🌸 10🌻

4.8K 570 458
                                    

A la mañana siguiente, Nagito bajó las escaleras y encontró sus platos no sólo lavados, sino también secos y guardados con cuidado. Hinata no dijo nada, pero cuando Nagito se acercó a la mesa para darle su acostumbrado beso matutino, prácticamente pudo sentir el orgullo que sólo alguien podría tener al ayudar, irradiando de Hinata.

—Gracias, Hinata. —Nagito dijo en lugar de un saludo.

—Buenos días —Hinata medio se volvió hacia él—. Y no fue un problema, Nagito. —Hinata aseguró.

Nagito se sonrojó.

—Lo siento. Buenos días a ti también.

Hinata sonrió y atrajó al humano para un beso, sus labios eran cálidos contra los de Nagito. Cuando se separaron, las mejillas pálidas se quemaron un poco. Qué vergüenza, a esa cercanía, el dios lo notaría. Nagito agachó el rostro y presionó un suave y rápido beso a un lado de la cara de la deidad. Hinata medio rió y la vibración lo envolvió. Alejándose, se enderezó.

—Desayuno. —Lo anunció, como si tuviera que dar una razón de por qué se iba del lado de Hinata.

No dijeron nada sobre los besos en la boca, pero durante el resto del día Nagito intentó no besar a Hinata en los labios.

(No duró tanto como él quería.)

(Quedaron seiscientos catorce besos. Doce al día.)

~

Nagito pudo señalar todo lo que quiso cuando sus besos empezaron a incluir los de la boca, pero no pudo identificar cuando se habían transformado en besos exclusivamente de labios. El tiempo se había desdibujado cuando estudiaba para los exámenes finales, dos semanas corriendo con el calor y la intensidad de un cerebro que funcionaba con adrenalina y determinación.

Para cuando llegó a la última prueba, Nagito se había inclinado distraídamente en Hinata para un abrazo, y lo besó en los labios con el aire casual de la intimidad. Así fue como se encontró la noche de su último examen, sus  labios unidos a los de Hinata, antes de que su cerebro se sacudiera, casi como si el sentido común volviera finalmente a su mente.

Estaba besando a Hinata. En los labios. Y ni siquiera había descubierto lo que sentía por él.

Tren descarrilado no era ni siquiera el principio de la palabra que podía usar para describirse a sí mismo. Gruñendo, Nagito se revolcaba en su cama, las sábanas se enredaban en sus piernas mientras su mente corría, manteniéndolo bien despierto.

Patético. Ni siquiera era que Nagito pensara que estaba enamorado de Hinata. El hecho de estar enamorado implicaba que tenía una relación más estrecha con Hinata de lo que pensaba. Todo lo que eran en ese momento eran amigos (o al menos eso esperaba Nagito, ya que Hinata se había abierto sobre su pasado la etiqueta de "amigo" venía a él con facilidad). Sin embargo, esa etiqueta no detuvo el aleteo del corazón de Nagito cada vez que se besaban o pasaban algún tiempo juntos, sólo sentados y charlando. La sed de conocimiento de Hinata y el afán de conversar con Nagito se había convertido casi en un ritual para ellos, tanto como sus besos.

Besos que estaban destinados a ser para Chiaki. Hinata sólo besaba a Nagito para cumplir su deseo. Una vez que eso terminara, se separarían. No habría razón para que Hinata se quedara con Nagito. La verdad dejó un pequeño escozor en el corazón de Nagito. Dando vueltas una vez más, Nagito cerró los ojos e intentó encontrar el sueño.

Llegó lentamente, pero el sueño aún bañaba a Nagito con ondas desiguales y entrecortadas.

(Quedan cuatrocientos cuarenta y seis besos. Doce al día.)

~

Tres días después, el teléfono de Nagito se iluminó con un mensaje de Souda, recordándole la hora y el lugar de la fiesta. El recordatorio y la excusa de algo más para distraer a Nagito fue útil. Como de costumbre, Hinata simplemente tarareó con una sonrisa y le deseó a Nagito un buen rato. Era casi triste que Hinata no se expresara con sus besos (que para el placer y disgusto de Nagito, seguían siendo besos en los labios. No trataba de romper el hábito.) pero quizás eso era lo mejor. Los sentimientos de Nagito, si se les puede llamar de alguna manera, eran un flechazo. Nada más y nada menos. La idea era aleccionadora, pero Nagito tuvo que aceptarla por lo que era.

No había salido con nadie y las pocas personas que le gustaban a Nagito terminaron siendo sus amigos o no. Las personas de las que Nagito se había enamorado, eran históricamente gente que admiraba antes de que esa admiración muriera o se convirtiera en amistad. El enamoramiento de Hinata iba a cambiar obviamente en la dirección del primero, muriendo como lo harían las hojas en otoño, en silencio y con gracia.

Así que cuando Nagito vio que la fiesta que Souda estaba organizando no era sólo para sus amigos, sino también para otras personas que habían conocido en la universidad (principalmente Akane y Nekomaru, que eran los más sociables de todos, Koizumi y algunos de sus amigos de la fotografía, y Saionji con otros del teatro y la danza) Nagito tomó con agradecimiento, la esperanza que el giro de la fiesta le estaba dando. Tal vez encontraría a alguien más para charlar y hacerse amigo. Quizás haría un nuevo amigo esa noche y se olvidaría del tonto enamoramiento de Hinata.

(Lo cual fue muy difícil cuando Hinata le dio un beso de despedida a Nagito en la puerta justo antes de irse. Fue casi suficiente para que Nagito abriera la boca y le sugiriera a Hinata que le acompañara. Casi. Nagito no era un tonto). 

[...]

Se viene lo interesante, bueno, una de muchas ewe

Muchas gracias por su apoyo! :D Les recomendamos visitar las demás historias si no lo han hecho, para que tengan el mismo cariño que ésta! «3

1000 Kisses 「KomaHina」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora