Capítulo 40

374 43 4
                                    

POV: Berenice

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

POV: Berenice


—Nos pide que nos quedemos quietos. ¡En serio! ¿Qué se ha fumado Enzo?

Vi como Evelyn explotaba llena de coraje caminando sin parar como si estarse quieta no fuera su mejor virtud ahora mismo. Yo estaba apartada, esperando a ver que hacían y recuperarme más rápido ahora que había vuelto a ser visible; de alguna forma lo era, aunque ellos no pudieran verme.

—Por una parte, entiendo que no quiera que vayamos, es demasiado peligroso —comentó Aliza ensimismada.

—Pero están solos —replicó Dandelion intranquilo y siseó ante la locura de Enzo.

—Yo no pienso dejar que luchen solos contra Jonathan —adjudicó Burke cargando su arma.

Puse los ojos en blanco.

—Ni yo —saltó Evelyn con Dan asintiendo a su lado.

—Nadie se está rajando. Todos queremos ayudar —explicó Declan calmando los ánimos—. Pero reconozcámoslo. Estamos perdidos. No sabemos dónde está esa dichosa puerta.

—Argh que rabia —pateó Evelyn el suelo, lanzando una piedra lejos.

—No debe de quedar muy lejos de aquí, ¿no? —puntualizó Aliza mirando a todos.

Nadie supo que responder. Yo si sabía dónde estaba la puerta de la que hablaban, la que conducía a la Cámara Sagrada de Ériu que contenía la Esfera. Pero me sentía atrapada, porque no quería traicionar la decisión que habían tomado Enzo y Adara —aunque no fuera la más acertada—, además la puerta arcaica estaba demasiado lejos de aquí, llegaríamos casi en la noche al ritmo de un humano vivo.

—Hey, esperad —exclamó Evelyn como si hubiera dado con la clave—. Berenice está aquí con nosotros. Ella puede decirnos donde ir.

Di un brinco, aflorando mis nervios. Santo Dios. ¿Por qué tenía que decirlo en voz alta?

—¿Berenice estás aquí?

Ante la insistencia de Aliza al llamarme, me dirigí a Burke que ya mantenía su impasible mirada sobre mí. Suspiré. Agaché la cabeza asintiendo algo retraída para que les dijera que estaba aquí. No quería que pensaran mal de mí cuando les comunicara a través de Burke que nos les ayudaría a encontrar a Enzo y Adara, porque aceptaba lo que ellos habían pedido. Sé que a más de uno le iba a caer como una patada y me odiarían por mi decisión, y sé que Burke les resaltaría lo inútil y cobarde que era por no querer ayudarlos.

—Se ha marchado hace un par de minutos. No me dijo donde se marchaba —les respondió Burke con pasividad, haciendo que no le importaba.

Me quedé helada —más de lo que ya estaba—, mirándolo sin parpadear mientras él los miraba a ellos actuando con normalidad. Guau. Eso era nuevo. ¿Por qué me ayudaba? ¿Por qué no había dicho que estaba aquí?

El latido del deseo. Parte 2 [Deseo Éire #3] © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora