Capítulo 4.

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Minutos después, Luke salió de la habitación, luciendo unos jeans desteñidos, una ajustada camiseta y chaqueta, que resaltaron cada músculo apretado en el cuerpo del hombre. Alejandro intentó no mirarlo demasiado, estaba todavía un poco molesto con él, así que se dijo a si mismo, que no caería ante sus provocaciones –aunque Luke no lo hacía a propósito… ¿O quizás sí?.

—Ellie, ven aquí nena, tengo algo para ti —Alejandro la llamó, mientras buscaba y le entregaba una bolsa blanca.

—¿Qué es? —la niña miró la bolsa, con curiosidad.

—Ábrelo —Alejandro sonrió— dime si te gusta.

Haciéndole caso, Eleanor puso la bolsa en el sillón, quitó una a una las grapas que unían la parte superior, encontrándose con un trozo suave de tela, color azul pálido. Al sacar su regalo, resultó ser una chaqueta aterciopelada, con capucha, y la palabra PRINCESA en letras blancas. Ellie miró su regalo, con sus ojos muy sorprendidos, para luego saltar a los brazos de Alejandro, que rió, cuando la pequeña casi lo lanzó al piso.

—¡Me encanta! —Eleanor dijo, dándole unos cuantos besos— ¡Gracias, Shaggy!

—¿Shaggy? —Alejandro arqueó una ceja.

—¡Sí! Me recuerdas a Shaggy de Scooby-Doo —Ellie contestó, con una amplia sonrisa, luego se apartó, para ponérsela.

—¿Qué es todo ese ruido? —Luke preguntó, al salir a la sala.

—¡Mira papi! ¡Shaggy me compró una chaqueta! Es tan suave —dijo, arrastrando las letras “a” de la misma forma cómica de antes.

—¿Shaggy? —Luke repitió el mismo gesto de Alejandro.

—¿Tengo que volverlo a explicar? Uysh… —Eleanor bufó, pellizcándose el puente de la nariz.

—Creo entender a qué te refieres, nena —Luke se acercó, y Alejandro dio un paso atrás—ven, déjame ayudarte —dijo, tratando de ignorar el dolor en su pecho, al ver como Alejandro se alejaba.

—Ayer la vi cuando venía desde el centro, no pude evitar detenerme para comprarla. Me hizo pensar en ti, apenas la vi.

—¿Soy una princesa? —Eleanor preguntó, con su bonito rostro, sonriente.

—Eres nuestra princesa—Luke le dio un suave beso en la mejilla, antes de soltarla—bueno, estoy listo para irnos cuando quieras—dijo, mirando a Alejandro.

—De acuerdo —Alejandro asintió, tomando sus llaves, luego a Mateo.

Ya que el día estaba frío y nublado, no hubo peligro para Eleanor al estar en el exterior. Además de los pocos rayos solares que les llegaban, apenas calentándolos, el grueso material de la chaqueta también resguardaría la sensible piel del dañino sol. El parque recreativo era un lugar donde los padres llevaban a sus hijos de todas las edades para pasar un rato agradable y enseñarles a socializar desde una corta edad. Mateo estaba emocionado, al ver que se dirigían ahí, mientras que Luke y Eleanor miraban alrededor con cautela, pero abiertos a darle al sitio una oportunidad.

—Hola Alex —el vigilante de seguridad lo saludó, con una suave sonrisa.

—Buenos días, señor Berkeley —Alejandro respondió, dejando a Mateo en el piso.

—¡Keykey! —Mateo corrió hacia el hombre, que lo tomó en brazos, riendo.

—Hola amigo, ¿Todo bien? —preguntó, haciéndole cosquillas en la barriga.

En ese instante, Alejandro escuchó un bajo gruñido vibrar detrás de él que lo sorprendió. Luke estaba ahí, encrispado, mirando al vigilante con cara de que quería arrancarle a Mateo de sus brazos y envolverlo con su cuerpo para que el otro hombre no pudiera llegar a su hijo… ¿Su hijo? Esta idea lo golpeó como una tonelada de ladrillos, ¿Ahora veía a Teo como suyo?

Serendipia (Lazos de Almas 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora