Capítulo 12

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El tiempo siguió su curso natural e imperturbable. Las semanas pasaron y así los ánimos en el equipo fueron mejorando.

Aún no tenían ni rastro de Tony. Claro está que seguían preocupados por él, sin embargo, cada miembro tenía una vida propia, incluso Steve.

-Recuérdame su nombre. – dijo la espía.

-Sharon... - respondió el rubio. -Sharon Carter. Es la sobrina...nieta de Peggy.

A Natasha le disgustaba mucho la cercanía que se generó entre el rubio y la castaña clara.

Steve la conoció en el velatorio de Margaret, pero no fue hasta hace dos semanas, una noche de martes, que la agente Carter se apropió de parte de su atención.

"No tenían registros de Tony. No encontraban señales térmicas ni alteraciones atmosféricas producidas por la propulsión, que burla la física, de IronMan.

Regresó a las instalaciones de S.H.I.E.L.D., como ya ha sido recurrente en las últimas dos noches, con la esperanza de poder encontrar algún dato o registro que diera con el paradero de él, pero todo plan perfecto que pudiese tener en la cabeza se vino abajo al ceder el control al dolor de su lado animal.

Destruyó la sala de máquinas y el cuarto de comandos. Todo quedó reducido a montones de chispas chisporroteantes y pantallas rotas. Pretendía continuar y destruir todo a su paso. Después de todo, ¿quién se interpondría ante la perdida y el dolor de un súper alfa que sufría a su omega?

Tomó su escudo y rompió las cámaras de seguridad que monitoreaban los corredores, sin percatarse de que había dejado a su paso todos los sensores térmicos y de movimiento, dejando así expuestos todos sus presentes y próximos movimientos.

Corrió, lleno de furia, directo al elevador de carga que está junto a los grandes muros de cristales reforzados de S.H.I.E.L.D., saltando a través de estos y rompiéndolos en el proceso.

Las alarmas no saltaron. Su instinto animal no dio importancia a tal estupidez, así que corrió libre como el viento, dejando que esté lo llevara por los senderos de las instalaciones siguiendo la luz de la luna.

Llegó al muelle; zona trasera y muy protegida, a pesar de estar expuesta como parte del jardín, donde se encontró con la danza del oleaje dándole un poco de paz.

La luz de la luna, reflejada en la inmensidad del agua azul, solo iluminaba la tristeza y el dolor que el alfa sentía ante la falta de su omega.

Su alfa gruñó, su oreja se movió y sintió un ataque. Se cubrió con el escudo que llevaba en la espalda y tomó posición agresiva contra el atacante.

Sonrió al sentir cómo el ataque fracasaba chocando con el escudo, pero su sonrisa se borró al sentir como una carga eléctrica atravesaba su cuerpo.

Soltó el escudo sintiendo como si fuese separado de manera abrupta y repentinamente fuerte de este, cayó de bruces contra la arena del jardín, dejando que la ira desbordante de su alfa tomara lugar nuevamente de sí.

Se incorporó de un salto nada más tocar la tierra, saltando más que dispuesto a asesinar a quien sea que lo haya atacado, pero cayó de frente en los pies de su atacante al ver ahí a la misma Sharon Carter; sobrina de la que una vez fue su gran y único amor.

No eran muy cercanos, pero la omega conocía del Capitán América y Steve Rogers gracias a los relatos de su amada y difunta tía.

-Buenas noches, Capitán. – saludó con un gesto asesino en la cara la siempre decente agente Carter. No por nada llevaba ese apellido.

Transespecie [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora