Dια 7

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Guatemala continuaba mirando el cadáver sin vida del español frente a él.
Ojeras ya habían en sus cansados ojos, a la vez que estaban bastante rojos, pero de tanto llorar. Guatemala ya había perdido la noción del tiempo, no sabía cuánto tiempo llevaba allí sentado y mucho menos, cuánto tiempo llevaba allí encerrado. Ocurrieron tantas cosas, para él habían pasado semanas.

- Hey! Good morning my dear friend.

Guatemala sólo lo ignoró, ya estaba arto de todo, él desearía haber sido el primero en irse, él desearía no estar atrapado ahí, él desearía no haber visto todo lo que vió... Él desearía no haber cometido lo que cometió.

- Are you bad for your friends' death? Come on! They're not here, not anymore, and you can't do something to change their destiny.

- ¿Cuánto?

La persona tras todo esto quedó atónita, no comprendió lo que balbuceó el país, por eso preguntó...

- What?

- ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

Rendido, Guatemala ya había aceptado su destino, era el último que quedaba y no podía hacer nada, y cuando pudo hacer algo no lo hizo.
La sangre seca que se encontraba en el suelo le llamaba la atención, no sabía por qué, pero no despegaba la mirada de esta.

- Well, now it's 3 a.m.

- No te pregunté eso.

- I know.

Dijo en tono burlesco, el guatemalteco frunció el seño al escuchar una pequeña risa del otro lado.

- You've only been here seven days.

- ¿Sólo siete?

No recibió respuesta a la pregunta tan boba que acababa de hace.

- But congrats! You've reach 'til the end of the game... It's time for the last level.

- ¿Último nivel? ¿Por qué no sólo acabas conmigo y ya?

- Because that's not funny.

Tras eso dicho, las manos del guatemalteco se desataron dejándolo libre, se levantó lentamente y miró a su alrededor, pero se encontraba en la misma oscuridad.
Una puerta se abrió, Guatemala miró hacia aquella puerta y sólo logró ser cegado por la luz que había del otro lado, pero rápidamente se acostumbró y se dirigió hacia, lo que parecía, otra habitación.

Antes de abandonar aquella sala oscura, se giró a ver una vez más al español, pero para su sorpresa, este ya no estaba sólo quedaba el rastro de su sangre.

Antes de abandonar aquella sala oscura, se giró a ver una vez más al español, pero para su sorpresa, este ya no estaba sólo quedaba el rastro de su sangre

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El centroamericano estaba con los ojos cerrados, en medio de una habitación blanca completamente iluminada. ¿Por qué? Bueno, el blanco combinado con la luz del lugar lo cegaba, así que prefirió cerrar los ojos y sentarse en el frío suelo.

NØ ESCAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora