Capítulo 13

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Transcurridas unas pocas horas, sintió cómo su sueño fue perturbado por unas voces que se escuchaban a la distancia.

Se incorporó del colchón en un rápido y elegante movimiento, tomando sus ropas, cubriendo su desnudo cuerpo. Sintió su cuerpo pesado. Todo el gasto físico y mental que tuvo unas horas atrás se encontraba pasándole factura.

Tenía mucho sueño, pero era lo suficiente inteligente como para saber que escuchar voces en un edificio abandonado no era lo más seguro de este mundo.

Cerró la puerta de la pequeña sala de máquinas que era su habitación, inclinándose junto a esta y reposando su frente en ella. Suspiró pesadamente dando comienzo a un bostezo que le hizo perder la audición por unos instantes.

Sus oídos zumbaron. Su corazón se aceleró al sentir el olor de uno de los hombres que se encontraban detrás de la puerta. Olía a brea. Contuvo la respiración al sentir cómo el olor iba incrementando y volviéndose más fuerte, mientras que, poco a poco, sus oídos dejaban el zumbido atrás para escuchar los pasos de los hombres.

Dos nuevos olores llegaron a él, pero estos no tan violentos y asquerosos cómo el anterior. Uno era lavanda, y el otro era una mezcla entre goma y chicle. Se permitió respirar el aire de su pequeña habitación, retrayendo su fragancia a café. Estaba seguro de que esos hombres eran alfas.

Los pasos disminuyeron hasta que no se escuchó nada en los alrededores.

Despegó su frente de la puerta y se colocó en pie. Sus piernas aún dolían por la caída en el rio, ahora más con el tiempo que se inclinó junto a la puerta para escuchar su entorno.

Dirigió su mirada hacia la mesa de trabajo, sonriendo como idiota al recordar que pronto podría salir de ahí. Caminó hacia esta, encontrándose con una pequeña versión, muy estoica, de su ahora ya conocido reactor de arco.

-Vaya que lo lograste, Howard. – se repitió, agarrando el reactor. Fijó su mirada en las cajas que se encontraban detrás de la mesa de trabajo, las cuales pasaron desapercibidas ante su mirada al entrar en la habitación.

Tomó las cajas y vio que dentro de estas encontró piezas de reparación para prótesis, lo cual le cayó como anillo al dedo. Soltó una pequeña risa que se vio callada con un repentino grito que se escuchó a la distancia. Sabía que tenía que salir de ahí, pero no podía dejar que lo atraparan.

Tomó las pequeñas piezas y las regó en la mesa. Sacó el reloj y lo activó, desplegando así el guantelete de su armadura. Estiró su brazo derecho tomando las extensiones que guindaban a los lados de la mesa y activó los suiches de esta, permitiendo que la luz de la mesa se encendiera y el fluido eléctrico la colocara a trabajar.

Tomó dos de las piezas con formas de pie, las usaría conectando el sistema al reloj. Estaba consciente de que la fuente de poder del guantelete no sería suficiente para poder alimentar una Mark completa, así que optó por lo práctico y soldó dos pares de propulsores que luego pondría en los pies.

Necesitaba estabilizar el control de vuelo con unos alerones, pero no podía permitirse desarrollar unos con tan poco tiempo y nula energía. Tomó la decisión de cargar otro guante, pero así tendría que reducir sus cargas y cambiar sus propulsores de energía por cargas de hidrogeno. Con el par de guantes podría estabilizar las botas al momento de estar en el aire, pero no sería sencillo.

La puesta del alba coloreó los cielos, dando sus primeros indicios de un nuevo día, pero la oscuridad aún se cernía sobre esas alejadas tierras.

Desvió su atención de su recién acabado trabajo cuando escuchó los gritos de dos alfas. Su sangre se heló al escuchar sus voces de alfa. No entendía las palabras pues el ruso aún no era uno de los idiomas que este dominara, pero fue suficiente con escuchar sus gritos y los golpes que se daban entre ellos, los cuales sonaban como golpes a un montón de carne, para saber que debía partir lo antes posible.

Transespecie [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora