Elfos y Serpientes.
Tres días antes del baile
No había querido salir de mi habitación desde ese día tan vergonzoso en el gran salón, por Merlín, los chicos me miraban como si fuera un fenómeno y las chicas con curiosidad y burla. Sin contar que más de uno se acercaba a pedirme consejos sobre cómo invitar a una chica, cuando se volvió toda esta situación tan ridícula, solo quería un año tranquilo, poder sentarme junto a la chimenea con un libro y un poco de chocolate caliente, sin ruidos, sin cáliz, sin mujeres rubias que colocaban mi cerebro en sobrecalentamiento.
— ¡SEÑORA HERMIONE!— Un grito de una pequeña criatura me hizo caer de mi cama de forma abrupta, mis ojos desenfadados por el susto, al enfocar a la fuente del ataque de corazón, negué enojada.
— ¡DOBBY! ¿En serio? ¿Quieres matarme?— Pregunte levantándome lo más dignamente que podía. Este me miro apenado y casi podía distinguir lágrimas en sus grandes ojos.
—Dobby es un idiota, Dobby debió preguntar, Dobby tonto tonto!— Comenzó a golpearse contra la pared como auto castigo.
—No, no no no no. Dobby está bien, solo me asustaste yo exagere. — El continuo con su diatriba de enojo, golpeando su cabeza una y otra vez, intente acercarme a pequeño elfo pero este corrió esquivándome, siguiendo su castigo impuesto.
— ¡DOBBY! ¡BASTA! Te haces daño. — Me miro con sus ojos llorosos y me sentí el ser más estúpido del planeta, salió de mi dormitorio y sin pensarlo corrí detrás de él, seguía en mi pijamas pero me importo poco, la sala común de Gryffindor estaba desierta, la puerta de la dama gorda se abrió y para mi mala suerte esa fue la oportunidad del escurridizo elfo.
— ¡Dobby! ¡Por favor detente!— Este ignoro nuevamente mis suplicas, la situación era ridícula, una de las campeonas del torneo detrás de un elfo disculpándose una y otra vez. Sin darme cuenta habíamos salido a las afueras del castillo. La castaña estaba preocupada y furiosa, no creía que fuera para tanto. Al llegar al borde del lago negro este se giró y me sonrío.
—Dobby ha cumplido con el pedido de la señora Fleur, sacando a la señora Hermione de su dormitorio. — Hizo una reverencia y desapareció. Mis labios formaron una gran 'O' todo había sido solo una treta, me gire y allí frente a mi estaba una hermosa rubia en su típico uniforme azul de falda, su cabello bajo aquel sombrero se veía simplemente perfecto y sus ojos que al conectar con los marrones denotaron simple diversión por la situación.
—Bueno, finalmente ma petit lionne salió de su cueva. — Se acercó como un ave acechando su presa y coloco sus brazos alrededor de mi cuello.
—Necesitamos hablar, nuestros vestidos deben coincidir ¿No crees?— Ladeo su cabeza a un lado buscando aceptación ante su pedido, trague saliva intentando disculparme pero nada salió de mis labios al parecer Crookshanks, había comido su lengua. Me limite a asentir, donde quedo aquel instinto de batalla que siempre se activaba cuando se refería a la joven veela, no tenía ni idea dónde había quedado.
—Bien, iremos de compras Gaby, ha estado triste por tener tantos días sin ver a su héroe. Se divertirá mucho. — Mordió su labio y aquel simple gesto me volvió a dejar desarmada, mirándola complementa atontada.
—No he tenido tiempo de conocer Hogs... Hogs...— Su frente su frunció y una adorable arruga se formó entre sus cejas haciendo sonreír a la castaña, su acento aún era muy notorio y algunas palabras le costaban.
—Hogsmeade. — Finalmente hable terminando su oración, esta me sonrío y asintió, debo decir que esta Fleur, era extraña comparado con la que conocí.
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Love
ActionHermione Granger, la bruja más inteligente de su generación, su intelecto podría rivalizar al de Rowena Ravenclaw. Su vida no era perfecta pero al entrar a su cuarto año en Hogwarts se dará cuenta que las sorpresas no siempre son malas.