Capítulo 19

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19 - EL CACTUS Y EL OSO DE PELUCHE


(Before you go - Lewis Capaldi)


Miré la maleta de nuevo. A ver, ¿me dejaba algo?

Los condones.

No necesitaba de eso.

Si tú lo dices...

Me puse los mechones de pelo que me molestan tras las orejas y volví a repasar la maleta con la mirada. A ver, solo era una semana, pero no quería dejarme nada. Zapatillas, pijama, camisetas, jerséis, calcetines, bragas, bolsa de aseo, cargador del móvil, cartera... sí, lo tenía todo. Perfecto.

Estaba nerviosa, sí. Para qué engañarnos.

Justo cuando estaba sentada sobre mi maleta intentando cerrarla, escuché que llamaban al timbre. Solté una bocanada de aire por el esfuerzo de pelear contra la cremallera y bajé de la maleta para ir a abrir.

Lisa llevaba puesto un gorrito de lana rosa y traía dos cafés en la mano. Sonrió ampliamente al verme.

—Vaya, una completa desconocida —bromeó.

—Vale, sí, no te he llamado desde año nuevo, pero...

—Mira, estoy enfadada contigo. Pero te lo perdono porque sé que tienes chismes que contarme y los chismes son más importantes que los enfados.

Sonreí, divertida, cuando pasó por mi lado dándome uno de los cafés y fue directa al sofá, donde se dejó caer y se quitó el abrigo y el gorrito. En cuanto me senté en el sillón, me entrecerró los ojos, esperando.

—No tengo tantos chismes —aclaré.

—Vaya, mi enfado está volviendo.

—Bueno... eh... —intenté pensar a toda velocidad—, ¿sabes que Holt está en el gimnasio de Aiden? Quiere ser boxeador.

Vale, igual sacar el tema de Holt no era una gran idea.

Pero, para mi sorpresa, Lisa no pareció muy afectada. Solo un poco incómoda. Se acomodó un poco en el sofá jugueteó con la tapa del café.

—¿En serio? —murmuró, fingiendo que le daba igual—. ¿Y qué tal le va?

—No lo sé, la verdad. Aiden me dijo que está intentando convencer a Rob de que sea su entrenador, aunque Rob no quiere.

—No me imagino a Holt peleando con alguien.

—Ni yo, pero si eso le gusta...

Lisa lo pensó un momento.

—El otro día... hablé con él —murmuró, todavía jugueteando con la tapa del café—. Me dijo que había venido a echarte la bronca y tú le habías dicho que me dejara espacio.

Me sorprendió un poco que se lo hubiera contado. Lisa me sonrió un poco.

—Hemos aclarado las cosas —añadió—. Fue un poco triste y dramático, se puso a llorar y todo eso... pero al menos lo entiende. Metió todas mis cosas en una caja, me la trajo a la residencia y no hemos vuelto a hablar desde entonces.

La miré mejor. Lisa parecía un poco triste, pero la conocía. No era por perder su relación con Holt, sino porque sabía que probablemente él tardaría mucho en poder retomar el contacto con ella sin que le doliera.

—Pero no pasa nada —añadió, forzando una sonrisa—. Supongo que es lo mejor, ¿no? En fin... mejor... mejor cambiamos de tema. Hablemos de ti. ¡Te vas a ir de viaje con mi hermano!

Tardes de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora