Maddison es hija de la Diosa que prometió ser virgen por toda la eternidad.
Una maldición la está persiguiendo.
¿Podrá escapar de su destino?
¿Podrá convencer a los dioses del Olimpo en no asesinarla?
¿Que pasaría si se enamora del hijo del dios del...
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Narra Maddison
Tome todo lo necesario, flechas suficientes, un arco, capa y unos cuadritos de ambrosía.
Y salí corriendo de mi cabaña.
Mis piernas temblaban y mi cabello volaba a mis espaldas. Un nudo se formó en mi garganta.
Seguí corriendo, hasta perderme en el bosque, fuera de cualquier vida mortal.
¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Cómo pude creer que mi madre me quería?
Pero no, todo fue una mentira.
¿Cómo pudo mi madre hacerme algo así? ¿Cómo pude ser tan ilusa?
¿Porqué mi madre hizo un juramento que dentro de su ser sabía que no lo iba a cumplir?
Miles de preguntas se multiplicaban en mi cabeza, y ninguna respuesta.
Me daba escalofríos el pensamiento ¿jamás voy a ser feliz?
¿Siempre voy a tener que estar escapando de todo inmortal?
¿Podré escapar de mi destino?
Dentro de mi sabia que no, el destino es el destino. Yo sabía que un día u otro terminaría siendo torturada y asesinada en la más lenta y dolorosa muerte.
O siendo inmortal pero siendo la persona más infeliz de este mundo.
No lo sé y espero nunca saberlo.
Mi nombre es Maddison Hall, hija de Artemisa. Si, si, la diosa de la caza, blah blah blah, esa misma.
Seguí corriendo.
Hasta toparme con el primer monstruo del camino.
Estos estaban en todos lados, tratando de capturarme. No me matarían. Eso sería un escape demasiado fácil, me llevarían hasta el Olimpo para que ya ahí el mismísimo Zeus pueda hacerlo.
Mi cuerpo se estremeció al ver a una Arpía a unos metros de distancia.
Odiaba ese sentimiento, ya varias veces he intentado acostumbrarme. Pero es imposible, es ver tu pesadilla en carne y hueso, como si comieras la cáscara de un limón, como cuando tienes una herida y después te metes al mar.
Antes pensaba que ese era el peor sentimiento que podía tener. Pero estaba equivocada.
¿Saben cuál es?
El saber que tu destino es tu pesadilla y que hagas lo que hagas, no podrás escapar.
Pero esta vez algo era diferente...
El monstruo no estaba concentrado en mi. No vino por mi.
Estaba concentrado en una pequeña silueta que se asomaba detrás de un árbol.
