¿Entiendo la libertad?

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  Quizás ahora entienda el tormento de un animal enjaulado: la claustrofobia; la presión de un aire en constante movimiento, pero que sigue siendo el mismo; los barrotes, barreras que los separan de lo que está más allá, pero... ¿qué es eso realmente? Un viaje maravilloso, o un amor incondisional; quizás sea la fortuna de los que concideran preciosos al oro y a la plata, no por su brillo, ni por sus colores, o por la representación que hacen de lo puro y lo fuerte de la naturaleza, sino por lo que pueden comprar. Entiendo al ave que quiere surcar el cielo en busca de la pradera, o del árbol, o del risco; también, al tigre, deseando a su presa. Pero sé, que cuando el instinto de buscar pareja o de emigrar es muy fuerte, el ave revolotea, chilla, lucha, inclusive puede hasta encontrar su muerte; y el tigre, que cuando dejan de llevarle su comida a la jaula, ruge, se vuelve una fiera, indomable, impredecible... o sí, sí puedes predecirlo, pero no te gustará el resultado de tratar de volver a entrar a su encierro.
Veo a las personas a mi alrededor, y hay tigres y aves, resignados, y quienes prefieren el aislamiento; pero los entiendo a todos: unos quieren, necesitan ven más allá, sentir el aire el mar, lo que para ellos es la libertad, el mundo. Otros, prefieren la "jaula", el confort que sienten en su lugar seguro, donde están a salvo, donde para ellos son libres. Y, por supuesto, están los que son de todo un poco: los que quieren "ver el mundo", pero necesitan regresar a su "jaula"; o la inversa.
Por eso la libertad no se encuentra dentro o fuera de esa "jaula", la libertad está en nuestras mentes, en nuestros corazones, y en el lugar donde  deseemos ser libres, donde nos sintamos realizados y bien con nosotros mismos; ahí es donde está la verdadera libertad.

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