorbo de café-Si, como te dije, lo más probable es que ahora que vivimos solos me tiren el problema a mi.-dijo con cansancio.