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La vida de Harry había dado un giro de 180 grados.

En muy poco tiempo, había pasado de ser un alfa tan solo preocupado por el trabajo y el bien estar de sus empleados, a pasarse la existencia pensando en una sola persona, Louis.

Si, Louis Tomlinson, ese hermoso y rebelde ser, de profundos ojos azules que le había arrebatado el aliento y con él, su preciada tranquilidad.

Sus días eran terriblemente angustiosos y las noches tampoco eran mejores.

El alfa ya no había intentado contactar con su pequeño tormento pues la última vez que se habían visto, Louis lo había rechazado e incluso le había lanzado sus zapatos con mucha rabia.

Se sentía morir pues jamás pensó perder el Norte por otra persona y mucho menos que sería por otro alfa, en particular, uno tan malditamente malhumorado.

Tras seis días y seis noches, realmente creía que se le acabaría la vida lejos del ojiazul pero a pesar de repasar detenidamente todo lo que había pasado entre ellos, no se arrepentía de nada en absoluto.

Harry estaba completamente seguro de que Louis era su destinado y que si este no permitía que su amor siguiese adelante, él terminaría enloqueciendo sin remedio.

Harry estaba completamente seguro de que Louis era su destinado y que si este no permitía que su amor siguiese adelante, él terminaría enloqueciendo sin remedio

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No se le ocurría nada que pudiese hacer más que esperar y rogar al cielo para que el ojiazul entrase en razón y siguiese su instinto de destinado.

Mientras tanto en su galería, Louis intentó por todos los medios seguir con su vida, creando obras de arte y saliendo con sus amigos de vez en cuando.

A pesar de su empeño, eso no dio resultado pues el atractivo empresario ojiverde, siempre estaba presente en su pensamiento.

No sabía si era por capricho o quizás por el rencor hacia la vida, ya que esta lo había hecho así o simplemente por orgullo pero no quería ceder ante la debilidad de buscar al alfa.

Sin embargo, todos esos intentos de Louis se fueron al traste pues de repente, una tarde su celo apareció sin previo aviso.

Durante horas lo intentó todo, saciar su necesidad con su mano pero le fue inútil, entonces buscó hacerlo con otros, con los cuales solía hacerlo, aunque tampoco funcionó.

Su marca le quemaba como el infierno, su entrada goteaba como el de un débil omega y por si fuera poco, su alfa interior agonizaba por tan solo un ser en el mundo y ese era por supuesto Harry Styles.

Su marca le quemaba como el infierno, su entrada goteaba como el de un débil omega y por si fuera poco, su alfa interior agonizaba por tan solo un ser en el mundo y ese era por supuesto Harry Styles

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Finalmente ya muy perturbado por su delirante y agónica necesidad de ser llenado, el ojiazul se subió a un taxi y este lo llevó a la casa del empresario.

Ya casi amanecía cuando el ojiverde escuchó unos fuertes golpes en su puerta y extrañado y casi sin ganas, se levantó de la cama y acto seguido caminó hasta la puerta principal.

Tras mirar por la mirilla y no ver a nadie, el empresario preguntó varias veces quién era el que llamaba a esas intempestivas horas pero nunca obtuvo respuesta alguna.

Ya regresaba a la cama cuando escuchó un débil alarido, entonces sintió como una fuerte y electrizante corriente le recorrió el cuerpo y le aceleró el corazón.

Rápidamente su mente voló hasta el ojiazul y sin vacilar ni un solo momento, sacó el seguro de la puerta y abrió.

Louis estaba tirado a los pies de su puerta, rápidamente el alfa lo cogió en brazos, lo llevó hasta el interior de su casona y con cuidado lo dejó en su cómodo y lujoso sofá del salón.

-Louis ¿qué te ocurre?...pequeño ¿Estás bien?-preguntó mientras le acariciaba su sudada frente.

El castaño abrió los ojos y acto seguido se incorporó y se sujetó al cuello de este.

-Ha-Harry...mi ce-celo...m-mi ce-lo delta-habló casi sin fuerzas.

El empresario llenó sus pulmones con el fuerte y agridulce olor de este haciendo que su alfa interior se estremeciera y su entrepierna se pusiera duro al instante.

-Fo-Follame Ha-Harry, t-te ne-necesito—Suplicó el ojiazul con la voz entrecortada.

El ojiverde entonces sonrió ampliamente y sin perder ni un solo instante más, le arrancó la ropa de un tirón, se agachó y comenzó a chupar el erecto miembro, mientras que Louis, gemía y jadeaba delirante entre los cómodos y carísimos cojines de plumas de ganso...

56. Delta Lou- Omegaverse Larry Stylinson- Historia Corta - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora