6. Rumores

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6to Capítulo: Rumores

El segundo día luego del escape de Ridley, me di cuenta de lo vacía que se sentía la casa sin sus risas y sus comentarios molestos, sus jugarretas. Pero habría preferido mil baldes de agua congelada, antes de la agonía que suponía escuchar hablar a Abby acerca de su boda.

Ambas sabíamos que mamá no estaba bien. Trataba de consolarse, diciéndose que Ridley estaba bien, que la había criado para ser suficiente por si misma, pero eventualmente volvía a caer en cuenta, de que Ridley era muy joven, entonces podía ver cierta furia en su mirada llena de dolor. Yo también debía admitir que, por mucho que la extrañaba, estaba profundamente enojada con ella. Abby se aprovechó de esos momentos de debilidad para hablar del diseño de su vestido, el pastel, la decoración y un montón de cosas tontas de boda. Alistair no volvió a casa. Abby y él se quedaban en el más lujoso de los dos hoteles de Crimson, El Escarlata, pero eso no significaba que no viese a Abby tan seguido como a mi madre y aunque Abby quizás se excusara con estar haciendo lo posible por distraer a mamá, no me sorprendería que tuviera segundas intenciones.

Busqué mi propio escape entre las tareas pendientes y un nuevo, pero interesante hobby, el cuál solo me llevaba caminar hasta la ventana, la cual, apenas descubría, tenía una vista bastante buena, de la ventana del mismísimo Sam Viper.

Tal cuál una estrella de cine, Sam se paseaba por la habitación con su cabello negro húmedo y sin camisa, haciéndome sentir como verdadera acosadora mirándolo, pero para ser sincera, aún pese al mal inicio con el chico, era bastante difícil apartar la mirada cuando las gotas de agua deslizaban sobre su trabajada espalda.

Estaba bien oculta, por supuesto, agachada, únicamente alzando ligeramente mi cabeza para lograr mantener la vista. Se sacudió el cabello húmedo y pasó una toalla por su rostro, antes de tomar una camiseta azul, que combinaba con sus ojos azules brillantes. Era hipnotizante, cada movimiento parecía perfectamente calculado para un espectador que no estaba ahí, al menos no que él supiera, por supuesto.

El sonido de una puerta me distrajo de la espalda de Sam. De un momento a otro, la voz de Abby taladraba mi cabeza.

— Mamá dice que se te hace tarde. — Dijo, entrando a mi habitación sin ningún aviso.

Al parecer, habló demasiado alto, porque Sam se dió la vuelta como si alguien hubiese dicho su nombre. Al notarme, esbozó una sonrisa estúpidamente blanca y sacudió su mano. Al parecer no estaba tan oculta como pensaba. A toda velocidad, cerré las persianas y me volví a mirar Abby.

— ¿No sabes tocar?

— ¿Ese es el nuevo vecino? — Me ignoró con una sonrisa que pretendía ser carismática. Hizo una mueca. — Demasiado para tí, querida.

— Pero no para tí, por supuesto.

Abby frunció el ceño.

— ¿Que quieres decir con eso?

— Oh, nada. — Sonreí, tomando la chaqueta de mi cama. — Es sólo que pareces tener gustos similares a los míos.

Dicho eso, salí de la habitación dejando a Abby con una expresión mortificada, la que, debía admitir, disfruté a lo grande mientras me despedía de mamá con un beso en la mejilla.

Caminé rápidamente, para evitar encontrarme casualmente con alguno de los Viper. Pero pareció que no tuve que preocuparme por ellos, porque cuando pasé frente a su casa/mansión, observé a los cuatro integrantes de la familia entrar a la misma camioneta azul oscuro, pero ninguno pareció darse cuenta de que pasaba por ahí, excepto Sam, que me dirigió una sonrisa y una mirada que decía claramente: Ambos sabemos lo que hiciste. Sentí mi rostro arder mientras caminaba directo a la escuela.

Viper ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora