Aquel día lo que despertó a cierta chica no fue nada más ni nada menos que un frío vaso de agua en su rostro.
–¡Vamos, arriba! Llevo llamándote por 15 minutos, Francesca, la próxima te arrastro fuera de la cama y te saco de la casa con tus cosas, y te irás al instituto en pijama.– Bueno, aquello era cosa de casi todos los días, rara era la vez en la que la chica despertaba gracias a su alarma.
–¡No serías tan cruel como para hacer eso, madre!– Respondió la chica despertando por completo, temiendo que a veces su madre habla demasiado en serio, aunque varias veces sus amenazas son sólo eso: amenazas.
–Pruebame, Cesca.– Era raro, lo lindo que sonaba su 'diminutivo' pero lo firme que sonaba su 'pruebame', así que lo único que pudo hacer la chica fue levantarse de la cama, y caminar cual robot, temiendo por su dignidad y tratando de evitar que llegue el día que vaya al instituto en pijama gracias a no despertar temprano.
Por otro lado, al mismo tiempo que se generaba tal escena en la casa de la fémina, se encontraba un chico que por un descuido -o a propósito- había tirado su reloj porque éste no paraba de sonar con su alarma, y, por consecuente, éste se rompió.
Un sentimiento de pánico invadió al chico, quien de inmediato agarró el reloj y las piezas que se salieron para dejarlas encima de su cama, diciéndose a sí mismo que se puede reparar y que lo hará apenas vuelva a casa de su jornada estudiantil.
Y se planteó el aprovecharse de aquello diciendo que fue un accidente, para así no asistir a otro día de instituto, a pesar de que le vaya bien, pues necesitaba un día solo.
Pero tan pronto como se lo planteó, lo descartó, no sería del todo honesto, y si había algo que él odiaba sobretodo era la deshonestidad.
Así que al terminar su discusión mental consigo mismo, terminó de prepararse para asistir al instituto, para su suerte, su padre contaba con un chófer, y como si fuera la magia de la teletransportación aquel gran hombre se las arreglaba para llegar temprano por más que el chico tardaba en salir.
Al ya llegar caminó tranquilamente a su salón, para encontrarse con una pequeña sorpresa en la puerta de éste.
┌───── ∘°❉°∘ ─────┐
Se han suspendido las
clases de la mañana por
una junta de profesores
favor no abandonar el
instituto hasta que termine
la jornada estudiantil,
tal vez se retomen las
clases si dicha junta termina
antes de lo planeado.
└───── °∘❉∘° ─────┘El chico resopló al ver dicho papel anunciando que no tendrían clases, pero que de igual manera no abandonen el edificio antes de lo debido.
"¿De qué demonios sirve cancelar las clases si no nos dejarán salir del instituto o regresar a casa?"
Pensó el chico, lo curioso es que justo cuando éste pensó ésto, también escuchó a cierta fémina pensando lo mismo en voz alta a tan solo un salón de distancia.
Al notar eso, el oji-verde miró a su dirección, viendo a una chica una cabeza menos alta que él, con el cabello recogido en una coleta no tan alta pero tampoco tan baja, quien suspiraba derrotada, a la vez que un chico con pecas le ponía una mano en el hombro a señal de apoyo.
"Son una linda pareja."
–¡Es que simplemente no lo entiendo, Harry! ¿Por qué cuando me atrevo a llegar temprano pasan éstas cosas?– Se quejó la de baja estatura, haciendo un puchero que al chico que expectaba desde lejos, le pareció tierno.
–Venga, Fran, no es para tanto, de hecho, te agradecería que sigas viniendo temprano, porque si es verdad que el mundo conspira en contra tuya y se vuelven a cancelar las clases me vendría de maravilla.– Dijo el chico que se encontraba con ella, haciendo que la chica se 'moleste'.
–¡No te burles! Vamos a la cafetería, no desayuné por venir temprano.– Sentenció la chica, alejándose de aquel lugar junto con su acompañante.
El oji-verde sonrío por la escenita, pensando en que a aquella chica ya la había visto antes, una lástima que no pudo verla bien, algo le dice que le hubiera gustado verla a los ojos.
Mientras que de camino a la cafetería de aquel instituto, la chica se había sentido observada, pues al estar ocupada quejándose de su desgracia, no reparó en la presencia de cierto chico de ojos verdes.
A su vez, otra chica se acercaba al de ojos verdes, que parecía estar en otro mundo, y que llevaba parado frente a la puerta de su salón al menos unos 10 minutos.
–¡Hola! ¡Tierra llamando a Lucas!– Casi gritaba la chica atrás suyo, haciéndolo saltar del susto.
–¡Demonios, Amelia!– Dijo el que fue asustado anteriormente.
–He visto aquella chica que mirabas, se llama Francesca, no es muy conocida, tal vez por eso no sepas quién es, pero sí que es buena persona, ni una sola persona en éste instituto le desprecia, es como un ángel caído del cielo.– Le dijo su mejor amiga, quien lo había visto viendo a aquella chica y también sonreír mientras la veía, aunque éste no lo haya notado.
–Eh, ¿ok? ¿Por qué me lo dices, Amelia? Lo dices como si quisiera conocerla o conquistarla.– Le reprochó el chico regresando por completo a la tierra, emprendiendo camino hacia los casilleros, para dejar ahí todas sus cosas.
–¡Y lo dices tan descaradamente! Mira chico, no sé tú, pero yo sé que algo le viste a la chica, tú casi no sonríes porque eres un completo amargado, y si el simple hecho de verla lamentarse de lo de las clases te hace sonreír, algo especial tiene, no seas ciego.– Insistió la pelirroja. Quien nunca olvidó aquella escena que presenció la vez que llegaba igual de tarde que aquellos dos chicos, pero sin apuro sabiendo que no tenía reparo, en ese momento ella supo que ahí había chispa, y éste era el momento de poner en marcha su plan para unirlos.
–¡Solo estaba mirando a una chica, no imaginándome nuestra boda y nuestros hijos!– Reclamó el de género masculino, incómodo con esa conversación y con las miradas que se ganó de parte de varios estudiantes que estaban a su alrededor al gritar aquello. Y aquello le hizo al chico preguntarse mentalmente porqué era amigo de ella. Aunque claro debería de estar que no se arrepentía de haberse convertido en su amigo.
"Ya, claro." Fue la única respuesta por parte de la pelirroja, quien decidió dejar de insistir, aunque en su mente se creaban varios planes para unirlos. Una pequeña prueba de que la fémina amiga del oji-verde veía demasiadas películas dramáticas de romance.
En el mismo lugar, se encontraba otra pareja de mejores amigos, a quienes cierto chico les había confundido mentalmente como si fueran una pareja romántica.
Cierta pelirroja se acercó al de pecas que estaba siendo acompañado por la de ojos azules.
–¡Harry!– Exclamó la pelirroja abrazando al de pecas, gesto que confundió a la de cabello azabache y ojos azules a la vez que también se acercaba a ellos un confundido chico de ojos verdes.
"Oh, bueno..." Pudo susurrar el de pecas antes de corresponder al abrazo de la pelirroja.
Ya, ni él ni la pelirroja les habían comentado a sus compañeros y mejores amigos que ellos sí que eran una pareja romántica.
Sin reparar en la presencia del de ojos verdes, la azabache se dispuso a acercarse a la pareja que se abrazaba, para empezar su interrogatorio acerca de su relación.
Aunque claro, como 'desgracia' es su segundo nombre, tropezó con su propia mochila, la cual había dejado en el suelo anteriormente.
Al momento de caer, un chico se puso en su camino al frente suyo para poder atraparla antes de que pase alguna 'catástrofe'.
Quién habría pensado que la verdadera catástrofe sería aquel momento en el que sus ojos se cruzaron, sacando a aquellos chicos de la tierra y llevándolos al paraíso mismo con todos los sentimientos que experimentaban en ése momento. Verde y azul, esmeraldas y zafiros, tierra y cielo.
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Como Cielo Y Tierra
Cerita PendekAmores sin sentido Amores que asfixian Y a su vez se complementan Cielo y tierra Sin poder alcanzarse Solo poder soñarse. Ella tan diversa, Siempre tan abierta. Él tan rutinario, Siempre con lo mismo. Ambos al alcance Pero a su vez tan distantes. Co...