En aquel momento en el que sus miradas se cruzaron, ambos sintieron aquella descarga eléctrica, una que el oji-verde había olvidado semanas atrás, y una que a la chica le producían cada que veía aquellos ojos verdes en sus sueños.
En aquel momento, algo hizo click en ambos, un cable encontró su enchufe, y se encontraba una aguja en un pajar.
El chico se sintió completo, en ese instante recordó la vez en la que se toparon cuando ella corría desesperada porque llegaba tarde. El oji-verde sonrió internamente al recordar aquella sensación, sentirla nuevamente, y al sentirse finalmente bien, pues ahora sabía qué era lo que tanto creyó haber olvidado.
"Lástima que ya tenga novio, me atrevería a decir que me atrae."
Pensó el de género masculino, antes de volver a zambullirse en esos ojos azules, en ese mar que tanta paz le brindaba.
Mientras tanto, cierta chica de ojos azules, quedó estupefacta en el momento en el que miró a los ojos del contrario, pues esa descarga eléctrica que sintió recorrer su espalda hasta su cuello, era la misma que sentía al ver esos ojos verdes en sueños. Ahora lo sabía: eran de él. Por alguna razón ella recordó aquel chico con el que chocó en su inicio de ciclo escolar, pero sin tomarle mucha atención, volvió a centrar su atención en esos ojos esmeralda que la miraban de forma penetrante, recorriendo su ser, su alma y hasta podría decir con tan sólo esa mirada, creía conocerlo de toda la vida.
Un carraspeo los interrumpió.
–Uh, sí, hola, seguimos aquí.– Dijo el de pecas, un poco aturdido por lo que acababa de pasar.
Y vaya, si él estaba aturdido, cómo estarían los que se habían perdido en los ojos del otro, como si de la mejor cosa del mundo se tratase.
Y así era, lo era al menos para ellos.
–Ya, yo... Yo iba a... ¿Qué iba a hacer?– Se cuestionó la de pelo azabache, sintiendo como la sangre subía a su rostro acumulándose en sus mejillas.
"Demonios,¿me estoy sonrojando?" Pensó, pues nunca se había sonrojado, sin contar las veces que de niña su sonrojo la delataba cada que hacía una travesura. Algo que les parecía extremadamente tierno a todos a su alrededor.
"Santo cielo, qué chica para más tierna, como siga me volverá loco. ¿Qué? No, no, yo no dije eso."
Mientras el oji-verde se reprendía mentalmente, la azabache se recomponía de su reciente sonrojo, consciente de que se había vuelto más intenso en el momento en el que el de pecas estalló en carcajadas, pensando en lo cómico que será ver la historia entre los dos que seguían aturdidos. Y por otro lado, estaba la pelirroja, quien observaba curiosa al oji-verde, sabiendo que éste se encontraba en una 'discusión mental' -término que él mismo usó para evitar que le llamara 'loco'-.
–Uhm, m-me llama, digo, llamo Francesca, mi nombre es Francesca. ¿El tuyo?– Decidió hablar la chica, dando a conocer a la pareja de novios y amigos de la pareja de desconocidos, que de seguro, por ese simple comienzo, ella sería la que siempre daría el primer paso, o la predominante en la relación, -si llegan a tener una-.
La de pelo azabache se reprendió mentalmente por haber tartamudeado, temiendo haberse dado la impresión de ser temerosa e introvertida, cuando en realidad no lo era.
El de ojos verdes reaccionó cuando se dio cuenta de su mirada en busca de una respuesta. En busca de una respuesta a una pregunta que el chico no pudo escuchar bien.
Y entonces el chico temió que la contraria lo tome por alguien desconsiderado o tonto, o tal vez por alguien que simplemente ignoraba a cualquiera que se le diera la gana.
Relamiendose los labios, nervioso, preguntó.
–D-Disculpa, es que no te escuché, estaba distraído.– Dijo claramente apenado, tratando de mirar a cualquier otro lado que no sean sus ojos, una actitud que nunca nadie había visto en él, ni siquiera Amelia, la pelirroja que en ese momento se encontraba estupefacta, preguntándose quién era aquel impostor y qué hizo con su amigo.
El de pecas que ahora se pudo recomponer de la risa, miraba curioso la reacción de su amiga, pues sabía que a veces le molestaba que no la escuchen, pero su respuesta y el modo en el que lo dijo le dejó igual de estupefacto que a la pelirroja.
–Oh... Tranquilo, diría que también me distraje un poco, no pasa nada... Lo que te decía era que mi nombre es Francesca, ¿Y el tuyo es...?– Repitió con amabilidad la azabache, sintiéndose enrojecer por un momento.
Cualquiera que los viera creería que que eran un par de tomates mutantes, por lo rojos que estaban, pero estaban tan distraídos en los ojos del contrario que ninguno se dio cuenta de que ambos estaban rojos hasta el nacimiento del pelo, el de pecas pudo jurar que estaban tan rojos como el pelo de su pareja.
–¡Ah, mi nombre!– Exclamó el muchacho, enrojeciendo más de ser posible, por un momento se preguntó: "¿cuál era mi nombre?" oh, pobre, estaban demasiado nerviosos.– Mi nombre... Ehm, me llamo Lucas, es un gusto conocerte, Francesca.
El de ojos verdes se felicitó mentalmente por haberse controlado y haber dicho una frase entera sin tartamudear.
Vaya escenario para más raro.
La chica parecía estar a punto de responder cuando sonó el timbre, ambos se inmediato se tensaron y recogieron sus respectivos cuadernos, como si de robots se tratasen.
Eso era demasiado cómico para la pareja que los estaban viendo.
–Oigan... ¿No recuerdan lo de la junta de maestros? ¿Sin clases? ¿Suena familiar?– Les recordó el de pecas al ponerse al frente de ellos para pararlos antes de que cometan alguna ridiculez.
Y los chicos, que al fin parecían haberse calmado y sus rostros habían vuelto a su color normal, volvieron a enrojecer.
Aquella escena simplemente divirtió a la pareja.
Y el de pecas miró a la pelirroja, que también dirigió su mirada a la de él, y ambos sonrieron, pues pensaban lo mismo: Aquel sería un gran día.
Y vaya que lo fue.
Aquel día a parte de divertirse, los que recién se conocieron lograron calmarse ante la presencia del otro, y ambos se sintieron cómodos el uno con el otro finalmente. La de cabello azabache y ojos azules notó que el chico era alguien muy reservado, introvertido y en cierto modo... Frío. Así como el chico de ojos verdes notó que la chica era alguien demasiado parlanchina, demasiado extrovertida... Demasiado opuesta a él.
La pareja romántica no pudo evitar notar la química que había entre esos dos, al igual que ambos eran totalmente opuestos, no se parecían ni en lo más mínimo, estaban seguros que la composición de sus cuerpos era lo único que tenían en común.
Pero a pesar de ser opuestos, se parecían complementar completamente bien, eran como el Ying y el Yang, como almas gemelas, jurarían que casi podían ver un hilo rojo que conectaba a ambos por sus meñiques.
*---*
SE ME OLVIDÓ PUBLICAR AYER, ESTABA DEMASIADO DISTRAÍDA, LO SIENTOOOO.

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Como Cielo Y Tierra
Historia CortaAmores sin sentido Amores que asfixian Y a su vez se complementan Cielo y tierra Sin poder alcanzarse Solo poder soñarse. Ella tan diversa, Siempre tan abierta. Él tan rutinario, Siempre con lo mismo. Ambos al alcance Pero a su vez tan distantes. Co...