Cruzar la linea

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Furihata Kouki tenía días tristes, Kagami también. Y fue precisamente ese hecho el que lo unió en una camaredería comprensiva.

Ambos padecían de un mismo dolor, el dolor de ser rechazados por las personas que amaban. Kouki se había declarado hacia unas semanas atrás a Akashi Seijuuro y este aunque amable, le había rechazado ya que mantenía una relación ya.

Y Kagami del mismo modo unos días después se declaró a Kuroko, su sombra y por quien había desarrollado fuertes sentimientos, obteniendo el mismo resultado. Y para empeorar el asunto ambos supieron que ambos jóvenes eran pareja.

Entonces al saber ese hecho, ya que sabían respectivamente de quien gustaban, se unieron de cierta forma para paliar un poco el dolor.

Pasaban su tiempo juntos, más que nada Kouki para ayudar a su amigo pelirrojo a sobre llevar el desamor teniendo al peli azul tan cerca. Eso no significaba que el castaño la pasara menos mal, puesto que el emperador de Rakuzan venia cada tercer día sin falta a por su novio, saliendo en lo que sabía sería una cita.





 Eso no significaba que el castaño la pasara menos mal, puesto que el emperador de Rakuzan venia cada tercer día sin falta a por su novio, saliendo en lo que sabía sería una cita

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Así paso un tiempo indeterminado, ambos sufriendo y queriendo olvidar el dolor.

Llego cierto día, justo al finalizar la práctica de la tarde, una práctica convenientemente pactada por la entrenadora con Rakuzan y Too, Aomine Daiki se había estado comportando de manera extraña alrededor del Kagami a lo cual Kouki decidió no prestarle mayor importancia, aunque muy dentro de su mente deseaba que de alguna manera, ambos; tanto el mismo como su amigo encontraran alguien que los amara de verdad.

No sabía las intenciones de moreno, puesto que tenía su no tan pequeño historial de gustos y no quería que Kagami sufriera más de lo que ya lo hacía.

Fue que Kouki decidió tomar aire, la practica ya había terminado, los ases de cada equipo sin contar a Seijuuro, ya que este se encontraba enfrascado en una amena platica con su novio, se hallaban en un divertido uno a uno.

Kouki bajo la cabeza algo entristecido, sintiendo el dolor de su corazón roto enfriar la sangre de sus venas, la fina briza calarle hasta los huesos, no quería seguir viendo, quería huir lejos.

Fue entonces que para asombro del trio, porque la pareja estaría presenciando un acontecimiento único, perturbador y por demás peligroso.

En medio de la explanada donde Kouki se encontraba, lo que parecía una tormenta eléctrica comenzaba a formarse, pero esta era demasiado extraña como para ser llamada de esa forma, sin poder evitarlo debido al susto el castaño cayó al suelo, arrastrándose a la seguridad del recinto para resguardarse, mas no logro hacerlo a pesar de los gritos de Kuroko y Akashi que le instaba a protegerse.

De entre el conjunto extraño de rayos negros, amarillos y rojos, y por supuesto del humo que se formó al caer en el piso de cemento y destrozarlo todo, salió un hombre.

Porque claramente eso era.

El problema caía en que ese hombre no era otro más que Kagami, pero era un Kagami mucho mayor de lo que conocía.

Su indumentaria también era no solo impactante, sino que extraña. Este Kagami vestía un uniforme rojo con negro, uno al parecer militar, una enorme capa del color de su cabello, uno algo largo por cierto, tenía una cicatriz que bajaba de la cien por el ojo hasta la mitad de la mejilla. Se veía poderoso, intimidante y sobre todo peligroso.

Mas lo siguiente que sucedió fue aún más extraño.

Este Kagami se acercó a donde Kouki yacía algo pálido en el suelo y asustado, la forma de caminar de este Kagami le hacía pensar que sería devorado, más lo único que hizo fue apoya una rodilla en el suelo, hacer de lado su capa, quitarse la boina que llevaba en la cabeza y después de bajar la cabeza en la dirección del castaño hablo con voz fuerte y decidida.

—Mi señor Kouki, le ruego de la manera más atenta que me acompañe. Su vida está en juego del otro lado y solo usted puede salvarse—

—¿Kagami?— pregunto algo asustado, ya que incluso la voz, aunque algo más gruesa era idéntica a la de su amigo


Kuroko y Seijuuro se acercaban a velocidad a donde ambos se encontraban, más a pocos pasos de estar cerca fueron detenidos por una fuerza invisible, una fuerza que era obvio estaba siendo lanzada por el Kagami diferente.

—Su majestad, le ruego que se apresure en tomar una decisión, seria para mí un tormento si le llevo a la fuerza—

El nuevo Kagami le ayudo a levantarse con tal delicadeza que casi le pareció temía tocarle, Kouki no sabía qué hacer, todo era extraño, bizarro incluso. Pero entonces volteo a ver a la pareja y so corazón dolió.

Quizá se había caído al salir del gimnasio y en esos momentos estaba en una especie de coma, si era así; entonces no estaría de más aceptar.

Pero ¿Y Kagami? Y el corazón de su amigo destrozado por el dolor ¿Lo dejaría solo?


—Mi yo de este lugar no puede acompañarnos, seria problemático—


Kouki quiso preguntarle cómo lo sabía, mas fue interrumpido al ver como una columna de rayos dispares salían de nuevo de la nada.

—Le explicare más tarde acerca de eso su majestad, por favor sea tan amable de acompañarme, le prometo por mi honor que hablara con él en cuanto lleguemos a nuestro destino—


Kouki titubeo pero al final decidió tomar la mano del nuevo Kagami.

Tanto Akashi como Kuroko les pareció ver y sentir como la mano de su amigo se movía con lentitud para tomar la que era ofrecida por ese extraño con rostro de Kagami. Ambos caminaron tomados de la mano hasta lo que; según sus conocimientos de comics, era un portal.

Mientras caminaba Kouki vio como en la entrada del gimnasio el tumulto de sus amigos golpeaban un muro invisible en la puerta que les impedía pasar. La entrenadora, Kawahara y Fukuda que eran sus mejores amigos lloraban a mares presumiblemente gritando su nombre y Kagami; Kagami pateaba, golpeaba con sus puños y empujaba con su hombro en vano, mientras Aomine evitaba que se hiciera mayor daño al apresarlo por la cintura.

Kouki le envió una sonrisa triste a su amigo, esperando que lo perdonara por su decisión.

Y en cuanto al pelirrojo al que amaba, a Seijuuro que se encontraba lívido e imposibilitado de moverse, le veía con una mirada de absoluto terror por su partida. Kouki no quiso mirar a Kuroko, lo último que quería ver era al hombre que sabía no lo amaba.

No fue hasta que tanto Kouki como ese nuevo Kagami desapareció tras las columnas de rayos chisporroteantes que el poder que les retenía desapareció, cayendo todos de golpe al suelo, dejando tras del par desaparecido solo un montón de humo y concreto roto.

LINEAS PARALELASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora