🌸 25🌻

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Los últimos pasos hacia su casa fueron los más difíciles, pero Nagito obligó a sus piernas a moverse, a dar los pasos. Su corazón  palpitaba con nervios mientras los dedos buscaban a tientas las llaves. Sin embargo, Nagito no las necesitó. La puerta se abrió y dentro estaba Hinata, con la cara llena de preocupación y furor.

—Yo...

Hinata metió a Nagito dentro y cerró la puerta.

—¿Dónde estabas? —Hinata preguntó—. No fuiste a trabajar. Me pasé por allí y me dijeron que llamaste para decirles que estabas  enfermo. Me apresuré a volver aquí y no estabas en casa. ¿T-Te has saltado el trabajo?

—No importa... —Nagito murmuró.

—¡Nagito, sí importa! —Hinata presionó—. ¿Qué pasa?

—No pasa nada —Nagito insistió suavemente—. No me sentía bien para trabajar. Salí.

—Saliste después de mentir en el trabajo y saltartelo. Sigues mintiendo. Algo está mal. ¿Qué es? Sabes que siempre estaré a tu lado para escucharte.

Siempre estaré a tu lado. Como si lo fuera... Las palabras dolían y Nagito odiaba cómo le mordían la piel. Hinata sólo estuvo aquí el tiempo que les llevó besarse doce veces. La verdad dolió y le mordió más el corazón. Gracias a Dios que había llorado en el bar de karaoke.

—No es nada —repitió Nagito, con la voz más alta. Miró a Hinata—. Sólo bésame.

—Nagito... no estás en el mejor estado. Deberíamos esperar...

Nagito quería deslumbrar pero todas sus preocupaciones y frustraciones se fundieron con suavidad. Discutir con Hinata no era como él quería que su tiempo terminara.

—Lo siento, estoy... nervioso por el despertar de Chiaki. Tuve que esforzarme para volver y darte los últimos doce besos.

Los ojos de Hinata brillaron, conmovidos.

—Nagito...

—Pero ahora estoy bien —La voz de Nagito era estable, pero su mente gritaba "mentiroso".

—Estás demasiado estresado. Haremos esto más tarde. —Hinata se alejó.

O al menos lo intentó. Nagito no permitió que Hinata lo hiciera. Al avanzar, lo besó, presionando su boca firmemente contra la ajena, desesperado y hambriento. Si estos fueran los últimos besos que le daría a Hinata, Nagito iba a ir a por ello. Abriendo la boca de Hinata, juntó sus lenguas, profundizando sus besos como siempre quiso pero no se atrevía al haber sido un cobarde antes. Hinata gimió contra Nagito y pronto fue empujado contra la pared, sus labios se encontraron bruscamente. Nagito envolvió sus brazos a toda prisa alrededor de Hinata y lo incitó, mordisqueando su labio inferior mientras se alejaban.

—Diez... —Nagito contó.

Hinata gimió, su cara enrojecida lucía tan bien...

—N-Nagito...

—Sólo bésame otra vez. — exigió antes de tomar su noveno beso con otro movimiento hambriento.

El sol, los girasoles, el pino, se arremolinaban tan fuerte en la boca de Nagito, que lo manchaban todo. Estuvo probando Hinata durante semanas y eso sólo hizo que le doliera el pecho. Así que besó a Hinata como si necesitara sus besos para vivir. Hinata no se quejaba mientras apoyaba a Nagito en la pared, sus labios eran codiciosos. Sus ocho y siete besos fueron contra la pared, pero el sexto y el quinto emigraron hacia las escaleras, cada vez más salvajes.

Su cuarto beso fue contra la puerta de la habitación y el tercero fue en su cama, Nagito se apretó con fuerza contra el colchón. Su segundo beso ocurrió cuando los dedos de Nagito vagaban y se agarraron a la túnica de Hinata. Él gimió en respuesta y apretó su pierna entre los muslos de Nagito mientras lo besaba por última vez.

Fue un apasionado deslizamiento de lenguas y cuando se separaron, Nagito jadeaba pesadamente junto con Hinata, sus alientos mezclándose con gracia. El cuerpo de Hinata enjaulaba a Nagito en el colchón y lo único que se le ocurría era desear y necesitar. Levantó la mano con valentía, apoyandola en la parte trasera de la cabeza de Hinata y lo acercó a él.

—Uno...

Hinata parpadeó expresando confusión.

—¿Uno...? —Repitió.

—Sí —Nagito tragó saliva y el calor se hinchó en su cuerpo y en su corazón—. Ya son mil besos.

—No... No lo son...—murmuró Hinata con el calor quemándole la voz.

—Sí, sí lo son—El corazón de Nagito latía con fuerza en su pecho—. Cero.

Hinata dio una larga mirada. Sin duda, ahora que sus besos habían terminado, lo dejaría jadeando, excitado y solo. Intentó alejarse, reconstruir sus muros, pero Hinata no le dejó. En su lugar, sujetó con suavidad las mejillas de Nagito  y le besó de nuevo.

Nagito se congeló. No había necesidad de que Hinata le besara ahora que se habían dado los mil besos. Pero aquí estaba, siendo besado con cariño por la deidad. Sus paredes, las pocas que tenía, se derrumbaron cuando recibió dos besos más, sus labios brillantes y resbaladizos cuando se alejó.

Tragó saliva y casi se perdió cuando el Dios se lamió los labios y se sentó sobre él. Ahora que el calor estaba en pausa, Nagito podía ver el anhelo y el deseo claros en la cara de Hinata. Fue el último martillo en la pequeña pared de Nagito. Agarrando a Hinata para que volvieran a estar a ras del colchón, giró las caderas.

—Tómame... —Nagito pidió con las pupilas dilatadas, sus mejillas sonrojadas y los ojos entre abiertos.

—Nagito... —Hinata gimió, estremeciéndose al oírlo y contemplarlo.

Nagito giró sus caderas con más insistencia.

—Tú eres el que está llevando esto más allá de nuestro contrato. Tó. Ma. Me. Ahora.

Los ojos de Hinata se abrieron de par en par y abrió la boca, sin duda para intentar convencer a Nagito de que no siguiera tentándolo, pero fue interrumpido.

Te deseo, Hinata...

Cualquier restricción que Hinata haya tenido, se rompió al oír esas precisas palabras. Se inclinó y besó a Nagito, sus manos bailando sobre la camisa y tirando de ella, desnudándolo con una velocidad casi cegadora, dejandolo en su ropa interior. Con un chasquido de luz, Hinata estaba encima de Nagito, completamente desnudo. Pasaron un par de instantes, como si Hinata estuviera esperando a que Nagito lo detuviera.

Él no lo hizo. Hinata avanzó y lo besó, necesitado y lleno de lujuria. 

1000 Kisses 「KomaHina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora