POV: Adara
Cuando desperté descubrí que tenía un apósito detrás de la cabeza debido a mi caída en el santuario —cuando perdí toda la capacidad de razonar— y había reabierto una vieja herida de hace diez años.
¿Ironía o casualidad?
Creo que ninguna de las dos. Reabrí esa vieja herida que yo misma provoqué por huir de Berenice, porque en ese tiempo no conocía mi origen y cometí la estupidez de huir de ella. Si no lo hubiese hecho, el recuerdo de haber conocido a Enzo con tan solo quince años hubiese cambiado mucho las cosas. Tal vez no habríamos tardado diez años en encontrarnos de nuevo.
Desperté con casi todos mis amigos en la habitación, amargados de preocupación y ansiedad. Tenía un horrible dolor de cabeza, como si me estuvieran dando constantemente con un martillo, pero lo soportaba porque ese golpe había desencadenado mi recuerdo y que recuperara algo tan valioso y hermoso. Un hermoso recuerdo perdido. Necesitaba ver con urgencia a Enzo. No soportaba la idea de que estuviese en esa fría habitación, solo. Ya lo sé, estaba empezando a perder la cabeza. Eso sería lo más sensato a pensar. Qué había decidido construir mi propia fantasía para mermar el dolor y la tragedia que suponía haber perdido a Enzo. Porque con Enzo muerto, todo moría para mí.
Prefería la locura, contraer una enfermad o la propia muerte, que aceptar la muerte de Enzo. Eso nunca.
Todos se pusieron de acuerdo en prohibirme verlo por el estado en el que se encontraba. Menos Berenice, que lo supe por Aliza que se encontraba en la habitación de Tommy cuidando su estado.
Pero no permití que ninguno me dijera qué hacer con mi vida. Si quería estar con Enzo en esa habitación, lo estaría. Puede que me estuviera volviendo loca, pero es como si algo en mi interior se hubiese activado... una energía poderosa, algo celador, posesivo y muy, muy protector, y me arrastrara hacia esa cama y me doblegara a permanecer junto a él. Esa sensación con el paso del tiempo se hacía más fuerte e intensa.
Pero aunque me muriera de ganas de estar con Enzo, antes de ir a él y velarlo, hice un pequeño trabajo con el cuadro de Jonathan y Laida. Tomé un cuchillo de la cocina, llegué al santuario, me planté frente a él y descargué toda mi furia contra el cuadro consiguiendo que estuviera irreconocible. Me daba igual que castigo me impusiera Tymora por tocar algo de su propiedad o de la diosa. Pero no iba a tolerar que la imagen de ese cerdo estuviera en mi isla. Porque era mía. Mía y de Enzo.
Cuando regresé a la Residencia, Dandelion tuvo la persistencia de perseguirme para hacerme cambiar de idea con respecto estar con Enzo y de que nos marcháramos de la isla con su cuerpo. Hice oídos sordos a todas sus exigentes peticiones porque no quería que se la cargara él, se cuánto dolor estaba soportando por la pérdida de su mejor amigo y no merecía descargar toda mi furia con él. Todos habían tenido su oportunidad de estar a solas con Enzo para despedirlo. No sé por qué saber eso me quemaba la sangre. Saber que habían aceptado su muerte así sin más.
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El latido del deseo. Parte 2 [Deseo Éire #3] © (+18)
RomanceLas reglas de la isla Williams son sagradas. Vive. Ama. Olvida. Ten fe. Lucha. Arriesga. Si sigues sus reglas... podrás sobrevivir. Ella es la elegida de la marca elemental y él su guardián. Adara y Enzo jamás imaginaron que sus vidas fueran tan imp...