Yule

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Muchas gracias por todo el apoyo que esta recibiendo este triste intento de historia. Perdonen la demora pero tuve que cambiar de compañía de internet y todo se complicó.

Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro.

Capítulo VII. Yule Pt I

La oficina del director de Hogwarts, había albergado a los hombres y mujeres que fueron elegidos para poder guiar a las generaciones crecientes de brujas y magos, pues desde su fundación el milenario castillo fue una fortaleza para los niños que vivan en el gran parte del año, o por lo menos así había sido, durante las últimas décadas el cuidar a los niños y niñas que llegaban a la llamada mejor escuela de magia en el mundo y el lugar más seguro en la Gran Bretaña Mágica se convirtió en una tarea cada vez más difícil, y el actual director se culpaba con cada una de las pérdidas de inocentes.

Dumbledore sentía el peso de sus acciones en cada comida de la escuela, las mesas de las casas de Hogwarts apenas y abarcaban una tercera parte con los pocos alumnos que asistían a diferencia de sus primeros años de director y que decir que sus años de educador. El nunca podría perdonarse su inacción durante las primeras incursiones de los mortifagos, o peor aún, su postura pacifista cuando por fin decidió hacer algo al respecto hacia el que fue su alumno. Fue al inicio de un nuevo año escolar cuando se dio cuenta, el daño ya había sido hecho. Ese era el peso que debía cargar cada día, y más de una vez sintió la necesidad de apuntar su varita en contra de si mismo y pronunciar aquella maldición imperdonable, sin embargo sabía que ni siquiera era merecedor de ello, debía vivir el resto de su vida, tratando de proteger a los pocos niños que seguían en el castillo.

Esa misión, lo había llevado a contactar al que fue su maestro, aquel que lo había instruido en la magia para poder remediar uno de sus tantos errores. Pero el milenario mago se había rehusado a combatir una guerra que no le afectaba, sabia que las razones que le había dado para tomar sus propias decisiones eran firmemente fundamentadas, sin embargo su esposa, una mujer que había nacido y crecido como hija de una de las familias más antiguas y más nobles, le había dado una esperanza al convencer al conde para enviar a su hijo para ayudarlo a cuidar la escuela.

En un principio eso apenas y había aliviado un poco su carga, pero como el sabia las circunstancias pueden cambiar de un momento a otro, poco antes del comienzo del período, una joven bruja había dado una esperanza a su marchito corazón, la llama de la esperanza fue dada en forma de una profecía, el sabia que el lenguaje del destino no podía ser interpretado con facilidad, pero esperaba firmemente que sus años de vida le ayudarán con lo que podría ser la última esperanza de la Gran Bretaña Mágica o incluso del mundo mágico entero, pues por mucho que le doliera aceptarlo, sabía que la poca paz que vivían en ese momento era la calma antes de la tormenta.

Apenas Dumbledore se sentó detrás de su escritorio, cerró momentáneamente sus ojos, sintiendo como sus instintos le advertían del peligro potencial que se acercaba a el. Al abrir sus ojos lo vio sentado frente suyo, sus ojos verdes brillaban ante el, pese a su infante figura, sabía mejor que nadie que Harry no podia ser considerado un niño.

-Veo que te rehusas a usar la puerta como te pedí. - dijo el director con un toque de humor.

El azabache sonrío enseñado intencionalmente sus colmillos. - Que le digo... me gusta hacer entradas dramáticas.

Ambos guardaron silencio sonriéndose mutuamente.

-Espero que tengas todo listo para las vacaciones. - dijo Albus cuando el silencio parecía interminable.

- Así es, y espero que tengas todo previsto para mi ausencia.

Dumbledore asintió, las protecciones que tenia sobre la piedra filosofal eran en su opinión suficientes como para que detuvieran a cualquier invasor en caso de que intentaran robarla. - Así es... aunque me encantaría que pudieras supervisar el expreso en tu viaje de ida y vuelta.

Los ojos de Harry centellaron, sin saber como tomar las palabras del hombre frente a el, no era difícil saber que Dumbledore sabia que decir para que se hiciera lo que quería, pero por el momento no había mucho que pudiera hacer, el solo consumir sangre de animales le estaba afectando mas de lo que pensaba, costándole cada vez más concentrarse.

El silencio volvió a caer en la oficina, dejando ambos perdidos en sus propios pensamientos, y aunque eran diferentes entre si, tenían en común alguien que haría girar las ruedas del destino.

-Si eso es todo, me retiro. - dijo Harry listo para irse.

Albus asintió al joven. - Felices fiestas.

Y así como llego se fue, sin dejar un solo rastro de su presencia.

El director se recostó en su silla, dejando que su mano se deslizara entre su barba, repitiendo la pequeña platica que tuvieron, esperando encontrar cualquier señal que le dijera que se estaba moviendo en la dirección correcta, aunque sabia que difícilmente Harry dejaría ver algo si no quería que se viera.

Terminado por suspirar, dejó que sus manos cayeran sobre su regazo. Sabiendo que solo le quedaba esperar.

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Hermione giro a los lados tratando de encontrar a Harry entre todos los que regresaban a casa para el descaso de invierno, el le había dicho que la encontraría en la estación antes de abordar, pero hasta el momento no lo había visto, el silbato del tren le aviso que tenia que abordar o quedarse sola en la plataforma, casi sin darse cuenta sus hombros cayeron, sintiéndose mas desanimada de lo que se había sentido en mucho tiempo.

Hasta ese momento Harry nunca le había mentido, y el que lo hubiera hecho de pronto hizo que su corazón se estremeciera casi dolorosamente.

Cabizbaja se adentró en el primer compartimiento que encontró, estaba por cerrar la puerta detrás suyo, cuando le fue imposible hacerlo, volteo la mirada para ver que era lo que le impedía hacerlo, y cuando lo hizo en el umbral de la puerta estaba el, sonriendo casi tontamente. Por un momento la niña quería gritarle por haberla engañado, pero le fue imposible al verlo sonreír, sintiendo como una cálida sensación nacía en su pecho al verlo.

-Perdón. - dijo después de unos segundos de estar en silencio. - Olvide algo en mi habitación y tuve que regresar por ello.

Una sonrisa nació en el rostro de la niña, pues aunque quería seguir molesta con el, dentro suyo sabia que era inútil, quería estar cerca de el, y aunque no entendía el porque de ello en primer lugar, comenzaba a ser una necesidad para ella.

Harry Potter. El señor de la muerte. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora