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A la mañana siguiente, se despertó con la cálida luz del sol bailando a través de las persianas de su habitación. La serenidad llenó el espacio, un tono pastel que sólo un fin de semana podría pintar. Estirándose perezosamente, Nagito miró hacia la puerta de su habitación. Estaba cerrada, como siempre, pero el saber que Hinata —un verdadero dios—, estaba al otro lado en algún lugar de su casa hizo que todo el espacio se torciera en un área desconocida.

Una gran parte del cerebro de Nagito le gritó, recordándole que tenía un invitado y que debía ocuparse de él. Pero una parte más inteligente de su cerebro le recordó que Hinata era un dios y que no necesitaba ninguna forma de hospitalidad que una persona normal necesitaría.

Por lo tanto, se quedó más tiempo en la cama, revisó su teléfono, antes de levantarse y prepararse para el día. Un poco de tarea se ubicaba en su escritorio, recordándole que tenia que trabajar en ella. Hizo la nota mental para realizarla más tarde. Saliendo de su habitación, bajó las escaleras y se dirigió a su cocina.

Hinata estaba de pie en la cocina, mirando la estufa con una intensidad que era bastante adorable. Nagito reprimió una risa y se aseguró de que sus pasos fueran fuertes, alertando al dios de su presencia. Éste no se dio la vuelta, pero lo percibió e inclinó ligeramente la cabeza en un saludo silencioso.

—Buenos días. —Nagito rompió el silencio.

—Buenos días, Nagito.

Silencio. Nagito abrió la puerta de la nevera.

—Así que, uh...

¿De qué hablar con Hinata? En realidad, el único hilo que los conectaba era el deseo de Chiaki y Nagito. Después de todo, el dios estaba viviendo con él para que ellos pudieran... Las mejillas de Nagito se quemaron y él cerró la puerta de la nevera.

—¿Estás bien? —Hinata preguntó—. No agarraste nada.

Las mejillas de Nagito ardieron más. 

—Yo... —Agarró la manija de la puerta del refrigerador y la abrió de nuevo, tratando de encontrar algo para preparar el desayuno—. Estaba pensando. Lo siento.

—¿Sobre nuestros besos? —Hinata preguntó.

Fue tan contundente. Nagito medio balbuceó y se golpeó la cabeza. Hinata estaba de pie a un lado, con los ojos concentrados.

—Bueno, ayer establecimos que doce besos son el máximo. Así que, ¿podemos repartirlos o podemos hacerlos todos a la vez?

Hinata se acercó y dio un cálido beso a Nagito en la cabeza.

—Allí. Uno. ¿Añadimos otro ahora o más tarde?

Las mejillas de Nagito seguían ardiendo pero se tragó la vergüenza y se inclinó hacia atrás, apretando el más pequeño de los besos en la mejilla de Hinata.

—Dos.

—Dos en efecto —Hinata sonrió—. Entonces, ¿continuamos?

Aunque fuera sólo un deseo y no un beso real, la casualidad que rodeaba el tono de voz de Hinata avergonzó a Nagito. 

—Uh, no —Nagito se las arregló para decir—. Déjame hacer el desayuno.

—Mis disculpas —Hinata dio un paso atrás—. Te dejaré hacer eso.

Nagito asintió y se volvió hacia el refrigerador. La frescura de la nevera había desaparecido. ¿Había dejado la nevera abierta a través de todo eso? Qué vergüenza. Nagito agarró rápidamente el cartón de huevos y cerró la puerta, concentrándose en hacer el desayuno. Después de encender un elemento y poner una sartén, rompió un huevo en el mostrador antes de abrirlo en un bol, se enfocó en hacer una tortilla francesa.

Revolviendo el huevo con unos palillos, él miró a medias a Hinata. Estaba sentado en la mesa de la cocina, golpeando ociosamente sus dedos en la superficie con un ritmo suave. La mirada de Hinata se arremolinó en el espacio. Nagito no había decorado su casa con muchos objetos personales, pero los pocos que había sacado se las arreglaron para atraer la mirada del dios.

—Esas son unas fotos muy bonitas —Hinata se volvió hacia Nagito—. Parece que tienes muchos amigos.

—Los tengo —Nagito dejó sus palillos y probó el calor de la sartén poniendo su mano sobre ella—. Los conocí en el instituto. Estábamos todos en las mismas clases. —Bien, la sartén estaba caliente. Nagito fue a coger su huevo revuelto y a verterlo en la padilla. Abrió la nevera y cogió un poco de jamón ya cortado en cubos, mezclándolo con las sobras de cebollino y queso rallado.

—¿Sigues en contacto con ellos? —Hinata preguntó.

—Sí —Nagito puso el tazón en su fregadero—. Aunque hagamos cosas diferentes, nos arreglamos para vernos.

—Cuéntame más sobre ellos. Si quieres. —Hinata añadió con tacto.

Nagito agarró una espátula y dirigió su mirada a la sartén, viendo cómo el huevo burbujeaba ligeramente.

—La chica de pelo castaño y el hombre gigante a su lado son Akane y Nekomaru. Son los raros novios del instituto que siguen juntos —Nagito cuidadosamente colocó la rasera bajo el principio de su tortilla francesa—. La chica de pelo plateado y el chico con un parche en el ojo son Peko y Fuyuhiko. Crecieron juntos y están comprometidos —Empezó a doblar el huevo sobre sí mismo, el queso derretido permitiendo que la totalidad de su tortilla se pegue—. Luego están Kazuichi, Gundham, y Sonia. No puedes perderte a Kazuichi con su pelo rosa.

—Ciertamente no puedo.

—Todos están saliendo —Nagito volteó su tortilla, presionando ligeramente, viendo el aceite chisporrotear por debajo—. Es gracioso porque en el instituto todos pensaban que Kazuichi sólo quería la atención de Sonia —Se rió a medias y se giró para mirar a Hinata por un momento—. Entonces la chica del kimono es Hiyoko y la otra a su lado es Mikan. Teruteru está al lado de Mikan e Ibuki es la chica con el brazo alrededor de Mikan. La última persona, Mahiru, no está en la foto porque fue quien la tomó.

—Ya veo. Eso es maravilloso —la voz de Hinata era cálida—. Parece que la mayoría de tus amigos están juntos.

—Lo están —Nagito estuvo de acuerdo y le echó un vistazo a su tortilla. Estaba terminada. Apagó la estufa—. Estoy feliz de que sean felices.

—Entonces, perdóname por mi brusquedad, ¿pero quizás estás saliendo con Chiaki?

Nagito se alegró mucho de no intentar mover su tortilla. Dio un grito de asombro y se volvió hacia Hinata, que tenía la cabeza ladeada por la curiosidad.

—¿Me equivoco?

—Yo... —Nagito tropezó para encontrar sus palabras—. No estoy interesado en Chiaki de esa manera. —Nagito tragó con fuerza, la vergüenza tiñó sus mejillas y su tono.

—Oh, ya veo. Mis disculpas —Las mejillas de Hinata se tiñeron de rosa también—. Discúlpame por entrometerme. H-He pasado tanto tiempo sin compañía, olvidé mis modales.

—Está bien. Elegí responder y decírtelo. —Nagito respondió chapando su tortilla.

—Gracias Nagito, pero recordaré ser más cauteloso con las preguntas que haga en el futuro.

Nagito sólo podía asentir con la cabeza y volver a su desayuno.

(Quedan novecientos setenta y cuatro besos. Doce al día.) 

[...]

Como Wattpad anda haciendo cosas raras, lo avisaré por aquí uwu 

Este fic junto con The taste of melon and the weight of a plushie fox, serán actualizados un día sí, y un día no. Un día este, y un dia el otro, para que así los esperen x33 ¡Nos leemos!

1000 Kisses 「KomaHina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora