Capítulo VI

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Baile, Propuestas inesperadas y decepción.

Día del Baile, Navidad.

POV Normal

En el día del baile, Hermione tuvo un despertar muy sobresaltado. Levantó los párpados preguntándose qué era lo que la había despertado, y vio unos ojos muy grandes, redondos y verdes que la miraban desde la oscuridad, tan cerca que casi tocaban los suyos.

—¡Dobby! —gritó Hermione, apartándose tan aprisa del elfo que casi se cae de la cama—. ¡No hagas eso! Por Merlín, otra vez...

—¡Dobby lo lamenta, señora! —chilló nervioso el elfo, que retrocedió de un salto y se tapó la boca con los largos dedos—. ¡Dobby sólo quería desearle a Hermione Granger una feliz Navidad y traerle un regalo al igual que hizo con Harry Potter, señora! ¡Harry Potter le dio permiso a Dobby para venir a verla de vez en cuando, señora!

—Sí, claro que lo hizo —Gruño Hermione, con la respiración aún alterada, mientras el ritmo cardíaco recuperaba la normalidad, era la segunda vez que el pequeño elfo la asustaba de esa manera.— Pero la próxima vez sacúdeme el hombro o algo así. No te inclines sobre mí de esa manera...

Hermione descorrió las colgaduras de su cama adoselada. Su grito había despertado a Lavender y Parvati ellas espiaban a través de sus colgaduras con ojos de sueño y el pelo revuelto.

—¿Te han atacado, Granger? —preguntó una de las gemelas Patil aun medio dormidas.

—¡No, sólo es Dobby! —susurró Hermione—. Vuelvan a dormir.

—¡Ah... los regalos! —dijo Lavender, aplaudiendo como una niña viendo el montón de paquetes que tenía a los pies de la cama.

Lavender y Parvati decidieron que, ya que se habían despertado, podían aprovechar para abrir los regalos. Hermione se volvió hacia Dobby, que seguía de pie junto a la cama, nervioso y todavía preocupado por el susto que le había dado a Hermione. Llevaba una bola de Navidad atada a la punta de la cubretetera.

—¿Puede Dobby darle el regalo a Hermione Granger? —preguntó con timidez.

—Claro que sí —conteste—. Eh... yo también tengo algo para ti.

Era mentira. No había comprado nada para Dobby, apenas logro comprarle los regalos a Ron y Harry, puesto que los había traído de Francia pero abrió rápidamente el baúl y sacó un par de calcetines enrollados y llenos de estrellas. Eran sumamente cómodos, de color rojo sangre. Lo desenvolvió y le entregó los calcetines a Dobby, diciendo:

—Perdona, se me olvidó empaquetarlos.

Pero Dobby estaba emocionado.

—¡Los calcetines son lo que más le gusta a Dobby, señora! ¡Son sus prendas favoritas! —aseguró, quitándose los que llevaba, tan dispares, y poniéndose los de Hermione—. Ahora ya tengo siete, señora con el par de Harry Potter. Pero, señora... — dijo abriendo los ojos al máximo después de subirse los calcetines hasta las perneras del pantalón corto—, en la tienda se han equivocado, Hermione Granger: ¡son del mismo color!

—¡Hermione, cómo no te diste cuenta de eso! —intervino Parvati, sonriendo desde su cama, que se hallaba ya cubierta de papeles de regalo

Dobby le entregó entonces un pequeño paquete a Hermione, que resultó ser... un par de calcetines.

—¡Dobby los ha hecho él mismo, señora! —explicó el elfo muy contento—. ¡Ha comprado la lana con su sueldo, señora! Dobby, le ha regalado unos iguales a Harry Potter.

El calcetín izquierdo era verde brillante con un dibujo de un libro; el derecho era rojo con pergaminos.

—Son... son realmente... Buenos, Dobby, muchas gracias —le dije poniéndoselos, con lo que Dobby estuvo a punto otra vez de derramar lágrimas de felicidad.

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