Capitulo XI

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Caminos separados

Dumbledore se levantó y miró un momento a Barty Crouch con desagrado. Luego alzó otra vez la varita e hizo salir de ella unas cuerdas que lo dejaron firmemente atado. Se dirigió entonces a la profesora McGonagall.

—Minerva, ¿te podrías quedar vigilándolo mientras subo?

—Desde luego —respondió ella. Daba la impresión de que sentía náuseas, como si acabara de ver vomitar a alguien. Sin embargo, cuando sacó la varita y apuntó con ella a Barty Crouch, su mano estaba completamente firme.

—Harry, Hermione ¿Serian tan amable de acompañarme?— Dumbledore acudir cortésmente a ambos griffyndor, ambos perdidos en sus pensamientos, ambos con demasiadas cosas en su mente.

—Severus, por favor, acompaña a la señorita Delacour y dile a la señora Pomfrey que venga —indicó Dumbledore—. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch. Si quiere algo de mí, dile que estaré en la enfermería dentro de media hora.

—No me iré del lado de 'Ermione, profesor.— Expuso tercamente la campeona francesa mientras se cruzaba de brazos, su mirada se poso en la azul de Dumbledore sin permitirse doblegarse, este froto su barba curioso y como si hiciera 'Click' algo en su mente, dejo ver una pequeña sonrisa.

— Las veelas son implacables, pero fieles para toda la vida ¿No es así señorita Delacour?— La nombrada se paralizo brevemente y el miedo ensombreció sus ojos, en ese instante la castaña intervino y se coloco frente a Fleur, aun apoyada en ella.

—Estaré bien, nos reuniremos en la enfermería ¿De acuerdo?— Azul y pardo intercambiaron palabras de forma silenciosa, hasta que finalmente el azul se doblego, dando un paso adelante, para luego arrepentirse y desviar su mirada, curiosa Hermione abrió sus labios para preguntar pero esta quedo atascada en ellos en el momento que Fleur caminaba hacia el profesor.

Snape asintió en silencio y salió del despacho con una insegura Veela.

—Harry, Hermione... —llamó Dumbledore con suavidad.

Harry se levantó y volvió a tambalearse. Su dolor de cabeza había regresado, también se dio cuenta de que temblaba. Dumbledore lo cogió del brazo y lo ayudó a salir al oscuro corredor con Hermione a cuestas, aun perdida en su mente.

—Antes que nada, quiero que vengan a mi despacho, Harry —le dijo en voz baja al azabache, mientras se encaminaban hacia el pasadizo—. Sirius nos está esperando allí.

Hermione observo como este asintió con la cabeza. Harry estaba en una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hizo caso: estaba contento de encontrarse así. No quería pensar en nada de lo que había sucedido después de tocar la Copa de los tres magos. No quería repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si fueran fotografías, que cruzaban por su mente: Ojoloco Moody dentro del baúl, Colagusano desplomado en el suelo y agarrándose el muñón del brazo, Voldemort surgiendo del caldero entre vapores, Creer que Hermione estaba muerta... Cedric.. . muerto, Cedric pidiéndole que lo llevara con sus padres... Hermione nuevamente en peligro de muerte.

—Profesor —murmuró—, ¿dónde están los señores Diggory?

—Están con la profesora Sprout —dijo Dumbledore. Su voz, tan impasible durante todo el interrogatorio de Barty Crouch, tembló levemente por vez primera—. Es la jefa de la casa de Cedric, y es quien mejor lo conocía.

Llegaron ante la gárgola de piedra. Dumbledore pronunció la contraseña, se hizo a un lado, y ella y Harry subieron por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble. Dumbledore la abrió.

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