Serendipia (Lazos de Almas 3)

Capítulo 9.

—Si no haces algo rápido, tu familia morirá.

Con esa funesta declaración, la ansiedad de Alejandro se disparó al cielo. Él era sólo medio lobo, así que sus sentidos no eran tan afilados como el de un licántropo puro, eso lo frustró. Tras la orden de Khristopher, cerró sus ojos e inhaló profundo, tratando de conectarse con la energía de Luke, pero como ya sabía, el vínculo se sentía débil. Aun con sus ojos cerrados, comenzó a caminar lentamente hacia la puerta de entrada, donde el sol se estaba ocultado. Khristopher miró al cielo multicolor y siseó, no era seguro para él salir todavía, pero esperaba que el resto de sus hombres —una variada gama de cambiaformas—pudieran ayudar a Alejandro hasta que él tuviera la oportunidad de unirse.

—Siento un flujo de energía hacia el norte —dijo, señalando a esa dirección— ¿Sabes qué queda en esa región?

Khristopher asintió—La villa Dawn, ahí fue donde conocí a Luke, hace muchos años.

—Usted… puede rastrearlo también ¿No? Bebió de él en el pasado —Alex preguntó, mirándolo.

—Eso fue hace demasiado tiempo atrás —Khristopher meneó su cabeza—tanto, que ya ni siquiera recuerdo su aroma o gusto en mi boca.

—Entonces ayúdeme —Alejandro rogó, sosteniéndose de su camisa—yo no puedo hacer esto solo. Mi don no está completo —dijo, dejando caer sus manos—soy un inútil que no puede defender a su familia —gruñó con rabia—no pude hacerlo antes, y tampoco ahora. ¡Soy un jodido inútil!

—Alex… —Dean susurró e intentó acercarse, pero Khristopher lo detuvo.

—¿Qué quieres que haga por ti? —Khris preguntó, con una calma que desafiaba la tensión a su alrededor—yo mismo soy vulnerable ante la luz del sol, lo sabes.

—Muérdame —Alejandro dijo, de repente, como si un foco de luz se hubiese encendido en su cerebro, resaltando la solución a su predicamento inmediato.

—¿Qué? —Khristopher, Dean y Gabriel exclamaron al unísono.

—Si lo hace… ya no estaré incompleto, yo… seré como usted, o bueno, un poco —Alex miró hacia otro lado—agh… mierda… eso fue estúpido. Estúpido, estúpido, estúpido Alejandro —murmuró para si mismo, golpeando ligeramente su frente.

En ese instante, Khristopher y sus parejas se miraron entre sí, luego a Alex. El joven hombre se veía perdido ahí de pie, delante de ellos, a pesar su propuesta sonaba como algo ilógico para lo que estaba ocurriendo, también entendían la frustración al no poder encontrar a su compañero.

—De acuerdo —Khristopher dio un paso hacia él, sosteniéndolo con firmeza por los hombros—de antemano, me disculpo por el dolor —dijo, cuando extendió sus afilados colmillos a su máxima longitud y los enterró profundamente en el cuello de Alejandro.

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Cuando Luke despertó, sentía como si su cabeza fuera a explotar.
Trató de moverse, sólo para escuchar el tintineo de las cadenas que lo ataban a la pared. Sus ojos se abrieron poco a poco, encontrándose en el salón de conferencias de Janov, sitio donde en el pasado ocurrieron las reuniones y diferentes celebraciones del clan, sin embargo, ahora sus paredes amuralladas eran testigos de intenciones siniestras. A medida que sus sentidos despertaban, el potente olor a sangre, tierra y otros fluidos corporales llegó a su nariz, haciéndolo fruncir el rostro en una mueca desagradable, luego, al mirar más allá de él, se topó con la imagen más horrorosa que jamás hubiera visto.

Ahí, a pocos metros de distancia, Soren estaba tirado en el piso, gruñendo como un animal salvaje, con una postura encorvada alrededor de lo que en principio pareció un bulto amorfo, pero que resultó ser el cadáver de un humano a medio comer. La bilis subió a la garganta de Luke, amenazando con hacerlo vomitar. Él había leído sobre antiguos vampiros que comían carne, no solo sangre, como un método sanguinario y aterrador de establecer quién estaba en el tope de la cadena alimentaria, era una práctica bárbara que dejó de usarse con el paso de los siglos, pero al parecer, Soren era uno de esos vampiros con costumbres difíciles de cambiar… eso, o el tipo era un completo monstruo.