Capítulo 7

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Nader

Llevé el vaso de whiskey a mis labios dejando que el sabor a alcohol se impregnara en mi lengua mientras mantenía la mirada en la imagen que decoraba la parte superior del estanque del salón principal, se trataba del símbolo de la Om un recordatorio de lo que soy y del compromiso que tengo con el cargo que me heredó mi abuelo al morir. 

<<Una posición que muchos te querrán arrebatar Nader, de ti depende que los Eljal permanezcan el poder>>

Me había dicho mi antes de morir, pero cuando el viejo murió sentí alivio. Sé que esas no son palabras para alguien que fue criado por su propio abuelo, pero el viejo era un hijo de perra que construyó el imperio Eljal a base del tráfico de mujeres, pero cuando él murió yo me encargué de disolver su mierda; no podía continuar con ese legado y recuerdo perfectamente que muchos se pusieron en mi contra y tuve que arrebatar cientos de vidas para mantener el lugar que por derecho me corresponde. Hubo muchos que me traicionaron y todos terminaron bajo tierra; sin embargo, nunca creí que me encontraría buscándola a ella para hacerla pagar por lo que hizo.

—Nunca confíes en una mujer. —Repito las palabras de mi propio abuelo, pero nunca creí que la persona que me traicionaría sería mi propia hermana. 

La puerta del salón fue abierta, pero no me molesté en mirar de quien se trataba. Yo lo sabía bien. Dos de mis hombres lo sostenían de los brazos mientras él gritaba a través de la bolsa negra que tenía la cabeza, no estaba de humor para soportar los llantos y gimoteos de una basura como la que tengo en frente así que me inclino y remuevo la bolsa de su cabeza. 

—Hola Steve. —Sus ojos se agrandan cuando me reconoce. 

—Nader. —La forma en la que dijo mi nombre me causó desconcierto así que suelto un bufido y golpeo su rostro con mi puño. 

—Esa no es manera de dirigirte hacia mí Steve —digo con voz calma. —¿Acaso necesito recordarte quien soy? 

—Lo siento mucho señor. —Chilla. 

—Han pasado quince días ya y aun no he visto ni un maldito centavo de mi dinero. —Mi voz comienza a hacerse más fuerte revelando mi enojo. 

—¡Una semana señor! —Chilla. —Deme una semana más y le prometo que tendrá su dinero. —Llevo una mano a mi frente, ya estaba harto de esas estúpidas excusas. 

—Siempre lo mismo —digo con ironía —sabes, a veces pienso ¿por qué la gente siempre utiliza las mismas excusas? Digo, podrían ser un poco más originales ¿no crees? —Steve alza una ceja mirándome confundido entonces lancé otro golpe más fuerte provocando que su nariz comenzara a sangrar. —¡Excusas y más excusas! ¡Hace más de un mes que has dicho lo mismo y aun no he visto mi puto dinero! 

—Voy a pagar se lo prometo. —Esto estaba acabando con mi paciencia. 

—Tus promesas no valen nada para mí —tomo un puñado de sus cabellos castaños y lo pongo de pie —sin embargo ¿qué ofreces a cambio? —Su mejilla había comenzado a hincharse y la hemorragia de su nariz se detuvo. —Soy un hombre ocupado así que te suplico que no me hagas perder el tiempo. Ambos sabemos que no tienes mi dinero; sin embargo, soy consciente que posees un bar en el centro de la ciudad ¿me equivoco? ¿Qué te parece si me das tu bar y considero perdonar tu deuda?

—Señor ese es el único patrimonio que tengo —chilla. —Tengo tres hijos, se quedarán sin nada. 

—Eso debiste pensarlo antes de venir a mí y pedirme dinero prestado para pagar tus estúpidas deudas de juego —estaba harto de tratar con este tipo de escorias. Primero venían a mí por dinero y después se negaban a pagar. —Bueno, entonces no tengo más remedio que matarte. —Coloco mi dedo en el gatillo, pero no sin antes asegurarme de que mi arma tuviera el silenciador, no quería que la dama que tenía como invitada presenciara este tipo de escenas aunque estoy seguro que no es la primera vez que ella ve un cadáver; me pregunto porque una mujer tan bella como Athena eligió una profesión tan peligrosa. 

—¡Le daré mi bar! —Grita de pronto e inevitablemente sonrío. 

—Esa es la decisión más sensata que has tomado Steve —guardo mi arma y miré a Dalil, el encargado de ponerles fin a mis deudores. —Ve a su casa y trae las escrituras de la propiedad —Dalil asiente y se marcha. Después de treinta minutos Dalil regresa con las escrituras y las coloca sobre la mesa. —Solo tienes que firmar. —Alenté. 

Con mano temblorosa Steve tomó el bolígrafo y firmó cediéndome a mí todos los derechos sobre el  bar. Ahora yo soy el único dueño.

 —Debes saber que conmigo no se juega ¿queda claro? —El cuerpo de Steve tembló. de nuevo. 

—Sí señor. 

—Es por eso que yo no doy segundas oportunidades. —Miro a otro de mis hombres. —Mátalo. 

—¿Qué? Pero creí que...¡por favor! ¡no! —No me molesto en escucharlo solo vi como mis hombres se lo llevaban a rastras lejos de mí.

Regreso frente al estanque y di un nuevo sorbo a mi bebida, este día había sido una mierda. Pero en fin, estos eran auges del oficio. 

—Señor él ha llegado. —Anuncia Kaim cuando entró al salón rompiendo mi tranquilidad. 

—Hazlo pasar. —Ordeno sin ni si quiera mirarlo, solo permanecí con la mirada fija en el agua del estanque. 

—Parece que he llegado en mal momento —dice cuando ingresa al salón. —¿Noche ocupada? 

—Para nada —respondo. —Solo me aseguraba recuperar lo que me pertenece —él sonríe de lado como era costumbre. —Aron. 

—Nader —saluda. —Y bien ¿hay noticias del bastardo de Cedric? —Pregunta al mismo tiempo que se dejaba caer sobre el mullido sofá. 

—Él está aquí en Los Ángeles —responde. —Se mueve rápido ya que el hijo de perra me ha jodido un par de negocios, no eran muy grandes, pero eso implica pérdidas. —Aron asiente. 

—¿Y cuál es el plan? Sabes que tengo mis hombres a tu disposición después de todo sabes que Scarlett está preocupada por su hermana y yo le daré el gusto de ser la primera en meter una bala por su culo. —Dejo a un lado mi whiskey para tomar asiento frente a Aron.

—Ha habido un cambio de planes. —Digo de pronto. 

—¿Qué quieres decir? 

—Por más que queramos asesinar a la escoria de Cedric no vamos a hacerlo — Aron me mira como si estuviera loco, después de todo las perdidas que había sufrido habían sido de ambos gracias a que Aron Izavok es uno de mis mejores socios. —Conseguí a un agente del FBI, ella va a ayudarnos a encontrar a Francescca, pero a cambio quiere que le entreguemos a Cedric. 

—¿El FBI? ¿Es enserio? —Aron se pone de pie de un salto —¡No me jodas Nader! ¿Cómo has podido acudir a la policía? 

—Tuve mis razones. —Digo con calma. 

—¿Qué razones? —Aron estaba alterado después de todo no era un hombre con mucha paciencia. 

—Bien sabes que Dalia me quiere muerto, para tomar mi lugar —explico —Y si yo muero, Malek será el siguiente en la lista para tomar liderar la mafia árabe y Dalia no dudará ni un segundo en matarlo. ¿Por qué crees que Cedric secuestró a Francescca? Ella quiere manipular a Malek porque sabe que él haría lo que fuera por ella; sin embargo, yo no tengo nada que me importe y no tardará en venir por mí. En cambio con la policía de mi lado Malek y Francescca estarán seguros. Solo quiero proteger a mi familia. —Aron me mira poco convencido —Tú harías lo mismo si se tratara de Scarlett. 

—Te entiendo —dice con más calma. —Pero no me pidas que colabore con la maldita policía. 

—Entiendo tus razones —no mentía cuando dije que lo entendía, después de todo ¿qué mafioso querría trabajar con el FBI? —Solo pido que confíes en mí Aron, tendrás a tu cuñada de vuelta y entre menos te involucres mejor para ambos. Yo me encargaré de mi hermana y de ese hijo de perra. 

—Solo espero que sepas lo que haces Nader. 

Sabía que había algo positivo detrás de todo esto, mi único objetivo es destruir a Dalia, mi propia hermana. Haría lo que fuera por salvar la vida de mi único hermano después de todo yo se lo debo y si unirme a esa mujer era una solución, con gusto lo haría. 

Juego de la mafia © [J.D.L.M #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora