El cocinero Rata.

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El capitán  había ordenado no decir nada sobre el tema, no queríamos desatar caos o pánico entre la tripulación  pero era difícil cazarlas.
Faltaban un par de horas para el amanecer así que tenia que darme prisa, llevaba una pequeña farola para iluminar el camino, tenia que ser silencioso y rápido pero las malditas eran veloces como un rayo y su agilidad era sorprendente pero no es de extrañar, llevan toda su vida escondiéndose de las personas, infiltrándose en las casas y los barcos, su inteligencia no parece ser tan inferior, toda una vida sobreviviendo de la inmundicia humana es curioso que ahora las cacemos para sobrevivir pero su carne era tierna y era mejor que morir de hambre.

La noche era corta y no podía quedarme pensando en lo veloz que son ni en su inteligencia, las trampas funcionaban pero solo capturábamos muy pocas, roen por todas partes, pueden entrar en cualquier agujero y ellas también necesitaba comer, cada día alguien tenía una mordida de rata, Ralf incluso llego a perder una oreja pero necesitaríamos más que ratas  para alimentar a toda la tripulación, daban poca carne y algunas olían muy mal, era peligroso comer estofado de rata ya que estas se alimentan de todo tipo de cosas había que ser muy cuidadosos e ingeniosos para cocinarla, el truco estaba en echarlas en agua de mar con ajos hirviendo, esto le daba sabor y le sacaba la suciedad, cortar la cabeza y la cola ya que era lo que menos carne tenia, las vísceras y algunos órganos inservibles, por último se separaba la carne y se lavaba en alcohol se ponía a cocinar lo más rápido posible, este era un platillo típico que todo el mundo conocía, bueno al menos los barrios bajos, en mercados o plazas este estofado nunca faltaba, algunos lo preferían de palomas y gorriones pero eso daba mucho menos carne.

Ninguna comida resultaba un reto para mí, me crie en los barrios bajos de Francia, Paris donde ser cocinero era una profesión respetable pero se necesitaba del día a día para sobrevivir, lugares donde lo único que tienes para comer era fruta vieja o ratas y hay algo que no le falta a Paris y son las ratas, cuando el viejo capitán me vio en los muelles a los veinticinco años de edad desnutrido cazando ratas me ofreció empleo, primero como mano de obra pero dentro de poco se dio cuenta de mis dotes para la buena cocina.

Pronto en los estofados tendrían más papa que carne y dentro de unos días solo sería agua, nadie estaba contento con racionar la comida pero era necesario para sobrevivir pero el agua, ya era difícil quitarle la bebida a un hombre pero el agua era matarlo en un eterno sufrimiento, varados en medio del mar con fuerte oleajes de calor podía enloquecer a cualquier hombre, pronto hubo desmayos y alucinaciones, intentaron beber el agua de mar pero esto solo mato a un par de esclavos negros que preferían acabar con su agonía antes que seguir viviendo esta pesadilla eso o no querían vivir más como esclavos pero no eran más que mano de obra así que terminaban en la sopa, la falta de comida y la escases de agua los había hecho olvidar a la mayoría del ahorcado pero algunos no olvidaban tan fácil.

Cada día era más caluroso que el anterior, muchos solo estaban acostados reducidos a nada, agonizando, el ambiente no podía ser más lúgubre  hasta que una ligera brisa cambio todo el clima, era una ligera brisa pero llego hasta el agujero más profundo de la embarcación, el cambio de temperatura solo significaba una sola cosa y ese pequeño sonido de las gotas rompiendo contra la cubierta se volvió una obra sinfónica, dentro de minutos todos los hombres del circo y esclavos estaban en la cubierta danzando, celebrando, para ellos era salvación, un trago de aliento puro esperanzador que refrescaba hasta al alma y las quemaduras pero los marineros conocían lo traicionero que podía ser el mar.

Rápidamente vimos al capitán asomarse y gritar ordenes:
- ¡ASEGUREN LAS COSAS, BUSQUEN UNA SOGA Y PREPÁRENSE!-
era una tormenta que velozmente nos golpearia por el norte de lleno, fueron minutos que tuvimos para reaccionar cuando sentimos el primer golpe de una ola que fácilmente le sacaba seis metros a la embarcación sacudiendo a toda la nave y despertando con un golpe duro de realidad  a los ingenuos danzarines en cubierta, con el motor dañado estábamos a merced de la marea y no sé cómo son las tormentas en tierra porque llevo media vida navegando pero en el mar, una tormenta podía significar la perdición para cualquier navío, olas que superaban los quince y hasta veinte  metros de altura azotaban una y otra vez, sin cesar, una ola mas que grande que la anterior, en cuestión de minutos toda la preocupación sobre la comida y el agua desapareció, ahora tocaba sobrevivir.
–INMUNDAS ALIMAÑAS, NO SÉ USTEDES PERO YO NO VOY A MORIR AQUÍ- la voz del capitán apenas era audible con los truenos y el ruido de la tormenta.
–QUIERO A TODOS LOS HOMBRES CON LOS BALDES, LAS SOGAS AMARRADAS Y TRABAJANDO, NO NOS HUNDIREMOS HOY- pero para los marineros era valor, nos llenaba de coraje, desaparecía el miedo y mataba a la duda, era esa voz de aliento que nos daba fuerzas para sobrevivir, sin importar los sedientos, hambrientos, cansados o moribundos que estábamos, esa palabras nos revitalizaban.
Por horas nos enfrentamos a las gigantes olas y el viento feroz,  el sudor nos corría por la frente y se confundía con las gotas de lluvia, expulsábamos vapor por la boca, el aire cada vez era más denso, nuestros brazos cada vez estaban más fatigados, la visión era nula solo veíamos destellos de luz “relámpagos” a la distancia, creíamos estar sobreviviendo a la tormenta cuando toda esperanza desapareció al ver la gigantesca ola que se dirigía al golpear el frente de la nave, cuando rompió sacudió la nave de brutal manera que se escucho el crujir del barco.

“-¡SE ROMP!-“ fue el grito de un compañero cuando fue interrumpido por un trueno, ninguno necesitaba escuchar el resto, fue en cuestión de segundos cuando la mayoría de la tripulación se sujeto a lo que sea para resistir el impacto, estuvimos poco tiempo bajo el agua cuando el navío volvió a salir a flote “La Serpiente Marina no se hundirá tan fácil” lastimosamente algunos compañeros no fueron tan rápidos y la ola se los había llevado, a simple vista era difícil reconocer quien estaba en pie y quien no, la visión era casi nula, muchos estaban bajo cubierta refugiados, la mayoría eran hombres del circo “si supieran que morirán ahogados si se quedan allí”, solo los marineros y pocos hombres del circo estaban en la cubierta resistiendo el fuerte oleaje.
-HOMBRE AL AGUA- la voz del Doctor fue tan notable y fuerte que ahogo el sonido de los truenos -HOMBRE AL AGUA- no paraba de repetir esas palabras pero un hombre que caía en una tormenta se le daba por muerto, eran las reglas de los marineros, todos perdimos compañeros en una tormenta y solo aceptábamos su inevitable muerte ahogados pero sorpresivamente vimos a la chica trapecista soltar su cuerda y saltar en el rescate.
Era una completa locura, la tormenta seguía y la siguiente ola los va a engullir a los dos.
Cuando ceso la tormenta horas despues y el sol volvió a salir, solo ahí pudimos respirar y descansar, estábamos a salvo por el momento pero la nave rápidamente perdía tamaño y el mundo parecía hacerse más pequeño – NOS HUNDIMOS-
El crujido significaba que había una fuga que por horas los hombres de abajo batallaron  con los baldes sacando toda el agua posible pero no había sido suficiente y nos estábamos hundiendo velozmente.
Es curioso que las tormentas suelen ser señal de perdición para cualquier barco  y aunque no estuviéramos hundiendo para nuestra suerte fue nuestra salvación y solo lo supimos cuando escuchamos el graznido y el grito de un hombre que ignoraba todo lo demás y solo tenia ojos para  el horizonte –TIERRA A LA VISTA MI CAPITAN-

El circo del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora