«Ahora que no me preocupa mi soledad
porque me absorbe la de ella.
La soledad que
yo
genero en ella.»
—Pilar Adón.
—
Cuando los primeros rayos de sol acariciaron las cortinas, colándose tenuemente dentro de la habitación, Ban ya llevaba despierto un buen rato.
Todo lo que había ocurrido en las últimas veinticuatro horas había sido tan intenso que no sabía ni cómo sentirse.
Hacía un buen tiempo que no hacía el amor. Sí, a pesar de tener pareja, porque hacer el amor es mucho más que liberar el deseo carnal, es sentir que amas tanto a alguien que eres capaz de unirte a esa persona mucho más allá de lo físico. Había tenido relaciones sexuales en los últimos meses, sí, pero no se había sentido así con Elaine desde hacía mucho tiempo.
Sin embargo, había vuelto a experimentar esa sensación con Jericho. Era muy probable que para ella esa experiencia no fuera nueva, sino que la hubiese sentido también la noche en la que concibieron a Stephanie, pero para Ban todo era como una primera vez.
Claro que tenía muchos sentimientos encontrados en ese momento. Era feliz porque por fin se había sincerado con Jericho y se habían correspondido el uno al otro, pero ¿qué sucedería ahora?, ¿y Elaine? No podía seguir con ella. No podía. Y ese hecho llevaba rondándole en la cabeza desde que se había despertado.
Tampoco quería hacerle daño porque, sin duda alguna, el hada había significado mucho en su vida. Gracias a ella, había encontrado un motivo para ser y eso era algo que siempre le agradecería. Pero el amor que se profesaban se había esfumado por completo y no era justo que una relación que fue en su tiempo tan pura acabara de forma tan rastrera. Por ello, su primer propósito cuando saliera de esa casa era dirigirse hacia la que compartía con Elaine y romper su relación.
Se giró para ponerse de lado y observó la espalda desnuda de Jericho, cuya respiración tremendamente sosegada le indicaba que aún dormía.
Se sentó en la cama, apoyando la espalda en el cabecero con cuidado, mientras que un breve quejido de dolor se escapó de sus labios. La herida estaba considerablemente mejor, pero debía tener cuidado, no apoyar el hombro y no forzar el brazo demasiado.
Se sentía muy aliviado cada vez que recordaba que la chica de cabello lila se había convertido en una mujer tan fuerte, capaz de plantarle cara incluso a uno de los Siete Pecados Capitales. Siempre la había estimado, pero ahora su admiración por ella era tan grande que ya no le cabía en el pecho.
Además, pensó que, cuando todo se estabilizara y formalizara entre ellos, debería aprender a ser padre. Nunca lo había hablado directamente con Jericho, pero era más que evidente que Stephanie era su hija; la hija de los dos. Y sus interacciones se habían limitado a ser amigos. Probablemente, la niña lo viera como a un señor que era amigo de su madre y que le resultaba gracioso y simpático, pero no como a una figura paterna. Era inevitable; después de todo, llegaba años tarde, toda la vida de Stephanie tarde, y sabía que eso debía remediarlo y que no iba a ser nada fácil.
Suponía que le iba a resultar algo complejo porque debían, primero, entre Jericho y él, contarle a la pequeña la situación y esperaba que lo tomara bien. No tiene que ser sencillo de asimilar tan repentinamente que el hombre que visita tu casa de vez en cuando es tu padre.
Tenía muchas dudas, muchísimas, pero de lo que estaba completamente seguro era de que quería que esa fuera su vida desde ese mismo día.
De esa forma, pensando en cómo iba a ejecutar cada acción desde que saliera de la casa de la chica de cabello lila, pasaron un par de horas.
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Insustancialidad
Fanfiction[Ban x Jericho] Entonces, Jericho comprendió que su vida dejó de ser normal, cotidiana y mediocre aquel día en el que conoció a Ban en la Prisión de Baste. Pero lo que hizo que se alejara para siempre de aquella insustancialidad fue el hecho de que...