MARCOS
Entré en el piso mientras bostezaba en medio de la penumbra del recibidor. Quería coger aquellos papeles y largarme a dormir de una vez. Además, estaba algo resentido hacia Bruno por no haberme avisado antes de que tendría que llevar tantísimos documentos para terminar la tramitación de las prácticas, porque siempre había odiado profundamente la extensa burocracia de la universidad.
Noté una luz encendida al final del larguísimo pasillo de la casa, justo en la última habitación. Aunque fue de lo más breve, por lo que no supe si había sido mi imaginación, producto de la ya preocupante falta de sueño, o si había sido real.
Caminé, aún a oscuras y casi a zancadas por el pasillo y me introduje en la habitación. Aquel lugar era casi como una cápsula del tiempo, como volver a mi primer año de carrera, y aunque solo habían pasado dos años desde entonces, las cosas eran muy diferentes ahora. Pero allí dentro no, allí todo seguía igual
A pesar de la oscuridad, pude apreciar algunos detalles del cuarto que me transportaron a aquella noche de agosto en la que Valentina se marchó. La recordé a ella, nos recordé a los dos. Yo, plantado exactamente en el mismo lugar, observando en silencio como la castaña iba metiendo las cosas en la maleta lo más rápida y ordenadamente que podía. Ella, sin pronunciar palabra alguna o siquiera darse la vuelta para enfrentarse a mí.
Me acerqué a la mesa de estudio. Sobre ella, colgado en la pared, había un tablón de corcho que contenía bastantes fotos y algunas notas adhesivas de color azul que contenían frases de canciones. En algunas de las fotos incluso aparecía yo, mucho más joven que ahora. Me fijé en una en la que me encontraba rodeando los hombros de Valentina, ella por otra parte sujetaba feliz el diploma de graduación de bachillerato que acababa de recibir.
Salí rápido de mi ensoñación al darme cuenta de un importante detalle que había pasado por alto, la cama estaba desecha, contrario a como la dejó su dueña. Además había unas zapatillas de correr negras tiradas por el suelo. Fruncí el ceño y moví la puerta para encender la luz.
Pero no llegué a hacerlo.
Me quedé estático durante un breve periodo de tiempo, intentando asimilar lo que estaba viendo. Ella estaba allí, había vuelto y aunque no supe muy bien cómo reaccionar en un primer momento, rápidamente me acerque a ella. No tenía ni idea de qué hacer, quería abrazarla, pero no sabía como se lo tomaría, tenía miedo de hacer algo que pudiera incomodarla y que volviera a irse.
—¿Qué haces aquí? ¿Cuándo...? —intenté hablar calmadamente, aunque solo me salían preguntas algo atropelladas.
—He llegado antes, me ha traído Gonzalo —ella me sonrió, aunque se podía adivinar en su rostro cierto deje de cansancio
Aquella revelación me sorprendió, al fin y al cabo creo que siempre tuve la esperanza de ser el primero al que llamase al volver.
—¿Y, por qué no me habéis dicho nada a mi? podría haber ido con él, no sé.
—Me dijo que te habías ido al pueblo con el resto.
Me di cuenta de que me había mentido, porque Gonzalo sabía de sobra que yo estaba en Madrid, así que lo más probable era que ni siquiera hubiera preguntado por mi en un primer momento, pero tenía sentido, ¿de verdad pensaba que después de dos años sin hablarnos iba a llamarme a mí para lo que fuera? Una vez más, me había hecho demasiadas ilusiones con algo que nunca llegaría a pasar.
—Ah... No, al final no, tengo bastantes cosas que hacer —mentí—, de la uni y eso.
Reparé en su expresión de cansancio y miré de nuevo la cama deshecha, conociendo a Valentina, estaba seguro de que en ese momento estaría pensando en como echarme sin ser demasiado borde.
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Noches en Madrid
Novela Juvenil"A veces, solo hacía falta una noche para poner en duda todas las afirmaciones que nos habíamos hecho" *** Valentina ha sido un alma libre toda su vida, por lo que planear demasiado las cosas nunca ha sido su estilo y desde luego que enfrentarse a l...