Capítulo 3

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3 - LA MAESTRA DEL CAFÉ


(Be my baby - The Ronettes)



Aiden: Así que vas a seguir ignorándome, ¿eh?

Como había hecho tras todos sus mensajes anteriores, fingí que no lo había leído y volví a esconder el móvil en el bolsillo.

Sí, era una idiota.

Sí, lo sabía.

No, no iba a cambiar.

¿Por qué? ¡Pues no lo sé!

Lisa, a mi lado, sonrió ampliamente y me dio un pequeño codazo mientras ambas seguíamos corriendo alrededor del parque que había junto a su campus.

—Bueno —sonrió como un angelito—. ¿No me vas a contar cómo fue?

—¿El qué?

—Tu maravilloso día de trabajo en la cafetería —ironizó, poniendo los ojos en blanco—. ¿Qué va a ser? ¡Tu cita con Aiden!

—No fue una cita.

—¿Y qué fue? ¿Un intercambio de ideas?

—Una... reunión de amigos.

Puse mala cara cuando empezó a reírse a carcajadas.

De hecho, empezó a reírse con tantas ganas que tuvo que detenerse y apoyarse en las rodillas. Dejé de correr y volví junto a ella, irritada.

—¿Vas a dejar de reírte? —mascullé.

—¡Es que me has contado un chiste buenísimo!

—Lisa, ahora mismo nuestra amistad pende de un hilo.

—¡Una reunión de amigos! —negó con la cabeza, divertida, ignorándome—. Vaya, Mara. Y yo que creía que estaba ciega...

—Oh, déjame en paz —puse los ojos en blanco—. ¿No ves que...?

—Hola.

Dejé de hablar en seco y me giré hacia el chico que se había acercado a nosotras. ¿Qué demonios...?

Ni siquiera me había molestado en mirarlo bien antes de empezar a poner mala cara, pero Lisa era más rápida que yo y se apresuró a acercarse a él con una gran sonrisa.

—¡Hola!

Aparté la mirada, cruzándome de brazos, pero volví a centrarme cuando vi que el chico en cuestión me estaba ofreciendo algo. Algo mío. ¡Mierda, mis auriculares!

—Se te ha caído hace un momento —me dijo con una sonrisa de disculpa.

Parpadeé, sorprendida, y los recogí de su mano, metiéndomelos en el bolsillo. Menos mal que no los había perdido. Eso sí que era crucial en mi vida.

—Gracias —murmuré.

—No hay de qué.

Y... silencio incómodo.

—Bueno —añadió, mirándome—. Ya... nos veremos.

Pareció que él iba a darse la vuelta y seguir corriendo —también llevaba atuendo de deporte—, pero Lisa lo detuvo al instante.

—¿Cómo te llamas? —preguntó con una sonrisita maliciosa.

Pero... ¿qué...?

—Russell —se presentó él.

Miré a Lisa, confusa, cuando ella le ofreció una mano, encantada. ¿Qué estaba haciendo?

—Yo soy Lisa —se presentó—. Y esta de aquí es mi graaan amiga Mara.

Tardes de otoñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora