Capítulo 22

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22 - TARDES DE OTOÑO


(Time in a bottle - Jim Croce)


Capítulo final, pero no olvidéis que todavía falta el epílogo :)


Abrí los ojos lentamente cuando escuché un ruido en la entrada. ¿Qué había sido eso? Oh, la puerta.

Me froté los ojos, un poco adormilada, cuando levanté la cabeza. Alguien acababa de entrar en casa. ¿Quién...? Oh, mi madre.

Iba vestida con un top de estampado colorido y unos vaqueros tan ajustados que no entendía cómo demonios había entrado en ellos.

—¡Marita! —sonrió ampliamente al verme—. ¿Qué haces dormida? Son las cuatro de la tarde.

—Esta... echándome una siesta.

—Si yo tuviera tu edad no perdería el tiempo en siestas —dijo tranquilamente, metiéndose en la cocina y buscando algo de comer—. Estaría todo el día por el mundo.

—Ya estás todo el día por el mundo —mascullé.

Ella se detuvo con una bolsa de comida justo delante de mí y enarcó una ceja, algo sorprendida por el tono.

—Vaya, alguien está de mal humor.

Preferí no responderle. Me dolía el cuello por haber dormido en el sofá. Me incorporé un poco y le puse mala cara cuando cambió de canal sin preguntar y se sentó a mi lado.

—Estaba viendo eso —protesté.

—No, estabas durmiendo.

—¿Se puede saber dónde has estado todos estos días? —cambié de tema, mirándola—. Podrías haber llamado, ¿no?

—Estaba con mi novio —me frunció el ceño con la boca llena.

—¿Y qué? ¿Tu novio no te deja llamar?

—Te mandé mensajes, ¿no? —puso los ojos en blanco—. No seas tan aburrida, Marita. Si tú desaparecieras durante días yo no te buscaría tanto.

—Sí, lo sé —mascullé.

Debió notar el tono resentido, porque se giró hacia mí con una sonrisita y se quedó mirándome fijamente.

—¿Has discutido con ese novio sexy que tienes?

—No es mi novio.

—Así que sí has discutido con él.

—No quiero hablar sobre eso.

—Oh, ¿qué ha pasado, Marita? ¿Se ha liado con otra? Suele pasar.

—No se ha... mamá, no quiero hablar sobre eso, ¿vale?

—¿Lo has hablado con la otra?

La otra era Grace, la novia de mi padre. Mamá seguía sin dignarse a nombrarla, como si hacerlo fuera humillante o algo así.

—Seguro que lo has hablado con la otra —insistió.

—Seguro que la otra habría estado conmigo cuando necesitaba hablarlo.

Fue un golpe bajo, pero en ese momento me dio igual. Mi madre me siguió con la mirada cuando me encerré en mi habitación.

No había vuelto a hablar con Aiden desde anoche y, pese a que sabía que había hecho lo correcto... me sentía mal, como si estuviera dejando pasar algo maravilloso. Sabía que ir con él no era sano, pero una parte de mí seguía queriendo hacerlo.

Tardes de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora