Inocente.

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Muchas gracias por todo el apoyo que está recibiendo este triste intento de historia, espero que les este gustando esta historia, y que lo que tengo planeado sea de su agrado.

Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.

Capítulo IV. Inocente.

En aquel pasillo desierto camino a la torre que albergaba a la casa Gryffindor una niña vio las consecuencias del mundo al que había llegado, el ataque del troll a la escuela de hechicería solo era una muestra de como la Gran Bretaña mágica seguía consumiéndose ante la guerra, la pequeña podría no entender lo que aquel acto quería decir ante la situación que se vivía, sin embargo en ese momento, en ese lugar la historia del mundo mágico tendría un momento de inflexión.

Sus sollozos rebotaban en los pasillos milenarios de la escuela, ver a una temprana edad lo frágil que podría ser la vida humana, fue un golpe por demás fuerte para Hermione, era lo suficientemente inteligente como para saber que de no haber sido por Harry en ese momento ella estuviera muerta, y pese a saber que en ese momento ella continuaba respirando para ver un día mas ante ella, no era capaz de resistir las lagrimas que caían por sus mejillas con el único consuelo del joven que la abrazaba tratando desesperadamente de hacer sentir que no estaba sola.

Aunque la escena podría ser extraña para cualquiera que la viera, el toque del azabache era gentil, inocente, ante la niña sentada en su regazo.

Fue poco mas de media hora para que la castaña cayera rendida ante el cansancio producido por todo lo ocurrido, un suave ronquido fue lo único que alerto al vampiro de la condición de la niña, y sin poder hacer otra cosa, se levanto con ella aun en brazos acomodándola lo mejor posible para evitar que se despertara, coloco su cabeza sobre su hombro sosteniéndola de la cadera y de la espalda para evitar que se cayera.

Camino sin prisa hasta que llegó al retrato de la dama gorda, que custodiaba la entrada de la guarida de los leones.

- Buenas noches, necesito entrar para dejarla en su cama. - dijo alzando un poco a Hermione para que notará que se trataba de una estudiante.

- Y yo necesito la clave para dejarte entrar. - la gran señora de la pintura canto ante el.

- No la se.

- Entonces no hay nada que pueda hacer al respecto.

"Podría dejarla aquí, no creo que tarde mucho para que cualquiera entre o salga" y como si la pequeña escuchara sus pensamientos, sus delgados brazos le rodearon el cuello como si ello fuera suficiente para detenerlo, sonriendo descarto su primera opción. "Bien podría esperar con ella para ver que no le suceda nada"

Se sentó en el escalón de la escalera, y apenas un minuto después se dio cuenta de las implicaciones de su presencia. "Ella podría no tener problema conmigo, pero si lo que creemos esta en lo correcto, no creo que dejar que más personas me vean seria lo mas sabio" tarareando para si mismo, se sumergió en sus pensamientos, sin perturbar el sueño de Hermione.

De pronto la solución llego a el, iluminado su rostro ante la idea que se le ocurrió.

Inclinándose para evitar que se le resbalara, usando una sola mano para seguir sosteniéndola y con la otra libre, tomo del interior de su túnica una pieza de madera que había recogido en uno de sus recorridos por el bosque prohibido, con un movimiento de mano, la pieza de madera tomo forma de una canasta de mimbre lo suficientemente grande para poder albergar a Hermione en ella, dejo la canasta frente a la pintura que le había impedido el paso, y con cuidado acostó a la niña en la canasta, quitándose su túnica para que fuera una improvisada manta, alzándose vio su obra, aunque satisfecho sintió que faltaba algo para que fuera perfecto.

Harry Potter. El señor de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora