Athena
El ruido a mi alrededor constaba de murmullos por parte de mis compañeros mientras hacían bromas sobre la noche anterior donde Javier, uno de los novatos que había ingresado apenas hace dos semanas terminó ebrio sobre la barra del bar con brillo labial y maquillaje. Anoche fue jueves y como era costumbre nos reunimos en el bar que estaba cerca del cuartel, con tan solo unos cuantos tragos todos terminamos mal, incluyéndome. Todavía no entiendo cómo terminé besando a Logan en el baño de mujeres. Además por si fuera poco la resaca me estaba matando.
La razón por la cual casi todo el FBI terminó en malas condiciones esa noche fue debido al exceso de trabajo, al parecer los crímenes no han dejado de aumentar en las últimas semanas y el caso que particularmente estaba llevando me estaba consumiendo a tal grado de necesitar del alcohol para distraerme un poco.
Sin embargo, no puedo darme por vencida, no ahora cuando mi carrera estaba en la cima. Hace diez años que formo parte del FBI; diez años para que por fin me dieran mi propio operativo y demostrar de lo que soy capaz, es por eso que no puedo darme el lujo de estar ebria cuando allá afuera está uno de los criminales más buscados.
—Un latte con leche de almendras y vainilla, sin azúcar como te gusta. —Logan coloca un recipiente color marrón frente a mí.
—Eres mi salvación —digo aliviada. —No sabes cuánto necesitaba esto. —Le doy un sorbo a mi latte, la sensación cálido y activante del café se coló en mi sistema haciéndome sentir mejor.
—Ya sabes, agente Tucker a tu servicio. —Sonrío, Logan siempre se las arreglaba para mejorar mi mal humor.
Aún no puedo creer que él siga soltero. Con esos ojos claros, su cuerpo atlético y ese carisma; me resultaba extraño que no tuviera pareja, pero en fin. Yo era la menos indicada para aconsejarle para sentar cabeza por una sola razón.
Soy un asco en el amor.
Trabajo veinticuatro horas los siete días de la semana ¿qué hombre sería capaz de soportar eso? Y por si fuera poco trabaja para el FBI, esa fue una de las razones por la cual dejé de buscar al hombre ideal y entendí que nadie lograría hacerme renunciar a lo que tanto amo.
—¿Mala mañana?
—No tienes idea —llevo ambas manos a mis sienes tratando de aliviar el dolor. —Tuve que soportar los gritos de Collins las primeras dos horas. Él quiere resultados del caso y estando ebria no creo que sea posible.
—Pues te tengo buenas noticias —su voz sonaba tan alegre que tenía esperanzas de que fuera verdad. —Tu día acaba de empeorar. —Retiro lo dicho.
—No ayudas ¿sabes? —Sin embargo, él sigue sonriendo. —¿Qué puede ser peor que tener a tu jefe gritando cuando tienes una resaca?
—Él volvió. —Dejo de mirar el teclado de mi computadora y me pongo de pie de golpe como si me impulsara de un resorte.
—No puede ser —estaba cansada de lidiar con ese sujeto durante cada semana. —¡Por favor! Es la tercera vez en esta semana. —Me quejo.
—¿Podrías ser un poco más empática? Su novia está secuestrada y tú llevas su caso —bufo, a veces odiaba a Logan por tener la razón. —Si yo estuviera en su situación actuaría igual o de peor manera.
—No sabía que fueras tan sensible Logan. —Esta vez fue mi turno de sonreír. Me termino de colocar el saco de color negro que mostraba la placa del FBI en la solapa, tomé algunos documentos y me dispuse a encontrarme con aquel hombre.
Él estaba de espaldas frente al enorme ventanal que mostraba gran parte de la ciudad, no podía verlo, pero sabía la expresión que tenía su rostro en ese momento. Angustia y desesperación. Esas expresiones que tanto había visto en las personas que acudían a nosotros. Cuando estuve a unos pasos de él mi corazón se estremeció, esto me sucedía desde el primer momento en que lo conocí.
Había algo en él que me resultaba familiar y lo peor era que sabía a quién me refería. Habían pasado diez años desde que nos conocimos y su recuerdo seguía tan presente como el aquél día en ese callejón, a tal grado de que lo viera a él en el rostro de otra persona.
—Abogado. —Al escuchar que lo llamaba se dio la vuelta rápidamente, no pude evitar sentirme mal cuando veo su rostro. Estaba más ojeroso que la semana pasada y su barba había crecido un poco.
—¿Hay noticias? —Esa es la primera pregunta que sale de sus labios cada vez que viene, no es la primera vez y dudo que vaya a ser la última.
—Por favor —hago un ademán invitándolo a tomar asiento y así lo hizo. Cruzo mis manos sobre el escritorio y lo veo fijamente. —Malek, estamos haciendo todo lo que podemos, pero aún no tenemos nada acerca del paradero de Francescca.
—Dos meses —sus puños se cierran sobre la mesa y sus dientes estaban tan apretados que creí que iban a romperse. —Ella lleva desaparecida más de dos meses y lo único que me ha dicho es estamos haciendo todo lo que podemos.
—Cálmese.
—¿Cómo puede pedirme que me calme cuando mi novia puede estar muerta? —Él se levanta de la silla bruscamente, la rabia destellaba en su mirada —¿qué puede saber usted de lo que estoy sintiendo?
—Comprendo su angustia, pero su caso no es el único que atendemos y sino puede controlarse será mejor que se retire. —Mi voz sonaba áspera y poco delicada, pero no podía mostrarme blanda con él, no después de lo que pasó hace unos días. Malek se alteró tanto que tuvimos que hacerlo pasar la noche en los separos por alteración del orden.
Mis palabras parecieron hacerlo entrar en razón y se dejó caer de nuevo en la silla.
—Mejor dígame ¿ha recibido una nueva llamada de Cedric? —Negó.
—La última llamada fue hace dos semanas. —Asiento.
Malek Eljal es el mejor abogado de la ciudad, no estoy ajena a los casos que ha llevado, él era conocido por atrapar criminales pertenecientes a la mafia y eso fue lo que ocasionó este desastre. A principios de este año, Eljal tomó el caso del Royal Palace, un prestigioso hotel que estaba involucrado en el lavado de dinero. Su propietario Cedric Hayes fue descubierto por estar vinculado con la mafia aunque aún no sabemos de quién se trata. Gracias a la contribución de Malek Eljal y su novia Francescca Trembley, también abogada, Cedric está siendo buscado por todo el país; sin embargo, eso ocasionó que ese criminal tomara represalias contra Malek.
Fue en el mes de junio cuando nos llegó el reporte de que Francescca Trembley había sido secuestrada en su propia ceremonia de graduación en la ciudad de Baxter en el condado de Crow Wing, Minnesota. Y desde entonces el FBI no ha parado de buscar el paradero de Cedric y de Francescca.
—Hice lo que me pidió —lo miro fijamente. —He levantado todos los cargos de sus hoteles, pero no sabe que estoy trabajando con la policía.
—Hiciste bien —sabía que mis palabras no iban a aligerar su dolor, pero al menos quería hacerlo sentir mejor. —Por ahora regresa a casa, los agentes Palmer y Baker se mantendrán al tanto.
Malek asintió, se levantó de su lugar dispuesto a marcharse, pero no sin antes mirarme pidiéndome lo mismo.
—Agente Brookes encuéntrela.
Y yo respondí con una promesa que no estaba segura de poder cumplir, pero haría todo lo posible.
—Lo haré.
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Juego de la mafia © [J.D.L.M #3]
Teen FictionAthena Brookes Es inteligente, extrovertida y estratégica, ella posee lo que toda agente del FBI debe tener. Es la mejor en su trabajo y ahora gracias a sus habilidades Athena ha sido asignada para trabajar en un caso que podrá hacer que su carrera...