Mini-maratón 2/2 ;)
2 - LENGUAS VIPERINAS
(Wonderin - Nicole Reynolds)
—Mara... —la cara de mi jefa empezaba a ser una advertencia muy clara y muy visual.
—¡Perdón! —musité apresuradamente.
Ya se me habían caído dos bandejas en un turno. ¿Qué demonios me pasaba? ¿Por qué era tan complicado concentrarse?
Ah, sí, porque cada vez que lo intentaba me venía a la cabeza cierto capullo engreído atravesándome con...
Dios, eso había sonado fatal.
Je, je.
Y, claro, con la distracción de que eso hubiera sonado tan mal... se me cayó otra bandeja.
—¡Mara! —espetó la señora Myers.
—¡Pero si esta estaba vacía! —protesté, recogiéndola rápidamente.
—Ya vale. Ven aquí.
Oh, oh. Bronca.
Suspiré y me acerqué a ella casi como si fuera a firmar la sentencia de mi muerte. La señora Myers se cruzó de brazos y me miró como si intentara descifrar el lío que tenía en la cabeza.
—¿Qué te pasa hoy? —preguntó.
Cerré los ojos un momento y dejé la bandeja en la barra, pasándome las manos por la cara.
—No lo sé —confesé.
La expresión estricta de mi jefa se volvió más suave al instante.
—¿No te encuentras bien? ¿Necesitas un descanso?
Dudé unos instantes.
—No lo sé —repetí al final.
—A lo mejor deberías comer algo. Ve a la cocina y que Johnny te prepare una hamburguesa.
—He comido antes de venir —le aseguré en voz baja—. No es eso. Pero gracias.
—Y, sea lo que sea... ¿quieres hablarlo?
Eché un vistazo a mis mesas. Estaban todas atendidas. Tenía unos minutos, pero... ¿realmente quería hablarlo con ella?
Es decir, la señora Myers era simpática y la verdad es que creo que una de las principales cosas por las que me gustaba era porque me recordaba a Grace, la novia de mi padre. Las dos eran bastante estrictas y testarudas, pero en cuanto conseguías rascar un poco la superficie descubrías a alguien mucho más sensible de lo que parecía.
Quizá por eso sentí que podía contárselo a ella.
—Es que... he conocido a un chico —le dije al final.
Una de sus cejas se disparó hacia arriba cuando también se apoyó en la barra, mirándome con interés.
—Es la primera vez que me hablas de un chico en el año que llevas trabajando aquí —me dijo, casi perpleja.
—Lo sé —musité.
—¿Y qué pasa con ese chico?
Suspiré, intentando expresar el lío que tenía en la cabeza de alguna forma que tuviera sentido.
—Técnicamente, no pasa nada con él —aclaré, incómoda—. Es más bien lo que no pasa.
—Oh —ella sonrió, y fue de las primeras veces que la vi sonreír en mi vida—. Ajá. Creo que lo entiendo.
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Tardes de otoño
Romance¿Qué es lo peor que podía pasarle a la pobre Mara después de reencontrarse con el que fue el amor de su infancia ocho años después de la última vez que lo vio? Ah, sí. Que siguiera sintiendo cosas por él... y se negara a asumirlo por ser una testaru...