Capítulo 10

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Todo era silencio. Tony sintió cómo era succionado por la inconciencia y el dolor. Cayó, siendo arrastrado en una caída que aún no encontraba su final.

- ¡TONY!

Gritos irreconocibles se hicieron escuchar a lo lejos. Llamados llenos de dolor, algunos clamando venganza, otros llenos de tristeza y mucho más dolor.

- ¡STEVE! – llamó Stark.

Pero no había nadie.

El silencio reinó donde antes hubo gritos, hasta que al fin despertó.

Estaba en una habitación muy oscura. La luz del sol no podía llegar por las claraboyas que se encontraban en los costados de la habitación, así que no era difícil deducir que no estaba más en los complejos.

Intentó incorporarse, pero un horrible dolor en todo su cuerpo, junto a la llama de un ardor del mismo infierno en su cuello, le hicieron desistir de su idea de salir de la habitación.

Alzó su mirada, encontrándose con que estaba encadenado de manos y piernas a cada uno de los extremos de la metálica cama para hospitales.

Su mirada recorrió todos los rincones de la pequeña y descuidada habitación. Las paredes eran oscuras, no sabía si por la misma suciedad que estas tenían, o porque ese era el color elegido para adornar su habitación. El techo era metálico, estaba a ras con las paredes llenas de moho y suciedad. No había ningún respiradero por el cual lograse colar su gran cuerpo. La única salida se encontraba frente a él, una gran puerta de metal que, seguramente, contaba con varias pulgadas de protección por lo gruesa que se veía.

No había nadie, estaba solo.

Encontró con su mirada dos grandes astas metálicas junto a la cabecera de su camilla. A su lado derecho se encontró con una bolsa de solución salina conectada a su mano. Radiografías y demás exámenes que no se podían leer, pero asumía que eran de él, adornaban los anaqueles iluminados con luces LED que estaban en la pared derecha junto a su camilla. Del otro extremo de la habitación se encontraba un pequeño televisor de caja que asumía no funcionaría si no fuese porque sobre este se encontraba un reproductor de VHS conectado a la parte trasera.

Tony se removió, intentando liberar sus muñecas, pero solo consiguió lastimarse más de lo que ya se encontraba en el intento, cuando la puerta de acceso frente a él si abrió, dando paso a una mujer vestida de enfermera, un hombre que vestía uniforme militar y un soldado con un gran brazo biomecánico.

-Lamento que esta sea nuestra primera impresión, pequeño Antoshka. – habló el hombre mientras la enfermera se acercaba a inyectar un liquido con una jeringa directo en su solución salina. -Pero pronto podrás salir de aquí. Duerme mientras te recuperas, pequeño omega, ya tendremos mucho tiempo para hacerte sentir bien.

- ¿Quién e...? - se vio interrumpido cuando la enfermera colocó una almohada sobre su cara intentando presionar para hacerlo callar.

-Ayúdale, Karpov. – ordenó el soldado. -Aún debe descansar.

Tony se removió histérico intentando liberarse de la presión que ejercía la enfermera en su cara, pero todo movimiento cesó cuando sintió el gran cuerpo del otro soldado sobre él en la camilla.

De repente, recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente, causándole soltar un grito, casi gemido, de desesperación por la presión de los dos cuerpos tan cercanos al suyo.

El brazos del soldado inmovilizó su cabeceo. Intentó liberarse mordiéndole, pero solo logró lastimarse mucho más por el contacto con el frio brazo metálico.

Sintió un pequeño piquete en su cuello, que para este momento le ardía como los mil demonios, cuando todo se tornó oscuro gracias a la inconciencia causada por la droga que le suministró la mujer.

Transespecie [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora